Humano, felizmente humano

La controversia sobre unos puestecillos de golosinas en la Plaza Cristo de Burgos quedó olvidada cuando el Crucificado se puso en la calle

13 abr 2017 / 00:33 h - Actualizado: 13 abr 2017 / 00:36 h.
"Cofradías","Miércoles Santo","El Cristo de Burgos","Semana Santa 2017"
  • El Cristo de Burgos procesionó con elegancia por su plaza. / Fotos: Teresa Roca
    El Cristo de Burgos procesionó con elegancia por su plaza. / Fotos: Teresa Roca
  • Madre de Dios de la Palma está considerada una de las imágenes más bellas.
    Madre de Dios de la Palma está considerada una de las imágenes más bellas.

Menschliches, Allzumenschliches... No, El Correo de Andalucía no es, de repente, el periódico germano Süddeutsche Zeitung. Tampoco engañaremos a nadie; el título en su idioma original del libro de Nietzche Humano, demasiado humano, no ha brotado solo; tener la Wikipedia a mano permite estos cultismos. Y todo esto viene al caso de la trifulca que, en las horas previas a la salida procesional del Cristo de Burgos, la hermandad ha mantenido con el Consistorio a cuenta de unos inocuos puestecitos de golosinas situados en la plaza que da nombre a la corporación y al hilo de los cuales esta no quería pasar a la vera.

Visto desde fuera, muy desde fuera, lo que ya es difícil estando tan dentro como quien estas líneas escribe, debe ser poco comprensible para nadie perderse en estas menudencias mundanas que no hacen si no recalcar la terca humanidad de quienes hacen realidad la Semana Santa. Porque, francamente, cuando a la caída de la tarde, la talla de Juan Bautista Vázquez el Viejo abandonaba por unas horas la Parroquia de San Pedro a ver a quien diantres le importaban los dispensorios de chucherías y el lío de si ir por la izquierda o por la derecha para evitar la contaminación visual.

Hablando de imágenes y de estética; seguramente ningún fiel de la hermandad pudo imaginar, tiempo atrás, la imponente instantánea que la Setas de Jürgen Mayer confieren al Crucificado en su canastilla de oscura madera cuando, como ayer, en silencio atraviesa recogiendo los últimos rayos de sol la Encarnación. Porque el Santísimo Cristo de Burgos no lo tiene fácil en sus primeros compases, cuando se asoma a una calle Imagen que no es, precisamente, la collación más hermosa del corazón hispalense. Lo hace además en completo silencio y cuando la noche todavía no ha plantado su semilla de recogimiento. Sin embargo, y pese a la multitud, y... pese a quienes creerán (pobres de ellos) que es posible empaparse de una cofradía tomando churros con chocolate en un velador, la hermandad imprime su sello rápidamente. Aunque su huella será más indeleble a su regreso, tiñendo de negro intenso una jornada que por poco olvida el ruan.

Tómenlo como una declaración subjetiva; y excúsenla o no, pero la dolorosa Madre de Dios de la Palma es una de las imágenes más bellas de cuantas disfrutamos estos días. Pero su salida ayer no fue memorable. O quizás es que uno siempre espera cosas memorables y no basta ya con lo sencillamente bello.

Tras superar el arco, el palio quedó arriado durante largos minutos; en lugar de hilar la maniobra con unos primeros pasos por la plaza. Rápidamente, los músicos de Tejera borraron cualquier pequeñez con la marcha Cristo de Burgos. Y mientras la talla de Gutiérrez-Reyes Cano enfilaba su sendero, el bullicio en ese momento –con sus cafés, sus comercios abiertos de par en par, el de las almendritas y hasta el del algodón de azúcar– se nos antojaba mucho más rotundo e impropio que el que podría encontrar la hermandad a su regreso.