Motor

Es buen momento de preparar el coche para los meses de clima adverso

Aunque en nuestra comunidad el buen tiempo es duradero en otoño, conviene tener el coche preparado ante la posibilidad de sufrir lluvias intensas y, en invierno, heladas

Mario Garcés mgarces83 /
26 sep 2019 / 16:59 h - Actualizado: 27 sep 2019 / 09:52 h.
"Motor"
  • Tratamiento repelente de agua de Carglass, aconsejable para mejorar la visibilidad en lluvia.
    Tratamiento repelente de agua de Carglass, aconsejable para mejorar la visibilidad en lluvia.

Justo antes de que llegasen los desplazamientos veraniegos y las operaciones salida, en El Correo de Andalucía ya dedicamos un artículo con los puntos a revisar para tener el coche en un estado óptimo, que preserve la seguridad de los pasajeros y la integridad mecánica. Si los meses estivales son particularmente exigentes con el motor y los neumáticos, el otoño y el invierno afectan más a la habilidad del conductor frente a condiciones climatológicas adversas. Pero para que el conductor conserve el control del coche es fundamental que este se encuentre en un estado de mantenimiento óptimo.

Si el calor afecta especialmente a la degradación de la banda de rodadura y a la temperatura interna del neumático, y es crucial que la presión sea la correcta (si es un poco más alta que la indicada por el fabricante, no pasa absolutamente nada), el frío y la lluvia exigen que la profundidad de los surcos sea buena y que el caucho conserve sus propiedades naturales para garantizar una adherencia correcta. Muchos conductores tienen la falsa creencia de que, con las ruedas, basta con que la huella sea suficiente para no tener problemas en lluvia. De hecho, se suele temer más a no pasar la ITV que a pisar una balsa de agua en autopista, cuando lo segundo es mucho más peligroso que lo primero.

La profundidad mínima que por ley debe tener la huella de un neumático es de 3,5 milímetros. Sin embargo, es aconsejable no apurar hasta este límite, porque si bien en seco no suele plantearse problemas, en mojado la cosa cambia. Un neumático actúa sobre el asfalto húmedo como una bomba de agua, expulsando mediante la presión que ejerce el peso del coche el agua que hay entre el pavimento y la goma. Si los surcos tienen poca profundidad, la evacuación de agua puede ser insuficiente y es mucho más fácil patinar. Por otro lado, la antigüedad del neumático influye en su elasticidad. Los neumáticos no tienen una fecha de caducidad, pero las condiciones en que se conserven son cruciales. Las ruedas de un coche que duerme en la calle, expuesto al sol durante muchas horas, envejecen mucho antes que las de uno que va de garaje a garaje. Por tanto, no se guíe únicamente por el desgaste aparente y consulte con un especialista, pues sus ruedas pueden estar cristalizadas y presentar microgrietas.

Algo parecido ocurre con los limpiaparabrisas. La goma de estos, en los coches que pasan mucho tiempo a la intemperie, se degrada aceleradamente y es posible tener problemas de limpieza aunque se renueven de un año para otro. El chaparrón repentino en mitad de un viaje no es el momento más oportuno para comprobar que las plumas están endurecidas o rotas y que, más que eliminar la estela de agua, la esparcen frente a nuestro campo de visión.

El aire acondicionado no es sólo para el verano, pese a que muchos conductores piensen que sí, que sólo sirve para enfriar. Su utilidad en invierno es la de secar el aire, eliminar la humedad, de manera que es mucho más eficaz circular con la temperatura deseada y el compresor de aire acondicionado encendido (la tecla A/C), que emplear la calefacción a la máxima potencia con el chorro de aire derivado hacia el parabrisas cada vez que se empaña el cristal. Además, conectar el aire acondicionado durante todo el año y no solo en los meses de más calor ayuda a mantener el sistema en buen estado y previene las averías por desuso.