El Corpus recobra esplendor sin eludir el debate del tedio

Solemnidad del Cuerpo de Cristo. El Ayuntamiento logra revitalizar el ornato de una fiesta que sigue sometida a la controversia de su elefantiásica procesión

15 jun 2017 / 18:02 h - Actualizado: 16 jun 2017 / 17:25 h.
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  • La Custodia de Arfe transcurre ante el altar que preside la Hiniesta gloriosa en la plaza de San Francisco. / Manuel Gómez
    La Custodia de Arfe transcurre ante el altar que preside la Hiniesta gloriosa en la plaza de San Francisco. / Manuel Gómez

La solemnidad del Corpus Christi en Sevilla ha recobrado el esplendor y la brillantez de antaño, aunque para ello haya sido necesario insuflarle al paciente –debilitado durante años por la monotonía y el gigantismo de su kilométrica procesión eucarística– una buena dosis de oxígeno municipal. El empeño del Ayuntamiento por revitalizar el ornato consustancial a esta fiesta ha sido decisivo para que Sevilla haya vivido este jueves un Corpus brillante, solemne y en las antípodas estéticas del de 2016, cuando el alarmante descenso de altares eucarísticos en el recorrido de la procesión hizo encender todas las alarmas. Se tocó fondo. Este año no sólo se han vuelto a levantar grandiosos altares en puntos concretos de la procesión de los que habían desaparecido –caso del de San Gonzalo en la Avenida o de los rescatados altares de las Siete Palabras, en la plaza del Salvador, y de San Isidoro, en Francos– sino que, gracias al trabajo de una comisión impulsada por el Ayuntamiento, edificios como el Palacio Arzobispal, el balcón de la Giralda o la sede de la Fundación Cajasol, en la plaza de San Francisco, han desempolvado sus cotizados tapices para colgar sus balcones al paso del Santísimo mientras que otros históricos inmuebles como el Laredo o la sede de la Caixa en Sierpes engalanaban sus fachadas pro primera vez. Hasta se han vuelto a ver, 22 años después, los gallardates de terciopelo rojo que adornaron la avenida de la Constitución el día que la infanta Elena contrajo nupcias con Jaime de Marichalar.

Con algo menos de concurrencia de público en las calles como consecuencia de las altas temperaturas propias de un Corpus tan alto en el calendario –se esperaba un día achicharrante y, al final, el calor fue medianamente soportable–, la procesión eucarística que organiza el Cabildo Catedral ha estado marcada un año más por la alta participación en las representaciones y el ensanchamiento en sus horarios, ya que por segundo año consecutivo la comitiva adelantaba su horario de salida a las 8.15 horas.

Pese a las críticas del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, a las «sobreabundantes representaciones» del Corpus, las cifras de participantes en la procesión no decrecen. Un ejército de aproximadamente 4.000 fieles, aportados en su mayoría por el mundo de las hermandades, toman parte año tras año de la procesión más multitudinaria de la ciudad, sujeta continuamente a mil y un debates sobre cómo hacerla menos tediosa.

Cualquier paciente espectador que desee presenciar a pie quieto los nueve pasos de la procesión y su gigantesca comitiva se expone a darse un plantón de dos horas y media, mientras que los integrantes del cortejo tardan, por contra, poco más de hora y media en completar el recorrido íntegro de la procesión –desde la Puerta de San Miguel a la de los Palos– para luego acodarse en la barra de algún bar cercano dispuestos a saborear un buen desayuno. Desde que Edmundo Vivancos, el espigado níño carráncano de 12 años que abría el cortejo, hizo sonar por vez primera la esquila que llevaba colgada a su cuello, hasta que la Custodia de Arfe asomó a la avenida de la Constitución a los sones de la Marcha Real para iniciar su recorrido habían transcurrido dos horas y treinta y un minutos de reloj, todo un castigo hasta para el más paciente de los espectadores.

La consecuencia inevitable del gigantismo numérico de la procesión es la escena que año tras año se repite en el interior de la Catedral, la de la pescadilla que se muerde la cola. Mientras que por la Puerta de los Palos retorna al templo metropolitano la cabecera del cortejo, en el trascoro catedralicio aún esperan pisar la alfombra de juncia y romero de la Avenida cinco de los nueve pasos, a saber, el del Rey San Fernando –cuya salida saludó la Banda Municipal a los sones de la marcha Corpus Christi, de Ángel Peñalva–, el de la Inmaculada Concepción –siempre uno de los mejor exornados–, el del Niño Jesús de la Sacramental del Sagrario y su bella sinfonía de campanitas, el de la Custodia de la Santa Espina y ese extraordinario monumento de plata que labrara Juan de Arfe en el último cuarto del siglo XVI para cobijar a Jesús Sacramentado.

A las doce y diecisiete minutos de la mañana, los brillos de plata de la Custodia eran engullidos por la penumbra de la Puerta de los Palos. Minutos después, el arzobispo de Sevilla impartía desde el Altar del Jubileo, presidido por la Virgen de la Granada, la bendición con el Santísimo. Concluía así una procesión de abanicos, botellas de agua y sombrillas chinescas entre el público; de cotizados lugares a la sombra y de llamativos vacíos al sol; de alta participación en las representaciones de las hermandades –en la Macarena se contaron cerca de 140 integrantes por 105 en la del Gran Poder–; de prohibición de hacer fotos a los niños seises durante la procesión «por petición del Cabildo Catedral»; de la rebelión de algún comercio de Francos a que pongan sillas a sus puertas; y de la recuperación del esplendor estético en las calles de la ciudad.

APUNTES

El Señor de la Sagrada Cena volvió este jueves a presidir el altar de la puerta lateral del Palacio Arzobispal durante la procesión del Corpus Christi. Para la ocasión, la imagen de Sebastián Santos lució una túnica burdeos y un mantolín azul, una estampa poco usual y que evoca a la de sus primeras participaciones en el marco de esta procesión, en los años setenta.

Una reliquia del último santo sevillano

A los pasos de los santos sevillanos que procesionan en el Corpus se unió este jueves una reliquia del último santo sevillano subido a los altares. Sobre el paso del Niño Jesús del Sagrario figuró un relicario con la reliquia de San Manuel González, que ha sido donada a la Archicofradía por intersección de la Congregación de la Hermanas Eucarísticas Misioneras de Nazaret. San Manuel González, también conocido como el Obispo del Sagrario abandonado, ha sido el primer seise en llegar a los altares.

ASENJO LLAMA A RECUPERAR LA GENUFLEXIÓN ANTE EL SANTÍSIMO

El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, aprovechó la homilía de la solemnidad del Corpus para recordar la importancia de la adoración eucarística y de algunas «actitudes externas» ante los sagrarios de las iglesias que cree necesario recuperar. De este modo, el prelado sevillano instó a los fieles a «no olvidar» que en el misterio eucarístico hay «dos aspectos esenciales: la celebración de la santa Misa y la adoración del Santísimo una vez que ésta concluye». Según expuso, a veces «los fieles han reducido su relación con el Señor al momento de la santa Misa, olvidando su presencia constante en los sagrarios de nuestros templos, junto a nuestras casas, como «Corazón palpitante» de nuestra parroquia y de nuestro barrio, como alguien con quien queremos convivir permanentemente, contando con su presencia, aceptándole en el devenir de nuestras vidas como un vecino importante, conocido y querido, cuya presencia es una riqueza para todos». En su búsqueda por darle mayor relevancia a la adoración eucarística, Asenjo recordó una anécdota de San Pascual Bailón y aludió a «la importancia de las actitudes externas, la genuflexión, la postración de rodillas en señal de respeto y veneración, actitudes que en tantos lugares se han perdido y que sería necesario recuperar».

«Uno de los mejores Corpus»

Por su parte, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, se mostró «satisfecho» al término de la procesión eucarística del esfuerzo realizado «entre todos» por revitalizar la estética del Corpus. «Ha sido seguramente uno de los mejores Corpus que se recuerdan», valoró el regidor. «Estoy muy satisfecho. El arzobispo igualmente nos ha felicitado por la organización. Todos los años la organización es muy buena pero es verdad que la petición que hicimos el año pasado de colaboración, de volver a recuperar esos altares en puntos concretos que desaparecieron ha sido fundamental. Todo el mundo ha colaborado. Creo que se ha notado en las caras de satisfacción de la gente que de nuevo esta festividad vuelve a remontar».

Para el año que viene el alcalde se ha propuesto recuperar otra tradición estética que había caído en desuso: la de exornar la Custodia de Juan de Arfe con magnolios del Parque de María Luisa. ~