En la Semana Santa de Sevilla el pertiguero, que lleva la pértiga, se encarga, más allá de velar como oficial eclesiástico por el buen tino de la liturgia y el orden, de cuidar por el escrúpulo y buen hacer el cuerpo de ciriales, monaguillos, incensarios y asistentes que acompañan a los pasos de los titulares y que procuran el debido brillo al culto externo en todo momento. Es habitual que el pertiguero sea el responsable de los hermanos que portan los ciriales. Antecede este grupo a cada paso. Cuando el paso se levanta, el pertiguero dará un golpe en el suelo haciendo sonar la parte inferior de la pértiga como señal para que los ciriales se alcen. Hará lo mismo cuando el paso se detiene para que los ciriales se bajen y queden apoyados en el suelo. Tiene además el encargo de cuidar que la cera de los ciriales vaya encendida de manera permanente anunciando la llegada de los Sagrados Titulares. Vela además porque el incienso vaya ardiendo, quemado, de manera regular para lo que se ayuda de incensarios y navetas.

Es muy habitual que el pertiguero sea una persona de no mucha edad, muy a menudo miembro de la juventud de la Hermandad, al igual que los ciriales y los monaguillos. Ocupan un sitio de privilegio y de mucha responsabilidad en el seno de la cofradía cuando ésta realiza la estación de penitencia pero además participan durante todo el curso en los cultos de regla y en los extraordinarios que celebre la corporación. Así, es normal que esté vinculada su tarea durante al año con el reconocimiento para salir en ese puesto el día de la estación de penitencia.

El pertiguero además tiene que cuidar su aspecto toda vez la indumentaria es una pieza que facilita la propia Hermandad. No podemos olvidar que hablamos de personas muy cercanas al paso que además anuncian su llegada y tratan en todo momento de dignificar a los Sagrados Titulares.

Hay que reseñar que precisamente por ese lugar que ocupan en la cofradía tanto el pertiguero como cualquier miembro del acolitado, ciriales y auxiliares, suelen atravesar momentos de mucha dificultad para andar y cumplir con su tarea. En ese sitio se agolpa un importante número de personas del público que dificulta sobremanera cualquier acción. Así, en los momentos de bulla es habitual que los ciriales, pertiguero, incensarios y navetas pasen tramos de apuro, empujones y situaciones difíciles.