Cofradías

Un Viernes de Dolores para enmarcar

La benignidad de la temperatura unida a las ganas de ver cofradías convirtieron a la primera jornada de Vísperas en un escenario perfecto para sumergirse en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor

01 abr 2023 / 08:17 h - Actualizado: 01 abr 2023 / 08:18 h.
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Eran las cinco y media de la tarde cuando las puertas de Jesús Obrero, la parroquia que asiste a los vecinos del Polígono Sur, se abrieron de par en par cual exordio de las Vísperas. El cielo lucía como anhela cualquier cofrade, tan límpido y radiante que costaba distinguir al Viernes de Dolores del Domingo de Ramos, por lo que el público que se congregó para disfrutar de los primeros instantes de Bendición y Esperanza lo hizo plenamente ilusionado. Media hora después, y sucediendo a un cortejo de trescientos integrantes, la agrupación musical nacida al calor de Nuestro Padre Jesús de la Bendición y Santa María de la Esperanza en su Soledad —se fundó hace diez años con diecinueve chiquillos y hoy cuenta con setenta músicos— comenzó a interpretar ‘La Bendición de Jesús’ de Federico Baena, primera marcha de una estación que desembocaría en la parroquia de la Oliva, con numerosas personas mayores y discapacitados aguardando a los Titulares. Este fue el momento cumbre de una procesión que el año que viene podría contar con nazarenos tras culminarse el proceso de conversión en hermandad de penitencia.

Apenas quince minutos después que los cofrades del Polígono Sur tomasen contacto con el pueblo, la corporación de Pino Montano se echaba a la calle con novecientos nazarenos escoltando a sus Titulares. Dentro de la amplia variedad de flores presentes en los pasos, llamaron la atención las rosas color café de la Virgen del Amor y las de tono caldera de Nuestro Padre Jesús de Nazaret. Mucha luz, mangas cortas e incluso abanicos en la puesta de largo de un cortejo que, presidido por el arzobispo Saiz Meneses, agradeció el punto de avituallamiento de agua instalado en la calle Agricultores. A la salida del palio, el Carmen de Salteras interpretó la salve dedicada a la dolorosa que hizo estallar de júbilo a todo un barrio, el cual la recompensó con una emotiva petalada. Igualmente a media tarde hizo su aparición por Rochelambert la agrupación Paz y Misericordia, que como novedad visitó las parroquias de Santa Teresa y La Candelaria, antes de iniciar su recorrido de vuelta. Una procesión de lo más meritoria que vivió sus momentos álgidos a las puertas de dichos templos así como en el entorno del Salón de la Misericordia, desde donde realizaron su estación. Un monte de claveles rojos fue el exorno elegido para el Stabat Mater gubiado por Miñarro y Álvarez Duarte y comandado por el capataz Alfredo Galindo, el cual estuvo acompañado por los músicos de Nuestra Señora de los Ángeles.

En Bellavista, uno de los grandes momentos del Viernes de Dolores fue la llegada del misterio a la parroquia del Sagrado Corazón, donde los hombres de Juanma Martín hicieron gala de su oficio a los sones de la Agrupación Musical de la Redención, cuyo repertorio plagado de marchas clásicas gustó mucho a cofrades y curiosos. Tambien llamó la atención el exótico exorno floral del misterio, a base de retama, leucalendro y anturium, el cual contrastaba con el olivo presente en la trasera y los ropajes de las figuras secundarias, sobresaliendo desde el canasto. Tras el Señor de Castillo Lastrucci, los alhelíes color crema de la Virgen del Dulce Nombre inundaron de fragancia las calles del barrio —un año más acompañada de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas, que deleitó con marchas como 'Campanilleros' y 'Esperanza Macarena'—. Entre los detalles que lució la dolorosa sobresalieron las perlas que adornaban su cuello y unas jarras repletas de flores color rosa, melocotón y crema acompañadas de velas rizadas. También gustó el jardín en tonos morados que daba color a La Misión, uno de los pasos más teatrales de la jornada, el cual recorrió un barrio de Heliópolis deseoso de ver nazarenos. Un año más se vivieron momentos emocionantes a la llegada del misterio a las puertas del Centro Residencial de Mayores Heliópolis, al colegio Nuestra Señora de las Mercedes de las Hermanas de la Doctrina Cristiana, y muy especialmente al hospital Virgen del Rocío —la ofrenda floral de los médicos fue uno de esos detalles que engrandecen las Vísperas—. En todos estos lugares la banda de las Cigarreras se empleó a fondo, demostrando su enorme conexión con la hermandad claretiana. Ya en la recta final de su recorrido, el paso se gustó por la calles Nicaragua, Ebro y Uruguay, antes de enfilar el camino más corto hacia su templo.

Pasadas las 19.45, la plaza Virgen de los Reyes se envolvió de respeto para escuchar a los niños de la Escolanía María Auxiliadora acompañados de la Capilla Musical homónima. Tiempo después, los cuatro penitentes con hábito morado que portaban la cruz con el travesaño al revés sorprendieron a los turistas que, cámara en ristre, se los cruzaron en la Puerta de Palos. Tras estos, el paso salpicado de iris del Señor de la Corona fue recibido por la luz de la tarde al son de las campanas de la Giralda. Lástima del desajuste entre el cortejo y el misterio al adentrarse en el Arenal —los espectadores asistieron a un vacío de excesivos metros a la altura de la calle Rodó—, algo que se solventó antes de su ingreso en Dos de Mayo, donde la cofradía hizo su tradicional visita a la cofradía del Lunes Santo.

La jornada la remató la hermandad de Pasión y Muerte, cuya segunda salida desde los Salesianos de Triana convocó a un numeroso público ansioso por descubrir las últimas novedades—este año el Cristo de Navarro Arteaga ha estrenado potencias que realzan aún más su divino perfil—. A destacar la compostura del cortejo, más nutrido que nunca y con amplia presencia de jóvenes que garantizan el futuro de la corporación —entre ellos sobresalían unos pequeños monaguillos que hicieron las delicias del público—, y el exquisito repertorio de la Capilla Musical Gólgota, cuyos sones tiñeron de luto la feligresía del Buen Aire así como el resto de calles del recorrido.