Cuaresma 2021

«Hay que seguir aprendiendo y luchando porque la saeta nunca se muera»

El saetero sevillano Alex Ortiz ha contado a El Correo de Andalucía qué es para él la saeta al igual que hacer un breve recorrido por sus más de 25 años de experiencia en este mundo

Alex Solano alex_linense /
21 mar 2021 / 19:05 h - Actualizado: 21 mar 2021 / 19:08 h.
"Cuaresma 2021"
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Otra de las cosas que echaremos en falta esta Semana Santa será el mirar hacia arriba y encontrar en un balcón a un saetero agarrado al balcón lanzándole su rezo a las imágenes que componen nuestra semana grande. El Correo de Andalucía ha tenido la suerte de poder hablar con Alex Ortiz, uno de los grandes de este mundo.

Devoto y apasionado de la Virgen de los Ángeles, la Esperanza Macarena y Jesús Despojado, entre otros, nos cuenta cómo ha vivido uno de los grandes saeteros de Sevilla este último año de pandemia, al igual que nos ha abierto su corazón para poder vislumbrar qué se encuentra en su interior a la hora de cantar una saeta.

¿A quién fue tu primera saeta?

RESPUESTA: Mi primera saeta en Semana Santa fue con la corta de edad de 13 años a la Hermandad de San Roque. Fue un momento inolvidable porque es la Hermandad de mi padre, una de las hermandades de mi barrio y fue algo muy entrañable. Aunque mi primera ‘saeta propiamente dicha’ fue aquella Cuaresma en un acto que se hizo en la Hermandad de la Amargura, algo que también recuerdo con mucho cariño.

¿Esperabas que después viniesen todas las demás?

R: La verdad es que no esperaba todo lo que vino después; el único propósito que yo tenía por el cual yo empecé a cantar saetas fue para poder cantarle a la Virgen de los Ángeles de los Negritos, a la que es mi Hermandad. La cosa después se ‘desmadró’ un poquito, y el primer año recién estrenado en este mundo empecé cantando a cuatro hermandades y hoy en día canto un total de casi sesenta saetas, así que imagínate... con trece años ni por asomo me podría imaginar esto.

¿Cuál es la que te pega el pellizco más fuerte en el estómago?

R: Son muchas hermandades, date cuenta de que tras más de 25 años que llevo cantando saetas se han dado tantos momentos maravillosos, bonitos e inolvidables que no podría quedarme con uno de ellos... aunque quizás, podría elegir mi saeta a la Virgen de los Ángeles y las que he cantado durante tantos años a la Macarena. Quizás sean esas las imágenes que más me pegan el pellizco, poder cantar en mi barrio, poder cantar a mi gente, poder cantar a mis imágenes... es algo muy grande. Y como siempre digo; todo el mundo hace balance del año el 31 de diciembre, y yo lo hago el Jueves Santo, cuando llega la hora de cantarle a mi Virgen de los Negritos.

¿Cuál es la mejor ubicación en la que cantar una saeta?

R: Siempre se habla de un balcón, que esté en una primera planta y lo más cerca posible de las imágenes. Eso sería lo ideal, pero yo he llegado a cantar desde un tercero piso, desde una azotea, desde un segundo... he cantado desde tantos sitios inverosímiles que al fin y al cabo lo importante es poder rezarle a las imágenes y cantar, e intentar hacerlo lo mejor posible y con el máximo respeto posible.

¿Cómo sería la saeta perfecta? (Sitio, hora, hermandad...)

R: En ese aspecto, a mi no me importa cantar a las tres de la tarde o a las once de la noche, todas tienen su encanto. Yo vivo momentos muy bonitos cuando le canto a la Virgen de la Paz o al Cautivo, que son de día, y momentos increíbles cuando canto al Museo de noche, con esa plaza con todo apagado, al igual que cuando llega el momento de mi Virgen de los Ángeles por la noche, e incluso cuando se da ese momento de cantarle a la alegría de la mañana a la Macarena... Hay tantas circunstancias que son perfectas... como en San Bernardo o a la Candelaria, hermandades a las que canto tanto por la mañana como de noche. Pienso que no hay una hora y un momento perfecto, simplemente es aquel en el que tienes ganas de cantar y que el momento se tercie y que haya ese silencio como tiene esta ciudad, que respeta mucho ese silencio.

«Hay que seguir aprendiendo y luchando porque la saeta nunca se muera»

¿Qué es lo que más has echado de menos durante este último año de pandemia?

R: Muchísimas cosas que se han quedado en el tintero, en el corazón. Como buen cofrade he echado de menos ver una iglesia llena en cualquier día de misa, en cualquier acto cofrade, en cualquier pregón... eso se está echando mucho de menos. Y después el ver un paso en la calle, que viene acompañado de esas vivencias de cada día de nuestra semana grande, las vivencias de la Cuaresma, que para mí y para todos los sevillanos es tan importante. Charlas, pregones, conciertos, y ese frío del balcón... cuando vuelva a ese frío del balcón agarrado no me lo voy a creer. Es todo, se vive desde una profunda tristeza, pero al menos este año podemos estar en la calle habrá que vivirlo desde la religiosidad, el respeto y la fe, pero sobre todo desde la esperanza de que el año que viene todo esto vuelva a la normalidad.

¿Quién es o quién ha sido el mejor saetero o saetera de Sevilla?

R: Como el arte es tan distinto a todo lo demás, decir ‘el mejor’ en unas matemáticas, o en un partido de fútbol es diferente; aquí no hay nota media ni una copa que conquistar, esto se debe al gusto personal de cada uno. Ha habido tantos y tan buenos maestros cantando saetas que para mí no sería justo hablar de ‘el mejor’. Ha habido muchos saeteros y saeteras buenos que han formado parte de la Semana Santa de Sevilla y de Andalucía, y a ellos hay que darle las gracias porque de ellos hemos bebido los que estamos ahora y seguramente, si vienen otras generaciones, que me consta que ya están viniendo, espero que beban de las mismas fuentes que de las que nosotros lo hemos hecho. Hay que seguir aprendiendo y luchando porque la saeta nunca se muera.

¿Crees que se le debería dar más protagonismo a las saetas dentro de nuestra Semana Santa?

R: Nunca me lo he planteado, pero sí es verdad que a mí me gustaría que la gente supiera el esfuerzo que conlleva cantar una saeta. Una saeta no es subirte a un balcón y cantar algo como el que está cantando una sevillana, que de hecho yo las canto, o una balada de pop; es algo mucho más profundo, ya que estás jugando con el sentimiento y la fe de las personas y además estás solo ante el peligro, es algo muy serio. Pero bueno, en esta ciudad se sabe escuchar una saeta y eso ya es importante.

Una anécdota de un saetero como usted

R: Podría contar miles, pero sobre todo son graciosas las de las carreras. Como bien sabes, salgo de costalero en Jesús Despojado y he llegado a cantarle a la Virgen de la Paz con la chaqueta y la corbata en un balcón, pero con el pantalón de costalero puesto, porque tal y como terminé de cantarle a la Paz, rápidamente tenía una moto arrancada por un primo mío para poder llegar a tiempo a Molviedro. Y después la anécdota más bonita por supuesto es la de haberle cantado vestido de costalero a la que es mi gran devoción, mi Jesús Despojado. Podría contarte otras veinte mil, pero sobre todo eso, el hacer que cuadren las horas, con diferentes situaciones complicadas, donde te crees que no vas a llegar y tienes que pedir ayuda a gente que te quiere mucho, como tu pareja, tus amigos... que al fin y al cabo son los que hacen que esas anécdotas lleguen y puedas cantarle a todas las imágenes y llegues a tiempo.

¿Por qué al cantar una saeta se agarra la barandilla del balcón?

R: Pues no lo sé, sí es verdad que soy de los saeteros que se agarra al balcón y más de una vez se ha movido algún hierro cantando yo una saeta. Es tal el esfuerzo que se ha convertido en una costumbre y sobre todo la necesidad de agarrarme a algo, a parte de la imagen a la cual le estoy dedicando mi rezo. Yo particularmente lo necesito, para mí una saeta sin balcón es algo distinto, y agarrarme al frío de un balcón es algo que forma parte de la idiosincrasia mía a la hora de cantar una saeta.

¿Por qué los saeteros, cuando terminan de cantar, se meten para dentro en vez de ver la levantá?

R: Nos metemos dentro porque, al fin y al cabo, nosotros a lo que vamos es a cantar una saeta, a rezar nuestra oración en forma de canto y aquí no hay protagonismo ninguno. El único protagonista es la imagen, la hermandad y punto; nosotros somos unos meros acompañantes que lo que hacemos es un canto dedicado. Es algo que yo personalmente lo tengo muy claro, ya si otro se queda es cuestión de cada uno, pero yo desde pequeñito aprendí a que cuando termino de cantar tengo que persignarme y meterme dentro.

¿Cómo se prepara una saeta en función de la hermandad?

R: Cada uno tiene sus formas, pero para mí es algo mucho más complejo de lo que la gente se cree. Yo preparo las letras a conciencia y cuento y hablo de las cosas importantes y de las que yo considero que llegan a la Hermandad. No suelo repetir letras, ni muchísimo menos, intento darle a cada hermandad un giro, ya que no es lo mismo cantarle una saeta al Cautivo que cantársela al Museo, o cantarle a los Negritos o a Jesús Despojado, o a la Macarena. Cada uno tiene sus formas, y su manera de vivir la Pasión, y para mí es muy importante preparar bien la letra, que sea capaz de transmitir un mensaje y después es fundamental estar muy concentrado, aislado de todo y solo pensar en la saeta.

Un mensaje a los jóvenes saeteros que quieren ser como usted:

R: Lo más importante es que cada un tiene que ser como uno mismo, cada uno con su propia personalidad y sus formas. Sé que hay gente muy buena que ya están cantando saetas con unas cualidades magníficas y el único consejo que puedo darles es que sigan cantando saetas, y que estas nunca se pierdan, ya que la saeta que es el rezo por excelencia del pueblo andaluz, y es la mejor expresión que tenemos de sufrimiento, de sentimiento, de rezar, de cantar y de decir tantas y tantas cosas. Que sigan todos los días estudiando e intentando cantar y sobre todo que nunca olviden el respeto sobre lo que hay encima de un paso, que es nuestro Señor y su Madre. En conclusión, que sean ellos mismos y que intenten mejorar un poquito cada día.