Los romanos que llegaron de Córdoba

La Centuria de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Aguilar de la Frontera inunda de corazas y plumas blancas el atrio de la Macarena. La próxima vez que se vea esta estampa será Madrugá

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
12 mar 2017 / 22:27 h - Actualizado: 13 mar 2017 / 08:45 h.
"La Macarena","Cuaresma","Armaos de la Macarena","Cuaresma 2017"
  • Un momento del desfile de la Centuria del Nazareno de Aguilar de la Frontera, previo al concierto que dio en el atrio macareno. / Fotos: M. Gómez
    Un momento del desfile de la Centuria del Nazareno de Aguilar de la Frontera, previo al concierto que dio en el atrio macareno. / Fotos: M. Gómez
  • El penacho de plumas del capitán –Julián García– es de color rojo.
    El penacho de plumas del capitán –Julián García– es de color rojo.
  • Ofrenda floral a la Esperanza Macarena.
    Ofrenda floral a la Esperanza Macarena.

En Sevilla suele ser habitual toparse con una banda de música en la calle. Más aún si es Cuaresma. No lo es tanto si ésta viene con cascos, corazas y plumas romanas. Hasta 77 componentes de la Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera desembarcaron este domingo junto al Hospital de la Macarena, desde donde emprendieron una ronda de hermanamiento hasta el atrio de la Basílica para rendir pleitesía al Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza.

16.45 horas. Los tambores romanos rompen el silencio dominical de la Resolana. «¿Qué es? ¿La Centuria?... Pero, ¿no es la nuestra?», se inquieta un grupo de jóvenes macarenos enchaquetados que había quedado rezagado en los bares próximos al arco tras la Función principal del Señor de la Sentencia celebrada durante la mañana. El río de plumas blancas va bajando en paralelo a los jardines del antiguo hospital de las Cinco Llagas mientras conquista a cada paso la atención de los que se dejan llevar por la vistosidad de esta formación que irremediablemente evoca a la Madrugá sevillana.

Aún así la vestimenta difiere en algunos aspectos a la que emplea la tropa macarena. Los integrantes de este «Imperio Romano», como también se le conoce, lucen cascos, corazas y escudos en metal dorado, y botas en lugar de sandalias. También se distinguen por la variedad cromática de las capas: rojas para el capitán y «los lanceros»; y azules y moradas para los músicos. «Es una estética propia, aunque el año pasado se optó por el penacho de plumas al modo macareno», confiesa el capitán de la Centuria cordobesa. Julián García es un hombre inmensamente feliz. «Está siendo muy emotivo. No tengo palabras. Vine a la Macarena hace diez o doce años, pero ahora es diferente: lo hago como armao y eso son palabras mayores». Más aún cuando él y los suyos cruzan el arco de la gloria sevillana a los sones de una de sus marchas clásicas.

Delante, en una especie de presidencia de honor, con varas y presencia del director espiritual, el hermano mayor del Nazareno de Aguilar de la Frontera, Francisco Javier Pérez, explica el motivo de la visita: «La banda ha estado ocho años en decadencia. El año pasado se reorganizó. Teníamos la ilusión de venir a Sevilla porque tenemos muy buenas relaciones con la Centuria Macarena a través de un hermano. Es un acontecimiento muy bonito para nosotros y para muchos vecinos de Aguilar, porque somos la cofradía grande del pueblo con 1.800 hermanos». Agarrado a su vara de casi dos metros, Pérez recuerda además que el próximo año la hermandad cumplirá 425 años de historia.

El peso del pasado se nota en la actitud de estos soldados que toman el atrio en pocos segundos. Cinco Llagas, A los pies de Sor Ángela, De vuelta al Porvenir y Estrella, reina del cielo. Es el repertorio que interpretan a las puertas de la Basílica durante el miniconcierto que ofrecen poco después de que varios miembros depositen un ramo de flores a los pies de la Esperanza, en el altar de quinario que estos días ha acogido al Señor de la Sentencia.

Sorprende la presencia de una mujer en las filas. Es Myriam Espino, de 20 años. Desde hace un par de años toca la trompeta en esta formación donde predomina gente muy joven: «Sí, he sido la primera mujer. También hay otra más pero no ha venido. Allí no tenemos distinción de sexo y las mujeres también podemos ser armaos». La experiencia está siendo maravillosa, pese a que las altas temperaturas no ayuda a aguantar el uniforme: «Pesa un poco el casco y la coraza, pero se lleva bien. Tengo los pelos de punta. ¡Tocar en la Macarena. No lo olvidaré!» Myriam es consciente del sacrificio que hacen todos: «Ensayamos mucho para que todo salga bien. También esto de marcar el paso», concreta mientras señala que ellos tocan exclusivamente en el acto de bendición del Nazareno el Viernes de Dolores y en la estación de penitencia de la mañana del Viernes Santo.

Los previos a la misa con los representantes macarenos se aprovecharon para hacer fotos. Francisco Jiménez se hace una con un pequeño soldado: «Es un sueño. Y encima hacerlo acompañado de mi hijo... Hemos venido con mucha ilusión». Ilusión la que dejaron ellos en la Basílica y en los que disfrutaron de esta estampa. La próxima vez que el atrio se llene de plumas blancas será 13 de abril: entonces la Madrugá estará a punto de romper con la Esperanza como guía.