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Conductores de Esperanza

Cinco autobuses de Tussam conducidos por chóferes que se presentan voluntarios llevarán este Jueves Santo, de nuevo, a los Armaos al Hospital Virgen del Rocío

17 mar 2016 / 11:19 h - Actualizado: 17 mar 2016 / 11:28 h.
"Cofradías","Tussam","Cuaresma 2016"
  • Valentín Casablanca, José Manuel Sánchez, Ildefonso Damas, Francisco Vilachao, Rafael Fernández y Manuel Montes junto a un autobús rotulado Centuria Macarena ante la basílica. / Pepo Herrera
    Valentín Casablanca, José Manuel Sánchez, Ildefonso Damas, Francisco Vilachao, Rafael Fernández y Manuel Montes junto a un autobús rotulado Centuria Macarena ante la basílica. / Pepo Herrera

«Muy cofrade, cachorrista a muerte y macareno de pro». Francisco Vilachao Sivianes tiene sus sillas en la Campana pero no lo duda: «El Jueves Santo más bonito de mi vida» fue el de 2014. No vio ningún paso –y salieron todos– pero participó, como voluntario de Tussam, en la visita de los Armaos al Hospital Virgen del Rocío. Este año le tocará vivirlo desde el Centro de Control.

Vilachao, Manuel Montes, Rafael Fernández Aguayo, que se estrena en estos lares; Francisco Vergara Sales, Juan María Ruiz Almagro, José Manuel Sánchez Carrera, Valentín Casablanca Hidalgo, Francisco Malaber Pedraza y Antonio Zamora Castillo serán los que, bien conduciendo uno de los cinco autobuses que la empresa municipal de transporte ha puesto al servicio de la Centuria, bien desde la coordinación, llevarán a los Armaos el próximo Jueves Santo de nuevo al Virgen del Rocío. La mayoría repite experiencia y no lo dudó cuando Manuel Montes, promotor del vínculo entre la hermandad de la Macarena y Tussam, volvió a proponérselo. Todos, voluntarios. Unos aprovechando su día libre y otros que a la hora de la ruta (arranca a las 18 horas) no están de turno –entran de servicio de noche, una noche, la Madrugá, en la que no se interrumpe el servicio–.

Ildefonso Damas, miembro de la Centuria Macarena, conocía a Manuel Montes, hermano de Los Panaderos, por ser padre de acogida de niños bielorrusos, un programa en el que participan las dos hermandades. Como solución a los «follones que se armaban en el aeropuerto cuando llegaban los pequeños», en 2003, Montes propuso a su empresa fletar una serie de autobuses. En 2007, «el año en el que vinieron más niños», unos 700, dispusieron de hasta 12 articulados. Así que, cuando hace dos años, los Armaos decidieron volver al Virgen del Rocío y la gerencia del hospital les indicó que no podía facilitarle autobuses como en otras ocasiones, Damas no dudó en localizar a Montes y proponérselo. Montes se lo comentó a Vilachao y ambos se plantaron en el despacho del gerente de Tussam. «Me quedo con la cara del gerente cuando se lo dijimos. ‘¿Vas a meter a los Armaos en el autobús?’», le preguntó incrédulo.

Rotulados como Centuria Macarena, los autobuses se llenaron de plumas, corazas, cascos... «de lata» que en cada frenada sonaba. «Mirabas por el espejo retrovisor y veías un mar de espuma», recuerda Valentín Casablanca, que presta este servicio más que especial con su medalla de 25 años de hermano de Los Gitanos y que, cuando termine, cogerá el jarrillo de lata para hacer de aguaor de los costaleros del Señor de la Salud... pero no renuncia a contribuir a llevar esperanza y a la Esperanza a los enfermos que no podrán verla en la calle: «Lo que vives allí es lo más grande».

«Para nosotros es un transporte más cómodo que el autobús convencional», reconoce Ildefonso, puesto que pueden ir de pie. Cada autobús rígido tiene capacidad para unos 90 pasajeros, pero los armaos y sus cascos –lo tienen que llevar en la mano– ocupan más, así que los 103 miembros de la Centuria que escolta al Señor de la Sentencia –que se reparten entre banda y por cuadras–, los siete lateros y otros tantos allegados necesitan las cinco unidades que les facilita Tussam. «La respuesta de mi empresa me emocionó, me llenó. Puede parecer frío pero para mí...», comenta hasta que se queda sin palabras Vilachao.

Este año recogerán a los Armaos junto a la muralla de la Macarena, que «más bonito no puede ser el sitio» y, según han acordado con la Policía Local, que va abriendo paso, recorrerán la Ronda Histórica, Carlos V, la avenida de la Borbolla y Manuel Siurot hasta entrar dentro del recinto del hospital. De vuelta, por la Palmera, Paseo Colón, Arjona y Torneo, pararán en Curtidurías porque la Centuria quiere hacer otra visita especial de esa tarde: al convento de San Antonio de Padua. «La banda lleva 25 años tocando» tras el Cristo del Buen Fin y esta será su forma de celebrarlo, explica Damas.

Para Manuel Montes este servicio será casi una despedida. Pronto se jubila y teme que la empresa no le autorice en años venideros a conducir un autobús. Pero Vilachao ya se ha comprometido: «Yo me encargo de que tú estés aquí». No obstante, Manuel, que tendrá que llevar su sombrero, confía en que su hijo, que acaba de aprobar las pruebas de acceso, se «meta en verea». Porque «con los niños bielorrusos hemos tenido muy buenas experiencias, pero esto fue apoteósico, extraordinario», pese a la «tensión» y «a que algunos compañeros se molesten porque no los aviso, pero es que no podemos estar todos». Ahora sólo les queda «hacerle una tarjeta a la Esperanza».