Ni nos referimos a la capital de Sicilia ni tampoco al barrio más extenso de la ciudad argentina de Buenos Aires. El término palermo es otra de las voces que gozan de una acepción particularmente cofradiera. Con ella nos referimos a los palos de madera en forma cilíndrica que portan en algunas cofradías los diputados de tramo, los enlaces y a veces los fiscales, a modo de los cirios de cada comitiva, y que suelen ir pintados con el color propio de los mismos o bien barnizados. En la parte superior suelen llevar un pabilo de algodón cerrado o un cordón con los colores corporativos, para que de esa forma el diputado, celador enlace o canastilla pueda llevarlo así asido a la mano. Estos palermos suelen incorporar en su parte inferior una contera metálica con la que el diputado golpea en ocasiones el suelo para transmitir de esa forma instrucciones a los nazarenos que componen su tramo o sección con el propósito de velar por la organización y el buen orden de la cofradía. En los reglamentos de régimen interno de algunas hermandades se hace mención expresa a estos artilugios. Así, por ejemplo, en el de la hermandad de la Macarena se explicita que «durante la Estación de Penitencia y para identificarse de los nazarenos, los diputados portarán un ‘palermo’ de ciento veinticinco centímetros de altura, de color morado en los tramos que acompañan a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y verde en los casos de la Santísima Virgen de la Esperanza, con el escudo de la Hermandad sobrelabrado en una superficie de plata o de metal de color plateado, en el tercio superior del mismo. Los extremos superior e inferior del ‘palermo’ estarán reforzados por cantoneras del mismo metal y color, de quince centímetros de altura». De la exitosa serie de El Palermasso ya les hablaremos otro día.