Un cartel que cobraría vida en la pureza de las Nieves

Cómo José Cabrera soñó las Glorias en Santa María la Blanca

Juanma Labrador jmlabradorj /
19 may 2022 / 18:10 h - Actualizado: 19 may 2022 / 18:18 h.
"La Resurrección","Santa Cruz","Cuaresma","Glorias"
  • Foto. Juanma Labrador
    Foto. Juanma Labrador

El encuentro se produjo en la calle, en pleno corazón de la ciudad, en ese entorno monumental que es el barrio de Santa Cruz. Caía la tarde de un domingo de octubre, y hacía tan sólo un mes que se había podido recuperar el culto externo, si bien es cierto que éste se retomó con cierta inquietud, ya que se priorizaba el mantenimiento de las medidas sanitarias de seguridad por encima de todo. Y una persona, contemplando a aquella erguida Virgen sonriente desbordada de blancura, tanto por la pureza de su piel como por la albura de sus prendas, cual particular gesto de acción de gracias y en un íntimo diálogo entre los dos, le prometió, como pintor que es, que si algún día recibía el encargo de anunciar con sus pinceles el tiempo de las Glorias de Sevilla, la retrataría a Ella.

Un cartel que cobraría vida en la pureza de las Nieves
Foto. Juanma Labrador


La procesión, como un ascua de luz otoñal, se perdió bajo el dominical anochecer por las estrechas callejas de su itinerario letífico, y aquel hombre regresaba a casa con el corazón henchido porque sintió la caricia de la mano de la Señora. Y tan fue así, que pasadas unas semanas recibió aquella anhelada llamada que, sin embargo, si alguna vez se producía, no la esperaba tan pronto, pero los designios de Dios, aquel que porta siendo un Infante Divino en su mano izquierda la Virgen blanca que colma de luz el crepúsculo que se adelanta a las propias horas durante el último trimestre del año, siempre serán inescrutables.

Un cartel que cobraría vida en la pureza de las Nieves
Cartel.

Ya no había lugar para la duda. Tenía que cumplirse lo prometido, y Ella sería el rostro que aunase sobre el lienzo de un cartel a todas las Glorias de la urbe milenaria. Buscó las mejores instantáneas de su rostro, las más definidas, aquellas en las que se apreciasen mejor los detalles, haciendo todo lo posible porque no se desvelase el secreto. Pasaron la Navidad, el año nuevo y los Reyes Magos, pasaron las semanas hasta alcanzar un nuevo y reilusionado Miércoles de Ceniza, fue avanzando la Cuaresma, y la encomienda llegaba a su fin. Durante las intensas fechas de la Pasión más honda, un velo cubría la obra, aguardando expectante el florecimiento de la Pascua de la Resurrección, y recién estrenada ésta, el misterio se desveló: Nuestra Señora de las Nieves, Santa María la Blanca, se erigía con su belleza en el anuncio gozoso de las Glorias hispalenses. Y José Cabrera Lasso de la Vega suspiró, hasta el borde de contener la lágrima. Y enmarcando tanta venustez, unas flores de talco circundaban la poderosa guapura de la Madre de Dios...

Un cartel que cobraría vida en la pureza de las Nieves
Foto: Juanma Labrador


La Virgen no volverá a procesionar hasta octubre, que será cuando, igualmente, se celebren sus cultos internos principales, si bien en agosto, en su quinto día, se conmemorará el día de su festividad litúrgica, y meses antes, en mayo, es su besamano... o veneración, como se le llama ahora por no deberse depositar físicamente miles de besos en los dedos maternales de María. Y así fue, la Señora descendió hace escasos días de su camarín, y allí mismo, a los pies del altar, ante el ingenio de sus priostes, Juan José García y José Antonio Rosales, el cartel cobró vida, porque las mismas flores de talco que completaban la obra pictórica se posaron sobre la ráfaga de la Virgen. Dicen que hasta Nieves, la hija del prioste Juanito, se percató de algo. Y así esperó Ella a su pintor de cámara en la tierra, y José Cabrera, plenamente rendido, se postró de rodillas, juró las reglas de su hermandad, y Eduardo Pérez, el hermano mayor, le impuso la medalla corporativa, a la par que una flor de cera se desprendió de una de las velas rizadas de la Señora para irse siempre con el artista...

Estas son las historias hermosas de Sevilla, las que se desarrollan de manera natural, en las que el narrador omnisciente tal vez sea el mismo Dios, Nuestro Señor, que quiso que Cabrera viese a su Madre en octubre muy cerca de la Giralda, que le hiciese aquella promesa, y que le guió para que la retratase con la misma perfección con la que fue concebida Pura y Limpia de todo pecado en el vientre de Santa Ana... y así, de este modo, fue como Nuestra Señora de las Nieves tuvo un nuevo vasallo que da su vida entera por Ella.