Con la luz del Amor entró a Sevilla

La Borriquita. Las altas temperaturas no impidieron el esplendor de un Domingo de Ramos donde Jesús de la Sagrada Entrada a Jesusalén anunció la Semana Santa

09 abr 2017 / 21:55 h - Actualizado: 09 abr 2017 / 23:32 h.
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  • El misterio de Jesús de la Sagrada Entrada a Jerusalén lució en la primera jornada. / Fotos: Manuel Gómez
    El misterio de Jesús de la Sagrada Entrada a Jerusalén lució en la primera jornada. / Fotos: Manuel Gómez
  •  Una plaza del Salvador abarrotada es testigo de la salida de La Borriquita.
    Una plaza del Salvador abarrotada es testigo de la salida de La Borriquita.

El rayo de luz que se colaba por un agujero de la cúpula central de la Iglesia Colegial del Divino Salvador anunciaba lo que iba a suceder. Era la una de la tarde y este único haz iluminaba el sobrecogedor rostro dolorido del Cristo del Amor. Sobre un monte de claveles rojos y con el único acompañamiento del pelícano parecía querer mirar de reojo al Señor de la Sagrada Entrada en Jerusalén para recordarle lo que tenía que hacer.

Eran las tres y cuarto de la tarde en punto cuando las puertas de la colegial se abrían de par en par ante un manto de fieles agolpados y ansiosos de Domingo de Ramos. Hacía calor, mucho calor. Los nazarenos entraban por detrás, por la puerta de la calle Jesús de la Pasión. Las familias compraban en bares y quioscos botellas de agua fría y se las pasaban entre todos sus miembros para que los más pequeños no sufrieran el azote de unas temperaturas que, en teoría, alcanzaron en torno a 27 grados, pero que se antojaban algo superiores por el reinado de un sol de justicia.

El año pasado no ocurrió lo mismo. Las inclemencias meteorológicas impedían al Señor hacer su salida por la mañana, como lo viene haciendo desde que la Hermandad se desdoblara en 1970, y tuvo que hacerlo como antaño, a las nueve de la noche abriendo el cortejo que precedía al Cristo del Amor y María Santísima del Socorro.

La plaza del Salvador no cabía en sí de alegría. Pocos años se vieron tantas ganas de palmas como ayer, y a las cuatro menos diez sonó el himno nacional en un entorno único de la ciudad donde todo eran adornos y colgaduras en los balcones. Una ciudad entera engalanada para ver cómo Jesús entraba a Sevilla.

La Semana Santa comenzó tras unas maravillosas vísperas en la rampa de plaza, colocada en su sitio hace escasos días, momento en el capataz José María Rojas-Marcos y sus auxiliares mandaban el trabajo con el que habían soñado junto a su cuadrilla de costaleros durante todo un largo año. Y, como siempre, llegó el tradicional momento de la marcha Cristo del Amor cuando Jesús salió a saludar a la ciudad, algo que nunca cambia. Una sintonía divina para el Domingo más bonito que vive Sevilla con los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol. Se vivió una salida tranquila pero intensa, de costero a costero hasta la primera revirá que hacía que el paso ya mirara hacia la calle Cuna.

Todos los que se acercaron a disfrutarlo tuvieron la oportunidad de escuchar incluso lo que se decían los costaleros entre ellos bajo las trabajaderas porque el respeto entre el público fue el denominador común de una mañana de nazarenos blancos.

Los niños, los otros grandes protagonistas de la jornada, también tuvieron ocasión de vivir intensamente una cofradía que se vuelca con ellos desde que la Iglesia del Salvador se abre para contemplar los pasos hasta que entra el último tramo de nazarenos. El pequeño más nervioso de todos ellos fue sin duda el joven Rafael Molina, que tuvo la suerte y el privilegio de pedir la venia en la entrada a la Campana, un ritual que se renueva cada año con un niño distinto y que no deja de ser la seña de identidad del comienzo de la primera y larga jornada en la Carrera Oficial. El jovencísimo nazareno tuvo el honor de pedir este especial y simbólico permiso en el primer año de presidencia de Joaquín Sáinz de la Maza al frente del Consejo, acompañado por el obispo auxiliar Don Santiago Gómez Sierra. El pequeño Rafael bien sabe lo que se cuece en su hermandad, siendo nieto de la camarera de la Virgen del Socorro (Julia Candau), y a partir de hoy posible futuro nazareno del cortejo del Cristo del Amor una vez que pueda hacerlo al cumplir los 14 años de edad.

El paso de misterio de Jesús a su entrada en Jerusalén hizo una auténtica declaración de intenciones de lo que esta ciudad va a vivir hasta el próximo Domingo de Resurrección. El Señor hizo su entrada a Sevilla acompañado por una cortina de incienso que embriagaba cada metro cuadrado por el que pasaba, y por un fresco olor a rosas de color rosa palo y a claveles del mismo tono. Lo hizo en su tradicional paso, con sus zapatos puestos, sin saber lo que iba a acontecer poco después, ni tampoco que se los quitarían para sufrir el calvario y para crucificarlo. El Señor entró con el característico sonido de llegada que anunciaban las campanitas que colgaban del cuello de la Borriquita. El paso de misterio incluía el estreno de la restauración de la figura de Santiago Apóstol, trabajo del restaurador y escultor nacido en Alcalá del Río Manuel Mazuecos.

El Señor ya entró a Jerusalén, y por ende, a Sevilla. Y lo hizo en una mañana cargada de inocencia en la que todo ya quedó dicho. La Pasión ha comenzado.