La muerte es uno de esos temas que siempre tratamos de evitar, de alejar lo más posible de nuestro día a día. Pero como resulta que la vida no siempre es amable con nosotros y que el pasado y el futuro están salpicados de baches e inconvenientes, necesariamente hemos de volver la vista hacia el futuro, y en consecuencia, hacia el final de nuestro periplo en la tierra. Es entonces cuando la muerte se convierte en una realidad, ya sea para nosotros o para esas personas que conocemos y amamos. Y es que la muerte nos asusta porque es la separación final. No hay marcha atrás y muy a menudo no hay tiempo para las despedidas. Pese a todo, vivir con miedo a la muerte es una forma de autolesionarse, pues nos impide disfrutar del tiempo que tenemos por delante. La muerte es tan natural como el nacimiento y ambos son dos hechos terroríficos, misteriosos y sagrados; pero sobre todo, ambos nos permiten comprender que somos parte de la naturaleza y que debemos aceptar las condiciones que esta impone a nuestra existencia. Como nos recuerda el escritor Oliver Araujo, «la muerte no es un asunto complicado. Puede suceder muy rápido y de manera fácil. La parte más difícil del ser es vivir, y sobre todo, vivir una vida como la deseamos». Pero, ¿es realmente la muerte el fin de todo y de todos?
En busca de respuestas
«Yo había ido a visitar a Donna, mi mejor amiga, que vive en Virginia. Su hija Chelsea tenía seis meses por entonces. Donna había puesto a la niña en la cama para la siesta (...). Cuando salí por la puerta de la calle oí la voz de mi madre con toda claridad: «¡Vuelve con la niña!». Pensé que debía estar oyendo voces a causa de la tristeza, y me encogí de hombros. Pero en cuanto di otro paso, mamá me habló otra vez: «¡Tienes que volver con la niña!». Una vez más su voz sonaba perfectamente clara. Me di la vuelta, fui al cuarto de Chelsea y abrí la puerta. ¡Estuve a punto de desmayarme! ¡La niña estaba casi azul! Quién sabe cómo, se había enredado con la manta y no podía respirar». Este impactante testimonio, narrado por una azafata norteamericana de 36 años que había perdido a su madre hacía una semana, es uno de los más de cien casos que se recogen en Comunicación entre muertos y vivos, libro de Lluís Pastor, profesor titular de Comunicación de la Universidad Oberta de Catalunya y colaborador habitual en prensa, radio y televisión. Una obra pionera a nivel mundial, por la manera en que se enfoca el fenómeno de los aparecidos, que acaba de ver la luz en la editorial Odeon, con sede en Archidona (Málaga). Y decimos ‘pionera’, porque hasta el momento «ni la antropología, ni la psicología, ni la medicina han propuesto una explicación consistente», según el investigador. De ahí que Pastor halla utilizado el marco de análisis que le proporciona su especialidad para ahondar en un tema aparentemente indescifrable y, de este modo, tratar de averiguar «qué sucede y descubrir cuáles son las razones que lo provocan, más allá incluso de la propia comunicación».
Honestidad por encima del sensacionalismo
Subtitulado como Diario de una investigación, este peculiar trabajo es el primero de una trilogía que el autor tiene previsto completar en los próximos años, y que le llevará a buscar similitudes entre experiencias detalladas en el primer volumen y otras similares «que se hayan producido a lo largo de la historia y en diversas culturas que han habitado o todavía habitan la tierra», y por supuesto reflejar y discutir «acerca de las distintas explicaciones que se han dado al fenómeno». Al ocuparse este tomo primero fundamentalmente de los hechos y, merced a la voluntad de Pastor de mostrar sus descubrimientos de manera cronológica, de inicio sorprende el modo en que está narrado, como un cuaderno de apuntes o diario donde el investigador anota datos, nombres, estudios o reflexiones, y donde los casos —quizás lo más llamativo para el neófito— van introduciéndose poco a poco. Esta manera tan sistemática y ordenada cuenta a su favor con que el lector se irá adentrando en la investigación al mismo tiempo que el autor, lo que le otorga verdad y naturalidad. En cambio, para aquellos que tengan conocimientos previos del asunto puede resultarles algo monótono, ya que la base del discurso se asienta sobre estudios anteriores que, en algunos casos, pueden resultar incluso familiares. No obstante, en nuestra opinión, Lluís Pastor ha acertado en su defensa de la honestidad por encima del sensacionalismo, lo que convierte a Comunicación entre muertos y vivos en un texto riguroso e inusual dentro de la amplia bibliografía sobre el tema.