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Rocío: anticiclón de las almas

La hermandad de Sevilla protagoniza la nota histórica en la jornada de presentación de las filiales ante la Virgen al llegar al santuario hora y media más tarde por la dureza del camino

"Rocío","El Rocío 2016"
  • Las carretas de Villamanrique y de Benacazón ruedan en paralelo camino de la presentación conjunta ante la Virgen del Rocío. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
    Las carretas de Villamanrique y de Benacazón ruedan en paralelo camino de la presentación conjunta ante la Virgen del Rocío. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
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  • Rocío: anticiclón de las almas
  • Rocío: anticiclón de las almas
  • Algunas de las mujeres ataviadas de flamenca que integraban el comité de bienvenida de la Matriz. / M. Gómez
    Algunas de las mujeres ataviadas de flamenca que integraban el comité de bienvenida de la Matriz. / M. Gómez

Ni los más viejos del lugar recuerdan un Rocío tan severamente castigado por unas condiciones meteorológicas tan inclementes. El temporal de lluvias generalizadas y persistentes que ha azotado sin piedad a las provincias occidentales andaluzas durante una semana completa, sin dar un solo día de tregua, no sólo ha puesto a prueba la eficacia del Plan Romero –salvada airosamente– sino también la determinación, el tesón y la entereza de los miles de peregrinos y devotos que, allegados desde casi todos los rincones de Andalucía, han luchado contra viento y marea por alcanzar las arenas prometidas de la blanca aldea de Almonte. Por eso este sábado de presentaciones en El Rocío, con el sol reinando ya sobre la laguna de la marisma, ha tenido más que nunca un sabor a victoria, a batalla ganada a los caminos, a triunfo en la lucha contra los elementos. Al final de un camino tortuoso y lleno de penalidades, a los peregrinos les esperaba la mejor recompensa. La que en medio del diluvio y de la tempestad es anticiclón de las almas, la mujer vestida de sol de la que habla el Apocalipsis. Rocío.

Que se lo digan, si no, a los peregrinos de la hermandad de Sevilla, que este sábado alcanzaban la venera que preside la puerta mayor del santuario pasadas las seis –hora y media más tarde de lo habitual– y después de realizar un esfuerzo titánico por completar los 31 kilómetros que separaban la finca El Caoso, lugar de su última pernocta, de la aldea de El Rocío por la denominada carretera del Arrayán, itinerario alternativo dispuesto por el Plan Romero debido al mal estado del Camino de Hinojos. La carreta con el Simpecado de las siete letras de oro había echado a andar a las seis de la mañana y sin detenerse un solo instante se plantó ante la Virgen doce horas y media después tras un tortuoso camino por asfalto para una comitiva compuesta por 15 carretas de bueyes. En cuanto la carreta de plata de Villarreal comenzó a adentrarse en el Camino de los Tarajales, antesala de la tierra prometida, la Hermandad Matriz envió a un par de caballistas para dar escolta a la comitiva y abrile paso ante el resto de embajadas rocieras que se dirigían hacia la presentación. En recompensa al esfuerzo, los responsables de la Matriz permitieron que la restaurada carreta del Salvador permaneciera enfrentada ante la puerta mayor del santuario durante un buen rato mientras los miembros del coro de Sevilla elevaban sus plegarias cantadas a Santa María de las Rocinas. La filial número 29 de Almonte se había presentado ante la Virgen después de Lebrija, la 49, una circunstancia excepcional que quedará grabada para siempre en los anales de la corporación de la Colegial del Salvador en este atípico Rocío que tantas estampas inéditas está propiciando.

La liturgia de la presentación de las 80 filiales más antiguas –el viernes ya lo habían hecho las 36 más modernas– se había iniciado poco después de la hora del Ángelus con las palabras de salutación del presidente de la Hermandad Matriz, Juan Ignacio Reales, quien agradeció a todos los peregrinos «el testimonio ejemplar de fe y devoción auténtica a la Virgen del Rocío» que han dado este año las hermandades por los innumerables «esfuerzo y sacrificios» asumidos durante su camino hasta la aldea almonteña. «Todo esfuerzo se asume de buen grado si al final nos espera la Virgen del Rocío». Testigo de sus palabras, integrada en la nutrida representación de la Matriz que da la bienvenida a las hermandades bajo la venera del santuario, se encuentra la sotana del párroco de Almonte, Francisco Jesús Martín, un cura «mariano» originario de Bonares y de buena escuela rociera que vive su primer Rocío como rector del santuario.

Villamanrique, la más antigua entre las filiales, abrió el carrusel de presentaciones, acompañada en esta ocasión por una de sus hermandades ahijadas, Benacazón. Los benacazoneros cumplían su centenario fundacional (1916-2016) y se unían a su madrina para, de común unión, presentar en paralelo ambos Simpecados ante la Virgen en una imagen histórica para sendos pueblos: la magnífica orfebrería de la carreta manriqueña, entonada en colores rojos, junto a la sencilla carreta de madera pintada en blanco y con ínfulas azules de los de Benacazón, que estrenaban para la ocasión las cintas que parten de los frontiles hasta la cornisa de la carreta, el fajín de los bueyes y el cubreyugo, amén de una preciosa medalla conmemorativa del centenario que sus pregerinos llevaban colgada al cuello.

A la Más Antigua de las filiales le sigue la hermandad de Pilas, con codales de cera verde natural en sus candelabros. Y tras la embajada pileña, la primera filial de la provincia de Huelva, La Palma del Condado, con una de las mejores carretas que van al Rocío, una auténtica catequesis en plata proyectada por Joaquín Castilla. Después de varios intentos, Rocío Daza, la carretera, logra que Diamante y Beato se arrodillen ante el santuario.

Le sigue el carretón de Moguer, comitiva que abre una magnífica cruz alzada en madera dorada e incrustaciones de espejos –como el paso del Valle– que un caballista apoya sobre su estribo. La carreta de Sanlúcar de Barrameda porta un crespón negro en una de sus columnas delanteras en recuerdo del inolvidable y muy rociero padre Quevedo, autor de sevillanas tan legendarias como Tengo en mi casa un tambor o Tiempo detente.

Antes de la una y media la caballería de Triana comenzaba a desfilar ante el santuario con la banda sonora en el tamboril de Cele del Aquí estamos otra vez, para decirte que te queremos otra vez, verdadero himno popular de los trianeros en El Rocío. No si antes sortear el duro e inconcebible cerco que los «colaboradores» de la Matriz habían impuesto a los pies de la rampa de acceso al santuario, la carreta con la Virgen Chiquita quedó enfrentada a la puerta. Los peregrinos se suben por un instante a los radios de la carreta para recibir el fogonazo dorado del altar.

Fue uno de los momentos álgidos de una presentación que tuvo a las hermandades de Huelva y Punta Umbría como protagonistas de un saludo conjunto y que vio el nacimiento de una nueva hermandad, la 117, Valencina de la Concepción, que se presentó por vez primera a la Virgen junto a su madrina, Santiponce.