El colorismo de Cerezal inunda el cartel del Corpus

La obra, que refleja una perspectiva de abajo arriba del Altar de Jubileo de la Catedral, es «una invitación a mirar al cielo de Sevilla» según su autor

Manuel Pérez manpercor2 /
14 may 2018 / 12:30 h - Actualizado: 14 may 2018 / 12:32 h.
"Corpus Christi","Juan Carlos Cabrera"
  • Presentación del cartel del Corpus Christi 2018. / Manuel Gómez
    Presentación del cartel del Corpus Christi 2018. / Manuel Gómez
  • Cartel del Corpus 2018. / El Correo
    Cartel del Corpus 2018. / El Correo

Desde los azules de lo humano al amarillo de la divinidad, pasando por el blanco de la pureza y el rojo sacramental. Así podría resumirse la obra de Jose Pérez Cerezal para ilustrar el cartel del Corpus Christi 2018, cuyo protagonista es el Altar de Jubileo de la Catedral. La perspectiva, de abajo arriba –el punto de fuga se sitúa a más de un metro por encima del cuadro–, es, según el propio pintor, una «invitación a mirar el cielo de Sevilla», porque «ahí está la esperanza».

Cerezal, fiel a su estilo, ha vuelto a ofrecer una versión colorista y personal de esa Sevilla íntima que aguarda la llegada de uno de los tres jueves que relucen más que el sol. La obra, de grandes dimensiones, es una explosión de color que se aleja de la visión del Corpus en la calle, como explicó el pintor. «Que me perdone Arfe por no reflejar su magna obra», espetó.

«Se pinta como se es», apuntó el compañero de profesión de Cerezal y cartelista del Corpus en 2016, Fernando Vaquero, en su presentación aludiendo al carácter jovial de Cerezal como elemento definitorio de su obra. Así, Vaquero explicó que «la mejor palabra que define su estilo es la que aparece en la esquina inferior izquierda: Cerezal». El circunloquio de Vaquero concluyó, sin que aún se retirara el damasco que cubría el cartel, asegurando que la pintura sería un «derroche de alegría y optimismo, porque se pinta como se es». En este sentido, el delegado de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, destacó que la obra «está llena de entusiasmo».

Y como se pinta como se es, Cerezal, con el habitual humor atrevido y mordaz que lo caracteriza, reconoció que no sabía cómo se iban a tomar los sevillanos esta obra y temía un posible destierro de la ciudad. «Al menos que me pongan un piso en Chipiona», bromeó el pintor. Pero nada más lejos de la realidad. Cerezal volvió a sorprender con su originalidad y su pintura valiente y atrevida. El color volvió a ser claro protagonista de una obra que aporta un valor añadido a los carteles de Sevilla alejándose así de la retórica barroca y vaporosa que tanto impera en la ciudad.