El Salón del Automóvil de Tokyo, que este año se celebra entre el 24 de octubre y el 4 de noviembre, tiene como centro de su actividad las novedades para el mercado asiático. Sin embargo, algunas marcas japonesas también aprovechan para presentar sus modelos de comercialización global. Este año, las dos principales novedades vienen de la mano del Mazda, que con el MX-30 presenta su primer modelo eléctrico, y de Honda, que desvela el aspecto y las características de la cuarta generación del Jazz. Este pequeño monovolumen pasa a ser un modelo cuyo único sistema de propulsión es híbrido, en sustitución de la versión de gasolina actual.
Con el MX-30, Mazda se incorpora al mundo de la movilidad eléctrica con un SUV mediano, de 4,4 metros, prácticamente idéntico en dimensiones al recientemente presentado CX-30. Cuando se inicie su comercialización, después del verano de 2020, entrará a competir con otros SUV eléctricos que en los últimos meses han ido aumentando la aún reducida oferta de alternativas, como el Peugeot e-2008.
Su batería no es grande (tiene 35,5 kWh). Mazda ha apostado por crear un coche no muy pesado (las baterías de gran capacidad lastran mucho a los coches eléctricos), cuya autonomía sea, en la práctica, de entorno a 200 kilómetros. La distancia media que recorren los conductores europeos al día es de 48 kilómetros, razón por la que puede ser suficiente para una buena proporción de usuarios.
La carrocería del MX-30 tiene una característica particular: para acceder a la segunda fila de asientos primero hay que abrir las puertas delanteras y después las traseras, que abren hacia atrás, al estilo de algunos coches antiguos. Es posible que esta forma de entrar no sea la más cómoda, aunque una vez dentro, Mazda dice que la disposición diáfana del habitáculo favorece que se tenga una buena sensación de amplitud. Como en otros coches eléctricos, en el MX-30 es posible circular usando sólo el pedal del acelerador, sin tocar el freno. Para ello solo hay que modular la cantidad de aceleración y deceleración deseada y, si se levanta por completo el pie, la retención del motor eléctrico es capaz de detener el coche. Los asistentes a la conducción están incluidos dentro del paquete i-Activesense, en el que Mazda reúne elementos como la detección de obstáculos con frenado de emergencia, la ayuda al mantenimiento de carril y el control de velocidad activo.
El diseño cambia sustancialmente en esta nueva generación, con unos faros LED que redefinen por completo el aspecto del coche.
El Jazz que aún se vende, y que seguirá previsiblemente casi un año más en el mercado hasta que llegue el nuevo modelo, es un coche que destaca por su gran amplitud en relación al pequeño tamaño de su carrocería. Su diseño, estilo monovolumen, permite disponer de buena habitabilidad en apenas cuatro metros de longitud (tres centímetros menos de lo que mide que un SEAT Ibiza, de hecho). Si Honda ha hecho bien 'los deberes', el Jazz de 2020 debería conservar estas virtudes intactas.
Su sistema propulsor es híbrido, sin posibilidad de recarga a través de un enchufe. Es decir, como el de un Toyota Prius, con un motor de gasolina, un motor eléctrico pequeño y una batería de poca capacidad que le permite reducir el consumo de combustible. Honda dice que gracias a la incorporación de nuevos elementos de detección, las ayudas a la conducción tienen en este nuevo Jazz un funcionamiento más preciso, que redunda en una mayor seguridad.
Como ocurre con algunas versiones de otros coches pequeños, habrá una variante, por primera vez en la historia del modelo, con un aspecto ligeramente modificado para asemejarlo al de un SUV. Al estilo de lo que ha hecho Audi con el A1 citycarver. Su denominación es Honda Jazz Crosstar y contará con una suspensión que aumenta la distancia de la carrocería al suelo, protecciones en los paragolpes, barras en el techo y una tapicería que soporta mejor el maltrato porque es resistente al agua.