«Si algo distingue a las Dolorosas de Buiza es su funcionalidad moralizadora»

Pedro Ignacio Martínez Leal y la Hermandad de la Milagrosa unen sus fuerzas para conmemorar el Centenario del escultor-imaginero Francisco Buiza con un libro que recoge su rica producción mariana: «Estudio de las Dolorosas de Buiza. Buiza 100 años»

16 oct 2022 / 10:30 h - Actualizado: 16 oct 2022 / 13:06 h.
  • Francisco Buiza junto a la Virgen de la Paz de Estepa (1981)
    Francisco Buiza junto a la Virgen de la Paz de Estepa (1981)

Nacido en Carmona en 1922, desde muy pequeño, Francisco Buiza Fernández mostró interés por el arte del modelado y la realización de figuras de barro para belenes, convirtiéndose en discípulo de Sebastián Santos tras su traslado a Sevilla. Más tarde desarrollaría una intensa actividad en su propio taller, siendo sus principales referentes los grandes escultores de la escultura barroca del siglo XVII, especialmente Martínez Montañés y Juan de Mesa. Con los años, él mismo se convertiría en maestro de artistas tan reconocidos como Luis Álvarez Duarte y Juan Manuel Miñarro.

Hablamos con Pedro Ignacio Martínez Leal, doctor en Historia del Arte, amigo y biógrafo oficial del artista, que acaba de publicar «Estudio de las Dolorosas de Buiza. Buiza 100 años», un libro indispensable para conocer en profundidad la obra mariana del carmonense.

El pasado 23 de mayo se celebró el primer centenario del nacimiento del escultor-imaginero Francisco Buiza. Para quien fuese su amigo y biógrafo oficial, la fecha no podía pasar desapercibida...

Así es. Las celebraciones de los Centenarios de los artistas, en este caso de su nacimiento, entiendo que suelen traer consigo una revisión de su vida y de su obra, y suponen una oportunidad para reflexionar con perspectiva histórica sobre las aportaciones que llegara a realizar al mundo de la imaginería religiosa andaluza del siglo XX. Pues, sin duda, la huella de Buiza se manifiesta por la de ser un gran maestro escultor-imaginero que ha dejado esa estela rutilante de personalidad importante dentro de la escultura pasionaria cristiana.

«Si algo distingue a las Dolorosas de Buiza es su funcionalidad moralizadora»
Elementos constructivos de las Dolorosas de Buiza

Tras leer tu tesis doctoral «Buiza y su Escuela» en el año 2003 y volcarte en la difusión del artista a través de un libro publicado con Ediciones Guadalquivir, ahora nos sorprendes con «Estudio de las Dolorosas de Buiza» Buiza 100 años. ¿Cómo surge el proyecto?

Dentro de esas revisiones y reflexiones de carácter general que he mencionado sobre el artista escultor, eché en falta no haberme detenido lo suficiente en analizar, valorar y catalogar razonadamente toda la obra realizada del apartado del género artístico de sus Dolorosas, unas 38 en total, dentro de toda su larga y dilatada carrera artística. Y de esas inquietudes y ese afán ha surgido el proyecto para este libro monográfico. En definitiva, escribir un libro que tuviera un planteamiento claro y didáctico dirigido al gran público y que tuviera un buen fundamento en su exposición y un complemento en su diseño e ilustraciones que apoyaran con claridad e interés sus contenidos, y que pudiera hacer más comprensible el legado de este maestro de la imaginería a los posibles lectores que pudieran acercarse a él. Todo ello debería complementarse con la excelente portada y contraportada que llevó a cabo la dibujante y pintora doña Davinia Morales Gálvez, Licenciada en Bellas Artes, que entendió a la perfección el mensaje estético que necesitaba una publicación de estas características.

Para la edición de la obra ha sido fundamental la colaboración de la Hermandad de la Milagrosa. ¿Hasta qué punto se han implicado tanto en tu libro como en el Centenario de Buiza?

La Hermandad hispalense de la Milagrosa y su Junta de Gobierno, con don Francisco Javier Fernández de Marcos al frente, han tenido una sensibilidad especial a la hora de recordar y festejar el Centenario del nacimiento del artista carmonense, autor de su imagen Titular, María Santísima del Rosario (1963). De ahí que en todo momento hayan apoyado y apostado por este homenaje al artista en forma de publicación, editada al objeto de realzar, distinguir y reconocer la figura del creador material de su imagen titular mariana. En su sede canónica, el pasado 8 de octubre de 2022, se llevó a cabo la presentación del libro a cargo de mi buen amigo don Jesús Devesa Molina, presentador de 7 TV y Canal Sur Cádiz. Todas aquellas personas interesadas en obtener un ejemplar del mismo podrán hacerlo en la propia Casa de la Hermandad, en Ciudad Jardín, o a través de su página web: www.hermandaddelamilagrosa.es

«Si algo distingue a las Dolorosas de Buiza es su funcionalidad moralizadora»
Pedro Ignacio Martínez Leal en la presentación de su libro

En el preámbulo del libro deslizas una experiencia artística y religiosa que te ocurrió mientras visitabas el taller del escultor-imaginero en plena adolescencia...

Efectivamente, la memoria en estos casos te lleva al placer de los recuerdos. Conocí al maestro escultor siendo un adolescente. Las primeras visitas a su taller con mi padre me introdujeron dentro del mundillo de la imaginería y me hicieron conocer de primera mano las obras de Paco Buiza y todo el inigualable ambiente de su lugar de trabajo. Un estudio profesional lleno de encanto en el que se mezclaban los sonidos variopintos de los pájaros enjaulados, con los aromas sutiles de las maderas entremezclados con los barnices, las estanterías y pequeños muebles llenos de figuras de escayola vaciadas, las herramientas de todo tipo, la decoración de sus paredes repletas de algunos carteles, estatuillas y modelos a tamaño natural de ángeles querubines colgados agitando las alas... Todo un variado universo artístico muy atractivo; para sorprenderse en todos los sentidos.

Antes de entrar en materia, dedicas varias páginas a hablar del ‘modelo iconográfico trentino’ que fijaría la veneración de la Virgen María como ‘Madre de Jesucristo’ y ‘Mater Dolorosa’. ¿Qué características poseían las primeras iconografías bajo el título de Soledad?

Quise plantearme donde estaba el origen de los modelos escultóricos de las figuras de las Vírgenes Dolorosas para vestir, que vienen siendo representadas generalmente por los imagineros sevillanos, como un símbolo de la «Realeza y Maternidad» de María, que engloba e invoca en sus rostros los conceptos básicos: del dolor, la soledad y la esperanza. Pues, aunque no me extienda demasiado, he de decirte que estos iconos religiosos son figuras exentas, que representan hermoseada a la Madre de Dios, como mediadora de todas las gracias, como madre protectora, de consuelo y de espera. No olvidemos que una imagen de Dolorosa viene a significar la presencia de facto de Dios en la tierra. «Las Vírgenes en sus hornacinas, en sus pasos, etc. son un saludo de Dios para todos». Si me pides rastrear sus orígenes, según la tradición, fue el escultor andaluz, y baezano por más señas, Gaspar de Becerra Padilla (1520-1568), quien realizó una escultura de bulto redondo que marcaría una iconografía original, un «nuevo prototipo mariano», con aureola y gran rosario al cuello, imagen para vestir de la Soledad, que serviría ya, de esta manera, por tener la facilidad de poderla sacar en procesión. Estos sentimientos y emociones característicos llegaron a personificarse a partir de dos elementos iconográficos. En primer lugar, la incorporación de algunos de los símbolos de la Pasión: corona de espinas y clavos, que dotaban a la imagen de una actitud reflexiva sobre los significados de la muerte de Cristo. En segundo, la indumentaria, con toca blanca y manto negro, pues esta corresponde al traje de luto utilizado por las viudas castellanas durante los siglos pasados.

Seguidamente, el libro se adentra en las bases conceptuales previas y los procedimientos escultóricos constructivos utilizados para la creación, elaboración y manufactura de una Virgen Dolorosa para vestir.

Estos aspectos que se describen pueden ser ilustrativos para el público profano, para los cofrades y un verdadero acicate para todos aquellos aficionados o imagineros noveles, que se planteen elaborar una Dolorosa, porque aquí tienen todos los presupuestos mentales y las claves conceptuales generales de todos los procesos técnicos a seguir en la producción de una figura de estas características.

Cuál fue la primera Dolorosa de importancia que realizó el maestro. ¿Qué sabemos de ella? Danos algún dato significativo de su producción posterior.

Después de unos primeros ensayos, encontraremos al escultor realizando uno de sus primeros encargos de importancia para la ciudad de Málaga, que ya podemos considerar de una cierta entidad. Se trata de una Dolorosa de tamaño natural, la Virgen de la Caridad (1948), para el Real Santuario de la Victoria, por la que llegaría a cobrar 6.000 pesetas de la época. Más tarde, su producción se irá extendiendo por toda la geografía andaluza con ejemplos especiales y muy significativos en las Semanas Santas de Málaga y Cádiz. Así, podríamos destacar la imagen de la Trinidad de la Hermandad gaditana de Medinaceli que, sin duda, será una de sus Dolorosas señeras, una imagen muy especial y sugestiva. Si algo distingue a las esculturas de las Dolorosas de Buiza, fundamentalmente como tales, es que todas ellas tienen como denominador común una «funcionalidad moralizadora», acción y efecto ilustrativo, que tiene por objeto el que los creyentes y devotos que las vayan a venerar, observen y consoliden su fe en Dios.

«Si algo distingue a las Dolorosas de Buiza es su funcionalidad moralizadora»
Virgen de la Trinidad de Cádiz (1967)

Otro asunto a tener en cuenta es que Sevilla es la provincia que cuenta con más imágenes marianas del escultor, siendo Lora del Río el municipio que acoge la más antigua de todas.

Sevilla capital conserva dos destacados ejemplos de su buen saber hacer: la Virgen del Rosario de la Milagrosa (1963), realizada en una «fase de fe crítica» después de su accidente de motocicleta —curiosamente una imagen que regaló a una amiga de sus sobrinos; así, este acto de generosidad espontáneo se vería recompensado a la larga con su presencia y testimonio artístico en la Semana Santa sevillana—, y la Virgen del Amor (1971), una imagen de culto parroquial, de su segunda etapa de producción (1967 a 1974), ya prueba evidente de las características de su madurez profesional. También, localidades de la provincia sevillana como Lora del Río, Carmona y Écija nos muestran modelos de su primera etapa. Puebla de Cazalla, Cantillana, Los Palacios o de nuevo en Carmona, de su periodo de consolidación, Y finalmente, en Écija o Estepa, de su última fase de plenitud, son ejemplos excelentes para comprender la evolución de su estilo artístico.

Resultan muy interesantes los apartados que dedicas a la disposición de los ojos y las manos. ¿Fue el maestro un innovador?

Efectivamente, merecía la pena detenerse en este estudio pormenorizado en la composición y la configuración plástica de sus imágenes Dolorosas, porque Buiza era muy eficaz en la elaboración de este tipo de figuras. La prueba está en que a pesar del paso del tiempo la mayoría se conservan muy bien o han tenido que ser restauradas levemente. Buen ejemplo de lo que digo está en la Virgen de la Soledad (1971) de Moriles (Córdoba), que sus hermanos conservan con mimo y veneración y no ha necesitado restauración ninguna hasta la fecha. Respecto a las innovaciones, Buiza consolida y mejora las técnicas de ejecución de sus Dolorosas, especialmente en las policromías de su última época. Así, encontramos que tanto la composición, configuración de su cabeza y sus manos se ven cuidadas al detalle, tanto a nivel de modelado, carpintería y terminaciones de policromía de sutiles frescores y pátinas finales. Si hacemos una lectura visual pormenorizada de los rasgos de sus rostros, entrecejos, ojos, miradas y bocas entreabiertas, veremos que son muy llamativos, concibiendo unas imágenes muy personales, especiales y sugestivas, tanto en su posición frontal, como en la visión de sus dos perfiles laterales. Los estudiados gestos de sus cabezas, la disposición de sus miradas y la colocación y dirección de sus manos son una demostración de un alarde técnico. Juegos de «manos coloquiales» representativos de la calidad de ejecución, de aspecto voluminoso y dedos de «tenedor» o «abanico» con la abertura de ambos pulgares, especialmente el de la mano derecha, que suelen sostener el pañuelo de lágrimas o un rosario. En cuanto a los ojos de sus Dolorosas, utilizará en la mayoría de las ocasiones los de cristal de bola de color marrón oscuro (Schocobraun), como efecto natural para subrayar la intensa expresividad de sus rostros.

Por último, el libro contiene dos artículos de Flor María Martínez Borrero y Carlos José Romero Mensaque. Háblanos de sus aportaciones.

Contar con un equipo de buenos y excelentes colaboradores como Flor María y Carlos José y con su generosa participación ha sido muy gratificante, y sin duda le han dado una consistencia al texto que siempre les agradeceré. Doña Flor María Martínez, segunda consiliaria y camarera de la Virgen del Rosario de la Hermandad de la Milagrosa, cuenta en este libro con gran claridad y enorme brillantez los pormenores históricos, vicisitudesy avatares que se produjeron hasta la llegada de la imagen de María Santísima del Rosario a la Parroquia sevillana de Ciudad Jardín. Por su parte, don Carlos José Romero, auténtico especialista en temas «rosarinos», ha investigado y redactado el apartado sobre la advocación de la Virgen del Rosario, dejándonos unos apuntes exquisitos y especializados que demuestran una huella palpable de su capacidad de síntesis y recapitulación sobre la génesis y desarrollo de la devoción de la Virgen del Rosario, el Rosario de María y su dimensión histórica. A ambos les reitero mi agradecimiento públicamente por acompañarme en este empeño de divulgar el «Estudio de las Dolorosas de Buiza» en el año de su Centenario.