Fundir para iluminar. Una noche especial en San Pedro

Los priostes de la hermandad del Cristo de Burgos funden la candelería del palio con vistas al Miércoles Santo

Juanmi Vega @Juanmivegar /
03 abr 2019 / 08:06 h - Actualizado: 03 abr 2019 / 08:06 h.
"El Cristo de Burgos","Cuaresma","Cuaresma 2019"
  • Marcos Montes atento a las labores de fundido de la candelería. / Juanmi Vega
    Marcos Montes atento a las labores de fundido de la candelería. / Juanmi Vega

Durante la noche es cuando se labora en las hermandades. Es el momento en el que se sale del trabajo, se aparca durante un ratito a la familia y los estudios y uno se enfunda el mono de trabajo.

Una vez se cierran las puertas principales de la iglesia de San Pedro se abre la del lateral para dejar paso a los que quieran ayudar.

El templo está vacío. Se escucha resquebrajar el papel que envuelve la cera. Otra persona se encarga de raspar el final para que encaje bien en la candelería. En una mesa hay un hornillo. En ese aparato portátil se saca el mejunje para que las velas aguanten las levantás al cielo de los costaleros.

«¡¡Caldo!!» gritan desde el lugar privilegiado del palio donde en unos días estará Madre de Dios de la Palma. Un joven lleva el líquido pegamento que está compuesto por perrubia y los recortes de la cera para echárselo dentro del cubillo de los 92 candeleros que conforman la candelería y luego introducir la vela para que quede en el sitio.

Para cuadrar que estén las velas en su sitio se ponen tres personas: una en el lateral derecho, otro en el izquierdo y el último, frente por frente al palio. El palio está posicionado justo delante del altar en el que están las imágenes de la cofradía.

Altar mayor y Santa Ángela son las formas de decir izquierda o derecha pero de esta forma nadie se equivoca. Todo tiene su mimo y su esmero. Hay que dejarlo perfectamente cuadrado para que luzca el Miércoles Santo e ilumine el rostro de Manuel Gutiérrez Reyes-Cano.

No se para ni un minuto. El único descanso que se tiene es cuando llega ‘El Juli’ con las viandas. En ese momento, se para el trabajo y se accede a una sala cercana. Allí, en una mesa, se cena mientras se hablan de la vida de la hermandad y se cuentan anécdotas.

Son ya cerca de la 1 de la mañana. Hay que seguir pero con cautela, que mañana todos tienen que seguir con su quehaceres. Además hay que esperar a que lo que se ha fsundido cuaje y se quede duro para mover el palio y colocarlo en su sitio.

El momento de espera es cuando se hace vida de hermandad. Son una piña, una familia.

Los jóvenes aprenden de los que más años han hecho ese trabajo. La hermandad deja que sean estas nuevas generaciones las que preparen los pasos. Es la mejor forma de tener un futuro asegurado. La única lástima es tener que esperar un año de nuevo para poder disfrutar de estos momentos.