Guía cofrade: Jubileo Circular (283)

El origen del Jubileo de las 40 Horas nace como una forma de celebrar la Pascua del Señor. Los fieles se unen a Cristo Resucitado, presente en el Santísimo Sacramento del Altar, recordando el momento de su Pasión en este acto de oración y recogimiento. Así, una de las costumbres de los cristianos de los primeros siglos consistía en juntarse para ayunar, hacer penitencia, orar y cantar salmos durante cuarenta horas, en memoria del tiempo que el Salvador del mundo permaneció en el sepulcro. De esta manera, durante este tiempo sagrado, los cristianos hacían más perfecta su participación en la celebración de su Resurrección en la liturgia pascual. Este tiempo lo computaban, desde el viernes, a la hora de nona (tres de la tarde), en que murió Cristo (Lc 23,44), hasta el amanecer del domingo, hacia las siete horas, en el que resucitó (Mt 28,1). Tres días no completos permaneció muerto el Señor en el sepulcro. La idea del Jubileo Circular es tener expuesto cuarenta horas seguidas al Santísimo Sacramento en el altar mayor del templo o en la capilla sacramental. En Roma, comenzó la costumbre con el papa Clemente VIII, institucionalizando más tarde, en 1592, su práctica para todas las diócesis católicas. En la Archidiócesis de Sevilla, por ejemplo, se organiza el Jubileo Circular de 40 horas en distintos templos y parroquias, en perfecta sintonía con las hermandades y cofradías. Ello permite llevar el culto eucarístico a distintos ambientes y lugares dado su carácter itinerante –de ahí lo de circular– buscando el encuentro con Jesús. De hecho, muchas veces, se hacen coincidir estas horas de oración con el Santísimo Sacramento con los cultos consagrados a las imágenes titulares, como preparación para los triduos, quinarios, septenarios o novenas.