A todo sevillano, andaluz o español que haya viajado recientemente a Nueva York y visitado el Metropolitan Museum le habrá sorprendido encontrarse en una de sus galerías con un sorprendente simulacro de la Virgen del Rocío. En realidad, se trata de un simple maniquí que luce corona y rostrillo, a imagen y semejanza de la iconografía más universal de la Patrona de Almonte, y que viste un llamativo traje en tonos dorados del diseñador francés y empresario de moda Yves Saint Laurent (Orán, 1936/ París, 2008).
El conjunto textil forma parte de la exposición Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination (Cuerpos Celestiales: la moda y la imaginación católica), inaugurada el pasado mes de mayo en este museo del distrito de Manhattan y que permanecerá abierta hasta el próximo 8 de octubre. La exposición traza un diálogo entre moda y religión y reúne tanto ropajes y accesorios papales cedidos por el Vaticano, como creaciones de diseñadores contemporáneos de la alta costura inspirados por la estética católica. Esta exposición explora cómo la influencia de la religión católica ha moldeado la creatividad de estos diseñadores y cómo se transmite a través de sus impulsos narrativos.
La muestra neoyorkina exhibe, por un lado, un buen número de túnicas papales casullas, capas, dalmáticas, anillos, báculos, mitras, tiaras y otros accesorios procedentes directamente de la sacristía de la Capilla Sixtina, muchos de los cuales nunca se han visto fuera del Vaticano. Entre ellos, un par de zapatos rojos, hechos por el italiano Loredano Apolloni, que pertenecieron al Papa san Juan Pablo II. Aunque fue Benedicto XVI el que popularizó su uso, los zapatos rojos pertenecen a una tradición papal que data de siglos atrás. Su color significa la sangre de la Pasión de Cristo y de los mártires católicos, así como el fuego del Espíritu Santo en Pentecostés, que marca el nacimiento de la iglesia.
El otro plato fuerte de la exposición es una colección de aproximadamente 150 trajes creados desde 1939 y hasta la actualidad por diseñadores de la talla de Balenciaga, Jean Paul Gaultier, Dolce&Gabbana, Christian Lacroix o Yves Saint Laurent inspirados en la estética católica.
Entre los hábitos realizados para esculturas más insólitos que se exhiben en el Metropolitan Museum, destaca el traje ideado en 1985 por Yves Saint Laurent para la Virgen del Rocío de París, una imagen que se venera en la capilla de Notre-Dame de Compassion (Nuestra Señora de la Compasión), en las cercanías del Arco del Triunfo, y que encargó Enrique de Orleans, conde de París, en homenaje a su abuela, la sevillana María Isabel de Orleans y Borbón, que era muy devota de la Blanca Paloma y que tras el fallecimiento de su padre, en 1890, heredó de éste el Palacio de Villamanrique de la Condesa, en Sevilla.
Lo más soprendente de toda esta historia es que esa imagen de la Virgen del Rocío parisina tiene un origen sevillano. Los descendientes de los condes de París solicitaron que fuera una talla de la Virgen del Rocío la que presidiera la capilla de Nuestra Señora de la Compasión, por lo que mandaron a un comisionado del obispo a que trajera de Sevilla una talla de la Patrona de Almonte. En tierras hispalenses dieron con el pintor y escultor Francisco Maireles (1920-2000), que tenía esculpida una cabeza policromada de la Virgen, sin el cuerpo. Al no tener otra opción, los emisarios franceses se llevaron ese rostro de la Virgen del Rocío a París, donde le hicieron posteriormente el cuerpo, el traje y el rostrillo. El traje fue encargado al famoso diseñador Yves Saint Laurent y al no tener disponibilidad o posibilidad de hacerle las ráfagas, o quizás ante la disyuntiva de usar las tradicionales o las de pincho, se convino encargar un rostrillo a la famosa casa de joyas Cartier.
La imagen de la Virgen del Rocío parisina tampoco contaba en su falda con la talla del Divino Pastorcito, pero eso se solucionaría años más tarde en una peregrinación de la hermandad de Triana. En 1989 la hermandad trianera le regaló la imagen del Niño, obra también de Francisco Maireles, y París asistió el 10 de diciembre de ese mismo año a una procesión inédita de la réplica de la Patrona de Almonte organizada por la asociación Rocieros del Mundo