Los armaos reparten Esperanza a los enfermos

La Centuria Macarena visita el hospital. Estampitas, soldaditos y sobre todo fotos hacen las delicias de pacientes, familiares y personal

13 abr 2017 / 23:22 h - Actualizado: 13 abr 2017 / 23:40 h.
"Cofradías","Jueves Santo","Armaos de la Macarena","Semana Santa 2017"
  • Los armaos de la Macarena repartieron Esperanza y estampitas a los enfermos ingresados en el Hospital Macarena. / Manuel Gómez
    Los armaos de la Macarena repartieron Esperanza y estampitas a los enfermos ingresados en el Hospital Macarena. / Manuel Gómez
  • Los recién nacidos recibieron como regalo una visita especial. / Manuel Gómez
    Los recién nacidos recibieron como regalo una visita especial. / Manuel Gómez

Con un gotero por lanza y un pijama por armadura a Miguel Ángel le ha tocado este año ver a los armaos de la Macarena en el hospital en lugar de en el atrio de la basílica como acostumbra. Nunca hay dos Semanas Santas iguales para un cofrade pero tener que pasarla en el hospital no es plato de buen gusto y la Centuria lo sabe. Por eso, la tradicional visita a los enfermos es tan especial para los pacientes que se sorprenden al ver las habitaciones asaltadas por legiones romanas como para los propios armaos, que reconocen que es la parte del recorrido en la que sienten que hacen un bien que merece la pena.

«Siempre salgo sentimentalmente tocado pero este año además tengo a mi padrino que le han puesto un baypass, he ido a verlo y me he tenido que bajar antes porque me estaba emocionando», admite Jesús Rodríguez. No es el único centurión que tiene un allegado ingresado. También Joaquín López ha ido directamente a la planta tercera para visitar a un familiar. La mayoría son del barrio y también muchos de los pacientes del hospital, por lo que no es extraño que se conozcan. Y aunque no les toque nada, reconocen que la visita les da la satisfacción de «hacer un bien» pero también «afecta mucho, hay que entender la tristeza de verse aquí dentro», admiten Raúl y Víctor.

Los 129 centuriones se despliegan por todas las plantas del hospital en un verdadero asalto romano que este año es más tardío y coincide con la cena de los pacientes. «Al menos se despeja uno un rato», reconoce Alejandro, ingresado desde la noche anterior en la unidad de ictus ya algo mejor. Y es que ya se sabe lo largo que se hace el día en el hospital. En esta planta hay muchos pacientes mayores, algunos con secuelas neurológicas que les dificultan expresarse o reconocer a tan ilustres visitantes, pese a los esfuerzos de sus familiares. Pero hay reacciones inexplicables, como la de Francisca, que pese a ello, al recibir una estampita de la Macarena de manos de un armao inmediatamente la besa.

En la planta de Pediatría, el asalto romano provoca reacciones de todo tipo. Los más pequeños se asustan y algunos rompen incluso a llorar. Otros como Rodrigo, de 7 años, literalmente alucinan. Es cofrade de la hermandad de San Blas en su pueblo, Carmona, y está deseando enseñar a sus amigos el soldadito romano que le han regalado los armaos. En el caso de Carmen, de 8 años, de Gines, están más ilusionados casi sus padres que ella. «Esta foto se la mando a la abuela macarena, y a la de Triana también, para que vea», bromea su padre.

Y es que no hubo paciente, familiar, visitante ni tampoco médico o enfermero que se resistiera a hacerse una foto con un armao. Algunos pasillos se convirtieron en un auténtico photocall en el que un romano posaba y las enfermeras o auxiliares se iban pasando los móviles de uno a otro para el correspondiente retrato. La misma expectación que provoca la centuria en todo su recorrido.