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Un dogma de fe a la Virgen

Los sevillanos celebraron este 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, con una veintena de imágenes en besamanos. De la Redención al Salvador, la fe se vivía en los templos

08 dic 2016 / 15:32 h - Actualizado: 09 dic 2016 / 00:31 h.
"Día de la Inmaculada"
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Dice la tradición hispalense que el 8 de diciembre es uno de esos días claves para entender el por qué del calendario de la más pura sevillanía. Una ciudad que hace de la víspera uno de sus bienes más preciados, que en jornadas como las de este jueves vuelve a cobrar sentido. Este día de la Inmaculada Concepción es en Sevilla antesala de todo lo que está por venir. Para algunos, arranque oficial de las fiestas navideñas y momento elegido para montar en casa el Nacimiento; para otros, jornada con sabor a Cuaresma de rutas de besamanos. Y hay hasta para quien no es más que una ocasión perfecta para salir a la calle, pasear por el centro, y contemplar el alumbrado navideño de las calles aunque sea a plena luz del sol.

El día, que amaneció vestido de celeste, invitaba a pasear la ciudad. Seguramente por eso, desde primera hora de la mañana se apreciaba un ir y venir incesante de gente en el centro. En la calle se palpaba algo de frío pero en el interior de los templos el calor se sentía en cada una de las oraciones azul purísima con las que los sevillanos felicitaban a la Santísima Virgen. Ahí estaba Sevilla y ahí estaba la fe. También las colas, que en algunas iglesias se convirtieron en un paisaje habitual para poder acercarse a besar la mano de la veintena de imágenes marianas que durante todo la jornada estuvieron expuestas a la veneración de los fieles.

Uno de esos lugares de peregrinación en este 8 de diciembre fue la iglesia de Santiago, sede de la hermandad de la Redención. Allí, desde el martes, la Virgen del Rocío presidía el altar mayor en su anual besamanos. Unos cultos que en la jornada de este jueves vivieron uno de sus días más especiales y emotivos con la celebración de la solemne función en honor a la dolorosa, que este año contaba con la participación del coro de la hermandad del Rocío de la Macarena y que estuvo presidida por Fray Francisco Javier Rodríguez Sánchez.

La imagen aparecía dispuesta en un altar que representaba un salón del trono. Al fondo, la hermandad había dispuesto como dosel el techo del paso de palio, formando así un altar dedicado al Espíritu Santo. A ambos lados se presentaban las credencias sobre las que reposaban los objetos litúrgicos de la misa. En el centro del presbiterio, aparecía una escalinata hacia el sillón del trono –cedido por la hermandad de la Esperanza de Triana– y en el que se situaba un cetro como símbolo de la Realeza de María. En el centro de la escena se situaba la Virgen del Rocío vestida por primera vez en un culto con el manto de salida bordado en el taller de Santa Bárbara y que estrenó el pasado Lunes Santo, aunque no pudo lucirlo en la calle a causa de la lluvia.

Una estampa de devoción que se repetía de templo en templo. También en la calle Alfonso XII donde la hermandad del Silencio celebraba solemne función a la Virgen de la Concepción, lo que había motivado que se retrasara la apertura del besamanos hasta las tres de la tarde. Colas también en la parroquia de San Pedro para besar la mano de Madre de Dios de la Palma y en la iglesia del Salvador, donde la Virgen del Socorro aparecía vestida con un sencillo manto liso de color marrón y dispuesta a los pies del Santísimo Cristo del Amor, en una especie de Calvario. Una iconografía similar a la que podía verse en el presbiterio de la parroquia de Santa Cruz, con el crucificado de la Misericordia presidiendo el altar y la Virgen de los Dolores a sus pies.

Tampoco faltaron los tradicionales sones del cuerpo de clarines de la banda de cornetas y tambores del Sol, que interpretaron los gozos de la Inmaculada junto a la espadaña de la iglesia de San Antonio Abad en la hermandad del Silencio, y los laudes bajo el arco del Postigo, coincidiendo con la celebración del besamanos de la imagen de la Pura y Limpia. La Virgen había sido trasladada la noche de este 7 de diciembre hasta sus dependencias después de haber celebrado sus cultos en la Catedral y haber presidido la Vigilia de la Inmaculada que organizaron los jóvenes de la Archidiócesis de Sevilla, lo mismos que la portaron en andas desde el templo metropolitano hasta su capilla.