Volvió a llenarse el paraninfo de jóvenes estudiantes dispuestos a escuchar lo que otro joven tenía que decirles sobre Dios, Sevilla y su Semana Santa desde el prisma de la universidad. Pronunció Ricardo Mena-Bernal Peña este pasado martes 21 de marzo el Pregón Universitario, una disertación que, en su caso, puede calificarse de rotundo, valiente y sentida, pues se aferró al atril para hablar sin tapujos y con templanza, poniendo de manifiesto la formación que ha recibido de sus mayores desde su más íntima niñez, como la de aquellos blancos nazarenos de la Borriquita a los que se refirió en el inicio de su intervención, niños que se revisten con la pucritud de su inocencia.
Tuvo Mena-Bernal, estudiante de Medicina, frases certeras que muchos jóvenes deben tener muy presentes en su día a día. «Sin Ti, Señor, nuestra Semana Santa carecería de sentido», afirmó este pregonero que, por cierto, dedicó un contundente pasaje al misterio de la Sagrada Cena, resaltando la importancia de lo que acontece sobre este paso. Cofrade desde la infancia de la propia Hermandad de los Estudiantes, también es hermano de San Roque por su abuelo materno, Antonio Peña, dedicándole a esta corporación un hermosísimo capítulo, e imploró a Jesús de las Penas: «Abrázame fuerte, Señor, / con esas manos serenas / en las que habita tu Amor», aunque tampoco se olvidó de Ella, puesto que «Nuestras Penas son llevaderas con la Gracia que conduce a la Esperanza».
A su modo, Ricardo Mena-Bernal hizo su particular recorrido por la Pasión según Sevilla, y así, ante el Señor de la Sagrada Oración se preguntaba en Montesión «¿Cómo es posible que siendo Dios se permita sufrir de esta forma?», y sentenciaba que «Dios no nos enfrenta a cálices que no podamos soportar». Tampoco faltaron en sus palabras un guiño al medio siglo de los hermanos costaleros, y rogó a los universitarios que le escuchaban que «no dejen de ir a rezar al catedrático celestial». No alcanza aún los veintidós años de edad, pero este joven cofrade, que se preguntaba ante la Reina de San Gil «¿Qué te digo, Macarena?», hasta que supo decirle que «eres luz y libertad, y tu nombre, Macarena, la Esperanza sin igual», tiene muy clara la idea que «antes que de cofrades, nuestras hermandades están llenas de cristianos».
«Avanzando por las calles de Sevilla tu Gran Poder nos da la vida eterna» dijo al Señor de Sevilla, pidiendo por España y por sus dirigentes. Aunque la fiel compañera en el viaje de este pregón fue su Virgen de la Angustia, la «Madre de los universitarios», la que espera al pie de esa cruz ante la que meditó Mena-Bernal cuando tiene lugar su Exaltación en Santa Catalina, y ante el Cachorro acertó a decir que «Dios está crucificado en tantas hermandades para que no se nos escape ni un ápice de lo que Él nos quiere transmitir». Sencillamente sublime. Y tras la cruz, el Descendimiento por la Magdalena, y ese momento crucial en que la Virgen de la Piedad lo recibe en sus brazos, hasta que Cristo derrama su sangre en San Andrés y hace florecer una rosa bajo su mano, porque «Él es la primavera del mundo», y en San Luis resucita, confesando este pregonero cuál es el secreto de la vida eterna, que «el Resucitado viene para quedarse todos los días».
El pregón se vuelve íntimo. Ricardo Mena regresa al rectorado, y reflexiona ante aquella típica pregunta sobre «¿De quién eres más, del Cristo o de la Virgen?», y raudo señaló que «ambos gobiernan mi corazón y son faro de mi alma», aunque al final se le vio su debilidad: «¿Cómo no ser de la Virgen?», la misma a la que rezaba su abuelo, Ricardo Mena-Bernal Romero, aquel hermano mayor que hace cincuenta años creó este pregón, y al que su nieto no olvida cada vez que ve al Cristo, emocionándose al resaltar desde el atril cómo su abuelo falleció justo un Martes Santo, lo que le llevó a reflexionar en el sentido de la Buena Muerte. Fue un pregón hondo y muy maduro, despertando en muy numerosas ocasiones los aplausos de un público en el que se hallaban presentes, entre otros, el profesor Andrés Luque, que presidió la cita como director del Secretariado de Relaciones Institucionales de la Universidad de Sevilla, el sacerdote Pablo Guija, director espiritual y director del Sarus, Francisco Vélez, presidente del Consejo, y Jesús Resa, hermano mayor que presentó al pregonero, anticipando en su discurso que con motivo del centenario de la hermandad en 2024, se convocará un cabildo general para otorgar a la Hispalense el título de hermano de honor.