Aniversario en la Costanilla

La Alfalfa se impregna de la sobriedad de la cofradía de San Isidoro, cuya dolorosa cumple tres siglos de historia

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
14 abr 2017 / 22:51 h - Actualizado: 14 abr 2017 / 23:48 h.
"Viernes Santo","San Isidoro","Semana Santa 2017"
  • Salida del paso de misterio de San Isidoro. / Teresa Roca
    Salida del paso de misterio de San Isidoro. / Teresa Roca

Ni plaza de las Carnicerías, ni plazuela de las Berzas y las Verduras, ni la de los Ensaladeros o la del Garbanzo, tampoco Infante Don Fernando ni Juan Álvarez Mendizábal, rechazada como Del Vino o como General Mola. En Sevilla, a la confluencia de las calles Pérez Galdós, Guadarmino, San Juan, Odreros, Jesús de las Tres Caídas, Ángel María Camacho y Alcaicería se le conoce como plaza de la Alfalfa. Punto cofrade por excelencia que en la tarde del Viernes Santo presenta su aspecto más sobrio con el discurrir de San Isidoro.

La arboleda de la plaza hacía de cúpula natural a las espigadas filas de nazarenos de ruan y cirios de cera negra al cuadril. Había cambiado su bullicio autóctono por un sobrecogedor silencio para recibir al Señor de las Tres Caídas. También enmudeció Antonio Hierro, que el día antes se había estrenado en el martillo del Cristo de los Negritos. No tenía que dar ni una voz para comandar el paso.

El ambiente invitaba a rezar en este día en el que Dios se ausenta del Sagrario. Era lo que iba haciendo una señora, rosario en mano, justo detrás de la cruz alzada con la que se abría paso a los tramos de penitentes. La estrechez de la calle Alcaicería esperaba, con sus juegos de espejos en los escaparates de los conocidos comercios.

Encandilaba la blancura de la cera que portaban los nazarenos del palio. Delante, como siempre, una representación del Ejército del Aire custodiaba a la Virgen del Loreto, su patrona, y a esa legión de monaguillos que iban endulzando a base de caramelos y piruletas las dos orillas de la Alfalfa.

El áureo resplandor del palio de la Virgen del Loreto tomó relevo al sol que había caído hace unos minutos en este punto inicial del recorrido de la cofradía. Su luz era más intensa este año. La imagen ante la que se han postrado miles de devotos de la Costanilla estaba de aniversario. Son ya 300 los años que la Virgen tiene cobijo en los corazones de tantos isidorianos. Ayer muchos hermanos dedicaban las oraciones bajo el antifaz a dar gracias por estos tres siglos de amor materno, en los que Loreto es luz y guía que escucha sus plegarias en los momentos difíciles.