Entre el lunes 5 y el miércoles 28 de octubre de 2015, la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, el Silencio, organizó con motivo del IV centenario del voto de sangre de esta corporación por la defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y del primero de la ejecución del manto bordado de salida de María Santísima de la Concepción, que se confeccionó en 1915 por los tres siglos entonces del voto antes mencionado, una colosal e histórica muestra expositiva sobre la producción salida del taller de Olmo, recopilándose el noventa por ciento de la obra en una de las salas del Hospital de la Santa Caridad.
«Un legado magistral. El Voto Concepcionista y el Taller de Olmo» fue el título de esta exposición que fue comisariada por Álvaro Dávila-Armero y Fernando Solano, ambos cofrades de la Hermandad del Silencio. Entre todos los enseres que pudieron contemplarse, destacó la presencia de los tres mantos bordados de salida que naciesen en el referido taller y que diseñase Herminia Álvarez Udell: el de la Virgen de las Lágrimas de la Exaltación, el de la del Patrocinio del Cachorro y el de la dolorosa de la corporación anfitriona, si bien fue realizado para la primitiva imagen de Cristóbal Ramos, que también pudo contemplarse en esta muestra. Sin embargo, faltó unas piezas que hubiesen sido la guinda del pastel, aunque en el libro catálogo que se editó aparecen reflejadas a pesar de que no estuvieron presentes: la tumbilla y los faldones del paso de Nuestra Señora de los Reyes, que muy erróneamente no quiso ceder el Cabildo Catedral. Una auténtica lástima.
Los bordados del paso de la Virgen de los Reyes, tanto los de la tumbilla como los de los faldones, fueron diseñados por Juan Talavera y Heredia hace ya casi un siglo, concretamente en 1923, ejecutándose en el Taller de Hijos de Miguel del Olmo en 1924, si bien la tumbilla fue culminada en su aspecto actual un año más tarde. Ambas piezas están realizadas en hilos de oro y sedas de colores sobre tisú de plata. Igualmente, estos enseres no se han visto sometidos a lo largo de esta casi centuria de existencia a ningún proceso relevante de restauración, sólo intervenciones rutinarias de conservación y mantenimiento que han sido efectuadas por el taller de Caro y por la camarera de la Virgen Lolina Gálvez, bordadora, por cierto, del referido taller.
Según indicó en un estudio reciente Francisco Javier Sánchez de los Reyes, Talavera se inspiró para la tumbilla en la que ya poseía la Virgen de las Aguas de la antigua Colegial del Divino Salvador, pieza del siglo XVIII, si bien para la ornamentación buscó la inspiración en unos antiguos bordados de la seo hispalense, mientras que para los faldones se fijó en un frontal catedralicio del XVII con el que planteaba un diseño historicista, además de incorporar unos respiraderos con una cartela bordada en seda en el centro de cada uno de estos cuatro paños.