El año pasado, por estas fechas, hablamos que podría no ser su última entrevista de cuaresma a pesar de su renuncia en el mes de octubre como arzobispo de Sevilla. ¿Cómo se encuentra?
Estoy bien. Mi estado general es bueno. Mis dificultades son con la vista, pues tengo perdido el ojo derecho y sólo conservo el 20 por ciento del izquierdo. Esas dificultades las trato de paliar con los recursos y subsidios que me brinda la ONCE, que es una institución a la que estoy muy agradecido. Sí conservo la visión periférica.
Esta Cuaresma va a ser muy diferente a la del año pasado. Hace un año, al menos pudimos disfrutar de un par de semanas de ‘normalidad’ y luego nos confinaron en casa, pero este año podremos salir a la calle y no habrá nada. ¿Cree que nos afectará negativamente?
Pienso que no. San Pablo, en la carta a los romanos, dice que todo lo que sucede, sucede para bien. Yo estoy seguro de que la pandemia, que es un mal absoluto, también encierra algún aspecto positivo en cuanto a que es una conversión a ser mejores cristianos y a vivir más cerca del Señor.
En cuanto a la Cuaresma tampoco se va a perder en absoluto. Se han suspendido las manifestaciones externas, pero no la Semana Santa como tal. Ni siquiera la Cuaresma. Las hermandades están celebrando sus cultos. Lo que no se va a suspender es la Semana Santa en el interior de los templos, parroquias, oratorios y capillas, donde todos estamos invitados a participar con gran fervor. Date cuenta que la celebración del triduo sacro constituye el meollo del cristianismo. Yo estoy seguro que todos trataremos de participar con fervor en estos cultos y ojalá no se vean mermados por el hecho de que no existen estaciones de penitencia.
¿Cree que hay una idea equivocada en Sevilla sobre el significado de la Semana Santa?
Sí. La Semana Santa no se reduce a las procesiones. El corazón de la Semana Santa son las celebraciones litúrgicas en las iglesias. Lo otro es un complemento. Lo sustantivo es la celebración de los misterios de la fe y lo adjetivo son las externas, aunque sean tan hermosas y queridas por nuestro pueblo.
Pero sin ese complemento, Sevilla podría ser una ciudad como Barcelona en cuanto al nivel de religiosidad de sus habitantes.
Pues habría que aprovechar esta coyuntura para insistir en la importancia de las celebraciones litúrgicas.
¿Que el Vaticano tarde tanto en mandar a su sustituto es una especie de llamada de atención para que no nos creamos más importantes de lo que somos?
En absoluto. La sustitución de un arzobispo tarda un año. En mi caso puede que tarde menos por mis razones de salud, pero no es una llamada de atención ni una tarjeta amarilla, ni mucho menos roja.
¿Echa de menos los líos organizativos de las procesiones de Semana Santa?
No los echo de menos. Me alegro de que no tengamos esos líos que no son nada edificantes.
Creo que es natural que no tengamos esos líos porque no hay manifestaciones externas, pero no son realidades deseables ni edificantes. A veces son un verdadero anti testimonio.
Entonces está usted más tranquilo...
Sí, sí, es una Semana Santa y una Cuaresma más tranquila.
¿Qué le quede tan poco tiempo en el cargo hace que las críticas no le afecten tanto y diga lo que realmente piensa?
Yo digo la verdad siempre. No ando con paños calientes. Si veo que una cosa es mala y perjudica a nuestro pueblo o a la iglesia, la digo. En estos momentos no me autolimito ni me censuro. Digo la verdad con sencillez.
¿Qué le parece la programación del Ayuntamiento y del Consejo de cara a la Cuaresma y a la Semana Santa?
Todo esto me parece muy bien, si no solapa lo que constituye el núcleo de la Semana Santa a las que acabo de referirme anteriormente. Yo no estaría contento si algunos fieles creyeran que han celebrado la Semana Santa porque hayan ido a la exposición del Casino o de Cajasol. La Semana Santa es eso, pero previamente es otra cosa.
El año pasado dijo en El Correo de Andalucía que no quería que se usara la religiosidad popular para hacer caja. Este año sigue todo igual. ¿Ha habido algún toque de atención al Consejo?
El Consejo anda en periodo de vacas flacas y necesita recursos. Siempre que sean recursos lícitos, a mí no me parecen mal. El Consejo tiene que servir a las hermandades y las hermandades necesitan recursos para cumplir sus fines. No me parece mal que los busquen por vías lícitas y razonables.
Cuando las hermandades necesitan de la subvención para vivir, ¿significa eso que hay más hermandades de las que la ciudad puede soportar?
Eso significa que las vías ordinarias de financiación han fracasado, como son los palcos y las sillas, que han sido el canal tradicional de financiación de las hermandades.
¿No hay un exceso de hermandades en Sevilla?
Bueno, a lo mejor, el número es grande, pero la Iglesia las aprueba cuando cumplen los requisitos que se establecen.
¿Cree usted que, en estas fechas tan extraordinarias por la pandemia, se ha perdido la oportunidad de hacer algo verdaderamente reseñable? El Consejo sí ha querido hacer cosas, el Ayuntamiento también, pero parece que la Iglesia pone el freno.
No estoy de acuerdo con eso. La Iglesia y la Catedral han manifestado que hay que cumplir las normas dictadas por las autoridades sanitarias respecto al aforo, por eso el Vía Crucis del Consejo va a ser estático.
Otras cosas eran inviables por razones sanitarias, porque también la Catedral está obligada a cumplir las normas sanitarias.
Si esta situación de pandemia le llega a coger hace 10 años, con la salud fuerte, el impulso de hacer cosas y hubiese salido bien la celebración del Vía Crucis de la Fe, ¿habría actuado de otra manera?
El fracaso de aquel Vía Crucis y las críticas que me propinasteis los periodistas, me hicieron daño y me vacunaron para el futuro. Yo estoy convencido de que, si la lluvia no hubiese aparecido, ese Vía Crucis hubiese sido esplendoroso y del que todos tendríamos un recuerdo excepcional.
Yo fui objeto de una crítica, creo que despiadada e injusta. Quedé convencido de que no procedía tener en el futuro iniciativas como esta.
Fueron unos pocos los que criticaron, aunque con altavoces muy fuertes, y terminaron pagando justos por pecadores. Toda la ciudad es la que se ha visto limitada de estos actos.
No creo que el arzobispo tenga la obligación de realizar procesiones extraordinarias. Las organizan el Consejo y las hermandades, pero aquí nadie ha planteado iniciativas de ese estilo. Somos nosotros los que hemos planteado organizar un gran proyecto como iba a ser ‘Imago Solis’. Nosotros hemos tenido iniciativas hermosísimas, pero las circunstancias no lo han permitido.
Otras manifestaciones no se han hecho porque nadie las ha pedido y porque el arzobispo estaba vacunado de una primera iniciativa con motivo del año de la Fe.
¿Si ese Vía Crucis sale bien, este año podríamos haber tenido algo diferente?
Tampoco podemos estar celebrando procesiones extraordinarias un día sí y otro no. Esto tiene que ser una cosa excepcional.
¿Le queda la sensación de algo por hacer en Sevilla?
Los arzobispos somos limitados, finitos e imperfectos. He trabajado a lomo caliente y no me ha costado trabajar al servicio de esta Iglesia. Hemos creado muchas realidades pastorales. Claro que habrán quedado cosas por atender, pero hemos hecho lo que teníamos que hacer.
¿Hay alguna especialmente pendiente?
Me hubiese gustado reconsagrar la iglesia de Santa Clara, que empezarán las obras ya mismo.
¿Qué le parece la iniciativa de Los Javieres de instalarse en el templo del Sagrado Corazón?
Hemos decidido dedicar el templo a la Pastoral Juvenil diocesana. Voy a nombrar a Francisco Durán como rector de esta iglesia.
La Pastoral Juvenil es un flanco importante y es bueno que tengan un hogar donde celebrar sus encuentros, sus ratos de oración, sus celebraciones comunitarias de la penitencia, sus celebraciones eucarísticas, sus formaciones etc.
¿Y no podrían convivir?
Los Javieres tienen su sede canónica en la parroquia de Omnium Sanctorum.
¿Qué le parecen los nuevos roles que van a tener las mujeres dentro de la Iglesia y que el Papa Francisco anunció hace unas semanas?
Pues me parece bien. Yo acepto cordialmente las decisiones del Santo Padre. En estos días, en la celebración de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal se determinarán los procesos de formación y los aspectos concretos de esta iniciativa pontificia, que el Papa ha dejado en manos de las conferencias episcopales.
¿Cree que han llegado tarde estos nuevos roles?
En la Iglesia, las cosas llegan cuando llegan. La obra de Dios no coincide exactamente con la de los hombres