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Atascos y teletrabajo: la oportunidad del cambio

En el ejercicio de intentar sacar lo positivo de esta situación de confinamiento, vale la pena seguir apostando por el teletrabajo cuando todo acabe

Mario Garcés mgarces83 /
18 may 2020 / 04:39 h - Actualizado: 17 may 2020 / 17:42 h.
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  • ¿Es realmente necesario sumarse cada día a las colas interminables de camino al trabajo?
    ¿Es realmente necesario sumarse cada día a las colas interminables de camino al trabajo?

Durante dos meses largos, quizás más en muchos casos porque hay empresas que enviaron a sus trabajadores a casa antes del estado de alarma, y lo que nos queda, mucha gente se ha visto obligada a cambiar su rutina de trabajo. De un día para otro aquello de madrugar, ducharse, desayunar, subirse al coche y sumarse al atasco matutino de camino al puesto de trabajo, se ha visto sustituido, tal vez, por una hora más de sueño, pijama, café y tostadas frente a una pantalla de ordenador. O por algo parecido.

Evidentemente, compatibilizar las tareas laborales con el cuidado de los niños, cuya situación y necesidad de adaptación ha sido similar, teniendo que sacar adelante videoconferencias profesionales con sus deberes, clases y apoyo extraescolar, no es fácil para muchas familias. Pero esta parte, la del cuidado escolar, no ha de cambiar tanto en el futuro a medio plazo, una vez que la normalidad llegue a nuestras vidas en algún momento en el que la dichosa pandemia de COVID-19 quede suficientemente controlada. Cuando eso ocurra, y los niños regresen a las clases, ¿cuántos padres retornarán a la oficina con la misma asiduidad que antes de que toda esta situación nos golpease? Obviando, lógicamente, a quien por el camino ha perdido su empleo. Sin embargo creo, incluso, que esta nueva situación abre la oportunidad de que gente mucha desempleada se plantee optar a un nuevo puesto de trabajo que pueda desarrollar la mayor parte del tiempo desde su casa.

El atasco diario de camino al trabajo sumerge en el hastío a cualquiera. Y el mismo proceso al regresar a casa, lo duplica. Toda esa logística conlleva un gasto de carburante enorme para desplazarnos a lugares donde muchas de nuestras tareas requieren únicamente de un ordenador, una mesa y una silla. Está claro que hay una enorme cantidad de puestos de trabajo que requieren la presencia física del trabajador. No tiene sentido generalizar. Pero sí tiene sentido alentar, en este preciso momento en el que muchas personas han demostrado a sus empresas que su productividad es la misma o incluso mejor si la llevan a cabo desde casa, a que se convierta en una práctica generalizada en todas aquellas labores que puedan realizarse así.

Si las empresas que pueden permitírselo apuestan por esta nueva modalidad, la calidad de vida de muchos de sus empleados probablemente mejorará. Hay muchas ventajas. Es más fácil conciliar la vida familiar y los horarios de recogida de los escolares. Se puede disfrutar de más horas de sueño, lo cual favorece el estar fresco y descansado en el puesto de trabajo. Por supuesto, también, se contribuye a reducir el tráfico rodado, la contaminación que este conlleva y a dejar más espacio en las vías para quien realmente necesita desplazarse. Que la circulación se descongestione redunda en la productividad de otros trabajadores, que pasan menos tiempo viajando hacia sus puestos, se exponen menos a la accidentalidad propia de las horas críticas y disfrutan de una mayor agilidad en sus desplazamientos.

Hay quien se aferra a la necesidad de acudir a la oficina, pero existen soluciones a casi todo, cuando el trato personal, cara a cara, es requerido, como la videoconferencia. El ahorro en alquiler de grandes espacios con muchos puestos de trabajo permite, a cambio, poder reservar salas de reuniones (o los ahora tan de moda espacios de 'coworking', o trabajo cooperativo), exclusivamente bajo demanda. Esta misma política es aplicable a las plazas de garaje para empleados. Obviamente, se pierde la imagen que desprende de una gran empresa el disponer de edificio propio o de unas instalaciones modernas con las que seducir al cliente. Pero el insumo más valioso de una empresa, sus trabajadores, lo agradecerá.

Ahorrar carburante y desplazamientos tiene otra enorme ventaja. Permite a las personas destinar el uso de sus vehículos a otras necesidades. Reducir sus costes de mantenimiento al hacer menos kilómetros anuales en condiciones poco beneficiosas como los atascos de hora punta, particularmente dañino con la mecánica. Disfrutar, con mayor probabilidad, de los trayectos, porque el coche o la moto quedan, proporcionalmente, destinados a un uso mayor en viajes y desplazamientos de placer. Entre otras cosas porque el ahorro monetario permite destinar ese dinero al esparcimiento familiar.

¿Será posible contar a partir de ahora con la colaboración de empresarios, trabajadores y administraciones para que este paradigma traiga el beneficio de emplear la tecnología donde aún no se empleaba? Es decir, en el servicio a las personas, en facilitarles la vida y en fomentar la reducción de la huella de carbono porque, efectivamente, el mundo no se detiene por no hacer acto de presencia en la oficina.