Un sepelio que es duelo y triunfo de vida

El entierro de Cristo volvió a escenificarse en Sevilla bajo el emblema del triunfo de la vida sobre la muerte y las muchas representaciones que brindan su pésame

26 mar 2016 / 19:26 h - Actualizado: 26 mar 2016 / 23:23 h.
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  •  Paso del Cristo Yacente, el segundo de la cofradía de El Santo Entierro. / Fernando Ruso
    Paso del Cristo Yacente, el segundo de la cofradía de El Santo Entierro. / Fernando Ruso

Si las pulsiones de la vida y la muerte fueran un pasaje evangélico, su cofradía sería la de La Canina. La que vaticina el triunfo del Eros freudiano sobre su rival Thanatos, o lo que es lo mismo, la que a mitad del infausto periplo, resucita para dejar a Caronte con un palmo de narices en su navío. Este es el primer paso del Santo Entierro, el que saca a la calle un esqueleto sin abrigo, ansioso del abrazo de la última tarde, cargado del alegórico mensaje latino que da sentido a la hermandad más gótica del evangelio en talla que es la Semana Santa de Sevilla. Mors mortem superávit a pleno pulmón en la Campana.

El transitar del dorado ataúd de Cristo por el enclave de Campana, segundo paso, escenifica la honda tradición de exequias que aún guarda nuestra tierra. Silencio absoluto. Crujir de zapatos rasantes y leve entonación tétrica de la Coral Polifónica Portuense. En dos chicotás rápidas, la urna de cristal con neogótigos remates dorados tomó Sierpes, deseosa de ver resucitar a su inquilino, ya con sones de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.

El Santo Entierro es una de las corporaciones que menos transitar necesita para cuadrarse en la Carrera Oficial, donde además de sus tres pasos, se luce la amplia representación que acompaña a sus titulares. Autoridades religiosas, militares, academias, colegios profesionales y otras entes públicas, privadas y seculares escenifican su duelo por la muerte de Jesús de Nazaret con rigurosa etiqueta tras la urna dorada que porta el yacente atribuido a Juan de Mesa. Tras esa Canina aderezada con hiedra y guadaña, un lúgubre conjunto cuyo nombre oficial es Triunfo de la Santa Cruz, figuran representaciones de todas las cofradías que forman la nómina de la Semana Santa. Tras el yacente, la civiles y militares antes citadas. Hasta el Rey emérito, dimitido como Jefe de Estado, ha querido mantener su cargo como Hermano Mayor honorario de esta metafórica cofradía, quizás la más peculiar de todas las que realizan estación de penitencia hasta la Catedral.

El tercero es el paso del Duelo, dolorosa que por una vez, no es bajo palio. La Virgen de Villaviciosa desfila junto a las Tres Marías, los Santos Varones y cómo no, el inseparable San Juan, todos afectados por asistir al entierro del hijo de Dios. La Banda de Ejército pone música a tan desolador panorama. Pero el cortejo aún guarda otro desfile, el de la corporación municipal, que demuestra que la polémica regularización de representaciones que Espadas impuso recién recibió el bastón de mando, con motivo entonces del Corpus y que se dijo afectaría al Santo Entierro, fue agua de borrajas. O al menos, eso podría pensarse, porque casi había tantos concejales como agentes de Policía Local de gala.