El boceto del nuevo misterio de la Hermandad del Buen Fin es ya una realidad. La junta de gobierno que preside como hermano mayor Juan Antonio Díaz Rico ha presentado al cabildo general de hermanos, celebrado en la noche de este jueves 20 de octubre, el trabajo realizado por el escultor Darío Fernández para mostrar cómo será el conjunto escultórico que tallará este artista para acompañar al Santísimo Cristo del Buen Fin a partir del Miércoles Santo del año 2024. Cabe recordar que fue el domingo 19 de septiembre de 2021 cuando los hermanos aprobaron, en otro cabildo general, que el crucificado de Sebastián Rodríguez volviese a salir arropado por un misterio, contando con el respaldo de 185 hermanos de los 250 que asistieron a aquella cita.
Darío Fernández recupera para este misterio los mismos cuatro personajes que estaban presentes en el conjunto anterior, obra del recientemente fallecido Luis Álvarez Duarte en 1972 y que procesionó hasta la Semana Santa de 1998. Estos personajes eran José de Arimatea y un soldado romano, que recibía del primero el permiso por escrito de Pilatos para desenclavar el cuerpo de Cristo del madero, Santa María Magdalena arrodillada al pie de la cruz y Nicodemos en la trasera de la escena. Es más, Darío Fernández ha creado una composición con teatralidad, inspirándose en la pintura barroca, de modo que el Señor, rodeado por las imágenes secundarias, queda en el centro de la composición.
Ahora, Nicodemos pasa a la delantera en una postura en la que parece que se reincorpora de agacharse tras tomar la escalera a la que se subirá al travesaño para descender el cadáver de Jesús, mientras que la Magdalena se abraza al leño por el lado izquierdo de Cristo, lo que permite que desde el frontal puedan contemplarse todas las figuras. Ese abrazo, por cierto, tiene su guiño, ya que evoca igualmente el abrazo de San Francisco a Jesús crucificado, en clara evocación al espíritu franciscano de esta corporación. Tras el Cristo del Buen Fin permanece la secuencia de la entrega del manuscrito de Pilatos, con el soldado romano a la derecha y José de Arimatea a la izquierda, quien ya tiene el documento en su diestra, mientras que con la otra mano, y como apoyándola sobre el brazo y el hombro, sujeta la otra escalera que habrá de ser empleada para el descendimiento.
