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Polonia sabe de coronaciones

El arzobispo ha coronado esta mañana a la Virgen de la Salud en una ceremonia marcada por la presencia del ministro de Interior polaco

14 oct 2017 / 17:08 h - Actualizado: 16 oct 2017 / 18:43 h.
"San Gonzalo","Coronación de la Virgen de la Salud"
  • La Virgen de la Salud ya coronada. / Jesús Barrera
    La Virgen de la Salud ya coronada. / Jesús Barrera

Casi coincidiendo con la hora del Ángelus, a las 12.04 de un mediodía de cielos nublados, las manos del arzobispo Asenjo se aupaban al cielo gótico de la Catedral para depositar sobre las sienes de la Virgen de la Salud la remozada corona de brillos áureos que desde este 14 de octubre la distingue como la décimo octava dolorosa coronada de la Semana Santa sevillana. A esa hora, la ovación cerrada de los más de 3.000 fieles que asistían in situ a la misa estacional celebrada en el Altar del Jubileo rompía el hondo silencio de expectación creado cuando el mitrado hispalense se encaramó al altar y se enfrentó cara a cara a la dolorosa. Cumplido el ritual, y en vísperas de cumplir sus 72 años, el arzobispo permaneció unos instantes rezando a solas ante la Virgen que mana Salud antes de besarle delicadamente la mano y descender las escalinatas a golpe de los acordes de la Marcha Real que ya atronaban en el órgano. La ovación de los presentes, modulada por unos segundos, volvía entonces a crecer en intensidad antes de que toda la Catedral, a coro, entonase el Salve Regina como primera ofrenda de amor a la nueva imagen coronada. Se había convertido así en realidad el sueño de los más de 6.000 hermanos de San Gonzalo en un día «que quedará marcado con caracteres indelebles en la historia de vuestra hermandad y de vuestra parroquia», según remarcó Asenjo en la homilía de la misa estacional, a cuyo término se procedió al rito de la coronación, propiamente dicho.

Sesenta y tres años después de que la Amargura abriese el listado y un año y trece días después de que la Catedral acogiese la última ceremonia de coronación, la de la Virgen de la Paz, la más joven de las dolorosas trianeras que pisan la Carrera Oficial recibía la corona sobre una plataforma situada entre la mesa de altar y el retablo del Altar del Jubileo, embellecido para la ocasión con un llamativo y elogiado exorno floral made in Javier Grado compuesto, a modo de columnas salomónicas, por rosas champán, clavel antigua, verdes daneses y esparragueras cobre.

Ante la ausencia, obligada por la rigidez de la clausura, de las Hermanas Clarisas de Carmona, madrinas de la coronación, cuatro religiosas de Nuestra Señora de la Consolación, la congregación que atiende la residencia geriátrica situada en la Avenida de Coria, fueron las encargadas de portar sobre unas pequeñas andas la presea de la coronación, la misma que cinceló Fernando Marmolejo Camargo en 1967 para la antigua dolorosa de Lafarque y que ahora ha sido remozada y enriquecida por su hijo Fernando Marmolejo Hernández. Cuando cada Lunes Santo, la Virgen blanca de Triana se detenga ante la puerta del asilo de la Fundación Carrere, Fuensanta García, la directora del centro, Rosa Martínez, Juana María Sesmero y Ana María Torres, podrán contar una y otra vez a los mayores atendidos en esta residencia que fueron ellas las que acercaron al arzobispo la presea que el día de su coronación ciñó sus sienes.

EMBAJADA POLACA

Pero más allá de las clásicas estampas, plenas de solemnidad, de una misa estacional de estas características, la anécdota que ha marcado esta mañana de coronación ha sido la presencia, entre el banco de autoridades, del ministro de Interior y Administración polaco, Mauriusz Blaszczak, que se encuentra de visita en Sevilla para asistir el lunes a la cumbre europea del G6 de ministros del ramo de España, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Polonia.

Acompañado de su viceministro, Jakub Skiba, y de la embajadora de Polonia ante el Reino de España, Marzenna Adamczyk, el ministro polaco «había mostrado gran interes en participar de esta ceremonia», según fuentes de la Catedral. La presencia de los compatriotas del Papa San Juan Pablo II no pasó inadvertida para el arzobispo de Sevilla, quien incluyó entre sus peticiones un rezo «por nuestros hermanos de Polonia, para que sean siempre fieles a sus raíces cristianas».

Después de comulgar e incluso de subir al altar para estampar su firma en el acta de la coronación junto a la del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el ministro de Polonia confesó a los periodistas, a la conclusión de la ceremonia, que ya había visitado durante unos días la ciudad hispalense hace 25 años con motivo de la Exposición Universal de 1992. «Ha sido un honor el haber participado en una solemnidad como la que hemos visto. En Polonia el culto mariano está muy desarrollado, de ahí que mi participación en esta solemnidad sea una vivencia personal religiosa».

Tampoco pasó inadvertida para el arzobispo Asenjo la situación de incertidumbre que vive España ante la amenaza secesionista de Cataluña, por lo que entre sus peticiones incluyó el rezo por la unidad de la patria, «una palabra que no nos debe avergonzar y que hemos de pronunciar con orgullo», dijo. «Para nadie es un secreto que estamos atravesando probablemente los momentos más difíciles en los últimos 40 años. Pedimos a la Virgen de la Salud que bendiga a España, que tutele su unidad, que es un valor moral acrisolado a los largo de cinco centurias que a nadie le es lícito malbaratar, despreciar o destruir». Asenjo pidió por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y también por el Rey Felipe VI, «para que el Señor le dé sabiduría, fortaleza y prudencia para regir los destinos de nuestra patria», sin olvidar la «sequía tremenda» que vive Andalucía, razón por la que invocó al Señor «para que nos regale a todos el beneficio de la lluvia».

En las postrimerías de la misa estacional, el delegado diocesano de Liturgia y canónigo de la Catedral, Luis Rueda, dio lectura a la bendición especial concedida por el Papa Francisco a la hermandad de San Gonzalo, solicitada por el arzbispo Asenjo al nuncio apostólico de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini.

Antes de que se pusiera fin a la solemne ceremonia y de que los hermanos de San Gonzalo entonasen espontáneamente la Salve a Nuestra Señora de la Salud, cuya letra figura bordada en el nuevo manto de coronación, el hermano mayor de la cofradía del Barrio León, José Fernández, se dirigió emocionado a la imagen para implorarle: «Protégenos siempre con tu pañuelo, acógenos siempre bajo tu manto, ese manto que es siempre blanco, bordado por el amor con los hilos de la caridad y la emtrega a los más necesitados».

Suele ser una estampa habitual en las coronaciones canónicas. Los miembros de la junta de gobierno de San Gonzalo y numerosos hermanos asistieron a la misa vistiendo el chaqué, mientras que muchas damas acudieron a la Catedral luciendo la clásica mantilla española.

Las Hermanas Clarisas Franciscanas de Carmona, madrinas de la coronación, no pudieron asistir a la Catedral al tratarse de una congregación de clausura. No obstante, siguieron la ceremonia desde el monasterio a través del canal de youtube de la Catedral, que retransmitió el evento.

Primorosamente vestida por Antonio Bejarano, que se estrenaba como vestidor de una coronación en Sevilla, la Virgen de la Salud lucía un tocado de encaje en cuyo centro descollaba la presencia de la cruz pectoral regalada por la hermandad de la Macarena con motivo de este acontecimiento. Bajo ella, aparecía la Medalla de la Ciudad, y en un lado, la medalla de la Asociación de la Medalla Milagrosa de la parroquia de San Gonzalo, y las tres flores de azahar en oro, regalo de su grupo de acólitos.

EL ALCALDE ENCABEZÓ EL BANCO DE AUTORIDADES

El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, encabezó el banco de autoridades presentes en la misa estacional. Le acompañaron también el general jefe de la Fuerza Terrestre, Juan Gómez de Salazar, el subdelegado del Gobierno en Sevilla, Ricardo Gil-Toresano, la delegada del Gobierno de la Junta, Esther Gil, y el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, entre otras autoridades.