A partir de 1904, distintas circunstancias fortalecieron aún más el vínculo entre el Cardenal Marcelo Spínola y Juan Francisco Muñoz y Pabón, desde entonces firma indispensable en El Correo de Andalucía. Días después del regreso de las carretas trianeras, el 25 de mayo de 1918, El Correo llevó a primer plano un artículo del canónigo en el que, bajo el título ‘La pelota en el tejado’, lanzaba la idea de la coronación de la Virgen del Rocío. Comparándola con otras veneradas advocaciones, planteaba la necesidad de coronar a la Blanca Paloma como devoción de toda Sevilla y Huelva. Aludía no sólo a cuestiones religiosas, sino también a una interpretación etnológica del rito que entronca con las tendencias actuales en materia patrimonial, pues entendía que este reconocimiento garantizaría la conservación de la romería y de su entorno natural como «monumento nacional» para las generaciones futuras.
Nombrando al párroco de El Salvador, a Manuel Siurot, a los Almaraz y a la familia Cepeda logró activar la maquinaria necesaria, cuyos resultados empezaron a salpicar la cabecera del periódico en los meses siguientes con la adhesión a la coronación de diferentes personalidades civiles y religiosas de la época. Así, el 1 de junio de 1918 se publicó la preclara carta de la camarista de la Virgen Anita Valladolid: «no hay duda que su gran iniciativa ha sido inspiración divina y Ella, que a diario concede mercedes sin cuento, premiará a usted con creces en todos sus trabajos”»
Justo un mes después, El Correo de Andalucía recogió en su portada la circular de la coronación, donde Muñoz y Pabón daba cuenta del inicio de los trámites en Roma y de la constitución de las gestoras que harían posible «el destello de la corona de la Virgen del Rocío», una presea concebida más como ofrenda de amor, que como joya material: «¿Que no podéis darle nada? ¿Que porque no podéis darle nada se os arrasan en lágrimas los ojos? ¡Esas lágrimas valen más que los brillantes y que las perlas! ¡Ése es vuestro donativo, que no quedará sin premio!». Desde el 2 de junio hasta bien entrado 1919, las tiradas diarias de El Correo de Andalucía reservaron en su primera página una pequeña ventana donde se desgranaba la suscripción popular: desde la primera alhaja de la difunta madre de un joven de Rociana hasta las onzas de oro de Gallito pasando por cucharas de plata, hebillas, pasadores y hasta el jornal de un día de siega o el huevo de una gallina que el cosario trajo desde Hinojos. El 8 de septiembre de 1918, el papa Benedicto XV firmó el privilegio pontificio reconociendo que «aquella augusta imagen de Nuestra Señora, llamada por el pueblo del Rocío, reúne plenamente todas las condiciones y circunstancias que se requiere para la solemne coronación», tal y como fue anunciado con júbilo en la edición del 27 de septiembre.
La crónica de la Coronación de la Virgen del Rocío del 10 de junio de 1919 testificaba para la posteridad el gozo vivido en la aldea y los pormenores de la solemne ceremonia en la que el Cardenal Almaraz coronó al fin a la Blanca Paloma. En los días sucesivos, varios comunicados, como el firmado por Sebastián y Bandarán, fueron ocupando las páginas del diario elogiando la trascendencia de la celebración y encomiando la labor fundamental del periódico sevillano.
Las referencias ininterrumpidas a la Coronación de la Virgen del Rocío que durante más de un año se repitieron en las páginas de El Correo supusieron un acercamiento de la devoción rociera al pueblo, que vio de este modo incrementado su interés por todo lo relacionado con la Blanca Paloma, manifestándose claramente en la afluencia de devotos durante la romería de 1919.
Un siglo después, El Correo de Andalucía no sólo sigue siendo un medio vivo y comprometido con su tiempo, sino que además se ha convertido en el guardián de uno de los tesoros documentales esenciales para la historia de España, Andalucía y sobre todo de Sevilla, pues los miles de ejemplares que desde 1899 conforman su hemeroteca constituyen la memoria de un periodo importante de nuestra historia más reciente, un verdadero museo de la Sevilla contemporánea, que, como ventana abierta, nos cuenta con toda su autenticidad los desvelos y aspiraciones diarias de esta ciudad.
Repasar los números de El Correo de Andalucía de 1918 y 1919 es una experiencia sobrecogedora por sus detalladas y sentidas crónicas, testimonios directos de la gestación de la Coronación de la Virgen del Rocío. Los listados minuciosos de las contribuciones son, además, un retrato fiel del contexto socioeconómico y cultural de la Andalucía del primer tercio del siglo XX. En algunos casos, estas relaciones de donativos adquieren un valor documental de gran trascendencia para la historia de la romería y de algunas de sus hermandades. Sirva como ejemplo la edición del 14 de diciembre de 1918, que sitúa a Aznalcázar como una de las localidades más generosas, remontado así la devoción rociera del municipio varias décadas antes de la fundación de su hermandad.
Los estudiosos de la cultura rociera no dudan en determinar la Coronación como un punto de inflexión en la evolución y difusión de la romería, un hecho clave para entender el fervor que durante estos días reúne a miles de personas en torno a la Virgen del Rocío, uno de sus principales hitos históricos, que no se entendería sin recoger aquella pelota que hace justo un siglo estuvo en el tejado de El Correo de Andalucía.