El pregón de los pregones

El 2021 será recordado por los cofrades por muchísimas razones. Y una de las más indelebles se titula «La Semana Santa en la palabra», acto de homenaje al Pregón que reunió en un mismo escenario a José María Rubio, Joaquín Caro Romero, Carlos Herrera, Lutgardo García, Alberto García Reyes y Charo Padilla

21 mar 2021 / 18:02 h - Actualizado: 21 mar 2021 / 19:49 h.
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Ochenta y cuatro años han transcurrido desde que Federico García Sanchiz diese su «charla» en el desaparecido Teatro San Fernando, la cual supondría el germen del Pregón de la Semana Santa de Sevilla. Casi ocho décadas y media, en las que hemos asistido a todo tipo de declaraciones de amor a la ciudad y a su celebración más popular, y con las que nos hemos emocionado, aprendido e incluso divertido (porque no solo de ruán vive el cofrade).

En la historia del PREGÓN —escrito así, con mayúsculas—, ha habido de todo y para todos; desde algún año incierto en el que se hubo de abandonar el mítico recinto de la calle Tetuán para trasladarse a la capilla del Museo (por entonces se llamaba Proemio cofradiero), a ediciones brillantes, simplemente correctas e incluso soporíferas. Pero aun así, dicho acto ha contado con el respaldo de la mayoría de los cofrades durante sus respectivas etapas, primero en el mencionado Teatro San Fernando, y más tarde en el Lope de Vega y el Maestranza. De este modo, lo que comenzó siendo un ejercicio intimista oficiado durante el primer tercio del siglo XX, dio el salto al nuevo milenio como el genuino «pórtico» de la Semana Santa.

Si al igual que ocurre con el fútbol, tuviésemos que seleccionar a los mejores pregoneros de la historia —aquellos que podrían integrar el equipo ideal de rapsodas de lo efímero y lo inefable— seguramente deberíamos comenzar por Antonio Rodríguez Buzón, que sin ser inventor de nada, ha pasado a la historia como el creador de un modelo mil veces imitado y que no nos cansamos de escuchar y admirar. Él sería —valga el símil deportivo— el entrenador de una selección en la que no deberían faltar figuras como José María Pemán, Luis Ortiz Muñoz, Joaquín Romero Murube, Antonio Filpo Rojas, Antonio Montero Galvache, José Sánchez Dubé, Manuel Toro, Juan Moya Sanabria, José Luis Garrido Bustamante, Carlos Colón y Antonio García Barbeito.

Por Ellos y para Ellos

Ninguno de ellos ha formado parte del acto organizado por el Consejo de Cofradías para dar lustre al Domingo de Pasión de 2021 —la mayoría ya no se encuentran entre nosotros, y el resto no han integrado la lista por decisión propia o de los responsables de la institución—, pero no obstante su espíritu ha estado presente a través de los nombres que les antecedieron o les sucedieron, al igual que el resto de escritores, médicos, abogados, clérigos, periodistas, pero sobre todo cofrades, que nos hicieron soñar con las puertas de la Gloria, el sonido de las cornetas o el aroma del incienso.

Si el primer pregonero de la historia se colocó tras el atril un 20 de marzo, el penúltimo hasta la fecha lo ha hecho un día después, el 21, y en unas condiciones sorprendentemente similares a las de entonces: en medio de una guerra. Porque a pocos escapa que lo que estamos viviendo (o mejor dicho, sufriendo) es una suerte de enfrentamiento bélico contra un enemigo invisible que, prácticamente a diario, y como ocurriese en la contienda de 1936, provoca bajas entre la población civil. Una lucha sin cuartel en la que, para sobrevivir, habremos de seguir encomendándonos a Cristo y su bendita Madre, los cuales, en el sentir sevillano, llevan advocaciones y rostros cincelados en nuestros corazones y nuestra memoria. Por Ellos y para Ellos hemos visto desfilar por las tablas del Maestranza a pregoneros míticos de los últimos treinta años —no están todos los que son pero sí son todos los que están—; nos hemos vuelto a deleitar con las marchas interpretadas por la Banda Sinfónica Municipal —la más antigua de la que se tiene constancia—; e incluso hemos evocado momentos irrepetibles de la historia de este acto. Por Ellos y para Ellos, pues sin Jesús y María no tendrían sentido los pasos, ni los nazarenos... y mucho menos los pregones.

La Semana Santa en la palabra

Resulta difícil quedarse con un momento de este ‘pregón de los pregones’ llamado por sus impulsores «La Semana Santa en la palabra» y celebrado el Día Mundial de la Poesía de un año que está siendo de todo menos lírico. No obstante, es de justicia destacar la habilidad que han tenido sus organizadores para recoger la esencia de un acto grabado a fuego en el calendario del cofrade y darle unas cuantas vueltas hasta obrar este hermoso experimento. Y decimos ‘experimento’ porque quién sabe si en un futuro el Pregón tradicional podrá tomar ciertas fórmulas utilizadas en 2021 —según señaló el presidente del Consejo Francisco Vélez en la posterior rueda de prensa, «a lo mejor alguna viene para quedarse»—. Comenzando por el escenario, el cual ha experimentado un cambio sustancial con la ausencia de las autoridades, y culminando con la proyección de imágenes —bellísimo el recuerdo a Rodríguez Buzón y a todos los pregoneros de la historia— o una mayor presencia de la música —la introducción del violín y el piano fueron un completo acierto—. A todas estas novedades hemos de otorgarle un sobresaliente, así como a la valentía de organizar un evento que pretendía ocupar un vacío prácticamente insalvable y que, de no haberse dado estas circunstancias, tal vez no hubiésemos presenciado nunca.

En cuanto a los protagonistas en sí, poco podemos decir que no se dijera ya el año que regalaron a Sevilla la magia de su escritura y la fuerza de su verbo. Si acaso reseñar que han sabido confirmar en sus breves intervenciones —entre diez y catorce minutos cada uno— el por qué sus alocuciones no han caído en el olvido y hoy son el espejo para muchos aspirantes. Desde José María Rubio, cuyos versos a la Esperanza de Triana inundaron de brisa marinera todos los rincones del auditorio («Porque Triana se llama el corazón de Sevilla»), a Charo Padilla, fresca, radiante y cercana en su eterno Martes Santo en El Cerro («Hoy, Domingo de Pasión, he procurado ser la de siempre»). Tampoco defraudaron Lutgardo García, con un texto inédito que precedió a sus poderosos versos al Cachorro y Sevilla («¿Conocéis el lugar?»); ni Joaquín Caro Romero, con su romance dedicado a todas las hermandades —uno de los monumentos de la Semana Santa escrita— y su maravillosa «décima de doce versos» dedicada a la Macarena en 1969, y recuperada en su pregón de 2000: «...que dicen que por abril cumple diecinueve años». Y por supuesto volvió a brillar Carlos Herrera, cuya puesta en escena puede considerarse el epítome de lo que el acto debería ser y aspirar: la excelencia en la comunicación («A la Gloria, sevillanos»). Aunque fue la voz de Alberto García Reyes —la voz rota más íntima— la que nos llegó al alma con el testamento lírico de Rafa González-Serna (Poesías desde el hospital). Gracias a su generosidad pudimos escuchar el texto «No hay mañana sin ti», y evocarlo en el espacio donde el artista se convirtió en leyenda. Un momento de lo más emotivo que el adjunto a la dirección de ABC remató con lágrimas en los ojos: «Mis dos palabras postreras / serán Sevilla y amén».

Y ya que hablamos de nombres propios no podemos evitar nombrar a Julio Cuesta, el pertinaz pregonero sin atril que recibió el testigo de manos de Charo Padilla y nos dejó unas palabras llenas de hondura («Lo de hoy aquí ha sido volver a soñar»); Carlos Valera —responsable de las estampas que ilustraron la cita—; Francisco Javier Gutiérrez Juan —capitán de los ‘Armaos’ de «Amarguras»—; y Fran López de Paz —maestro de ceremonias de un acto que quedará en el recuerdo para siempre—.