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Actualizado: 09 may 2021 / 21:59 h.
  • Fotografía de Natasha Shakhnes
    Fotografía de Natasha Shakhnes

Los que me conocen saben lo que pienso sobre la danza, algo que ya he dicho, con insistencia, anteriormente.

El ser humano expresa a través del cuerpo. Sin abrir la boca es capaz de decir, de hacerse comprender, de expresar sus emociones más intensas y más íntimas. Antes de hablar, de construir un sistema tan complejo como el lenguaje, el hombre se comunicó gesticulando, saltando. Bailando alrededor de una hoguera para dar gracias al sol por regresar cada mañana o expresando la alegría provocada por una buena caza.

La danza fue expresión absoluta, pura, única. Y la danza sigue siendo eso mismo, sigue estando al margen de interferencias; sigue arrastrando, así, al hombre hasta sus orígenes más primitivos.

Si acudimos a una boda, terminamos bailando por la alegría; si celebramos el final de un año más, terminamos bailando; si celebramos cualquier cosa que nos produce alegría lo hacemos, si invocamos, si queremos estar presentes en el grupo.

La danza sigue siendo nuestra caverna más ancestral.

Adva Yer es una artista independiente nacida en Israel, enamorada de España y de un guitarrista español. Su castellano es fluido y, no voy a ocultarlo, muy simpático. Escuchar hablar a una mujer israelí, que se dedica a expresar a través del arte, con acento andaluz muy marcado, no deja de ser simpático. Habla con pasión de su trabajo, de su vida entera. Y transmite ese entusiasmo que solo se encuentra dentro de los que aman profundamente lo que hacen. Charlamos a través del teléfono, ella mientras acaba de pasear con su perra, el que escribe desde la terraza de casa.

Lo primero que me dice Adva Yer es que confía en el destino. Y eso ya me coloca de su lado.

«Bailo desde los seis años. Clásico, Jazz, hip hop, contemporáneo... Cuando tenía doce años pude ver un final de curso de flamenco en una escuela y, al regresar a casa le dije a mi madre que yo quería bailar así. Me pareció que el flamenco tenía una energía enorme, fuego absoluto. Así que mi madre me apuntó en la escuela a los doce años. Me enamoré del flamenco sin remedio; cada día más. Y me fui haciendo mayor. Ya sabes que las mujeres, en Israel, hacemos dos años de servicio militar obligatorio. Pues al acabar me vine a Sevilla para seguir estudiando flamenco. Vine para seis meses y me encontré con una relación muy interesante con España. Estamos hablando del año 2007. Estuve una temporada, pero eché mucho de menos a mi familia y regresé a Israel. Allí me incorporé a la Escuela de Artes Visuales de Jerusalén, un centro que me ha cambiado la vida y, al acabar, me encontré a mí misma todo el día pensando en España. Regresé y, desde entonces, vivo en Sevilla buena parte de mi tiempo. Para rematar el asunto, me enamoré del guitarrista Manuel Cazas y decidí quedarme aquí para compartir mi vida con él. Trabajo mucho en Israel y he ganado premios y tengo mucho apoyo allí; pero no me veía cómoda viviendo allí siempre. Vivo a caballo entre los dos sitios».

Adva Yer: «La danza me ha elegido a mí»
Fotografía de Natasha Shakhnes

Siempre me ha interesado saber por qué un artista elige una forma de vida tan extraña en el mundo en el que vivimos como es el arte y, concretamente, la danza. Le pido a Adya Yer que me cuente sus motivaciones, su forma de entender este tipo de vida.

«¿Qué más hay en la vida, Gabriel? Yo no lo sé».

Podrías haber elegido otro tipo de vida.

«No, sencillamente, la danza me ha elegido a mí. Siendo niña ya me sentí obligada a bailar y a expresar de ese modo. Nunca me pregunté si quería bailar o no. Bailo desde siempre. No he tenido dudas sobre lo que quería hacer jamás, ni un solo minuto de mi vida. Soy una mujer de cuerpo, de movimiento. Mira, he pintado mucho porque mi madre es terapeuta de arte y en casa pintamos mucho, pero no tenía mucho talento; me encanta aunque no lo hago bien. Las palabras tampoco me cuadran demasiado. Mis hermanos lo hacen muy bien. Yo no, yo muevo el cuerpo y creo imágenes. No hay otra opción que no sea la danza».

¿Has pensado alguna vez que el público, tal vez, no entiende los códigos que utilizas para expresar eso que quieres?

«Siempre hablo de la ‘chakra del espectador’. Si está abierta el día que vas a ver un espectáculo o a mirar una pintura, eso que miras te habla, te dice algo que está muy abierto, efectivamente, y que a lo mejor no es exactamente lo que quiere decir el artista. Puedo bailar expresando soledad y el espectador entiende que le estoy contando la tristeza o cualquier otra cosa. Pero lo importante es que la ‘chakra del espectador’ esté abierta y que el espectador quiera recibir lo que le ofrecen. A mí también me pasa que alguna vez voy a ver un espectáculo y tengo un mal día (estoy enfadada, preocupada o cansada) y no termino de conectar con el mensaje aunque no tiene nada que ver con el arte».

Adva Yer: «La danza me ha elegido a mí»
Fotografía de Félix Vázquez

Charlamos sobre esa expresión sin palabras a la que estuvieron obligados nuestros abuelos en las cavernas, sobre cómo el ser humano ha tenido que expresar moviendo el cuerpo, creando imágenes simbólicas para expresar. Y le pido a Adya Yer que me diga si en la actualidad la danza tiene algo que ver con todo eso.

«Bailar es decir sin palabras aunque me parece que la idea tiene algo de cliché. Y es que la danza y el arte en general es mucho más profundo que ese afán por decir sin poder utilizar palabras. Es mucho más abstracto. Quizás las palabras sean algo más concretas y un libro se acerque a ese decir, pero la danza, por ejemplo, va mucho más allá. Bailando se crea un universo completo utilizando el movimiento, es un espectáculo vivo y eso hace de ella algo muy especial».

Adya Yer presenta a finales de mayo el espectáculo ‘Espacio potencial’ en el festival ‘Flamencos y mestizos’ de la ciudad de Úbeda. En ‘Espacio potencial’, la propuesta escénica de Adva Yer, se combinan el flamenco con el teatro visual, la danza y la performance. La artista estará acompañada por su director musical y guitarrista Manuel Cazas, el cantaor Jesús Corbacho, el percusionista Javier Rabadán, el bajista Juanfe Pérez y el bailaor invitado Abel Harana.

Nos despedimos puesto que el tiempo escasea. Nos emplazamos a vernos en Madrid, en esta terraza desde la que he podido hablar con ella. Me confiesa que uno de los sueños de su prometido es vivir en la misma zona de Madrid que yo. Así que tendré que invitarles a tomar una cerveza y unas tapas para que disfruten de una de las vistas más bonitas de la ciudad. El Parque del Retiro es, sencillamente, el dibujo de un paraíso en el centro de la ciudad.

Adva Yer: «La danza me ha elegido a mí»
Fotografía de Shmulik Balmas