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Actualizado: 02 may 2022 / 13:27 h.
  • Alberto Álvarez Calero posa con su libro. / Fotografía cortesía del autor
    Alberto Álvarez Calero posa con su libro. / Fotografía cortesía del autor

Considerado uno de los músicos más famosos de su época, son muchas las lagunas que rodean la vida de John Dowland, comenzando por su lugar de nacimiento —unos historiadores se inclinan por Londres, otros lo sitúan en Dalkey, cerca de Dublín—, si bien la crítica es unánime en cuanto a considerarlo un artista majestuoso y de dimensión universal. Hablamos con el sevillano Alberto Álvarez Calero, doctor en Geografía e Historia (especialidad Historia del Arte), director de orquesta, investigador musical y autor del primer libro en español sobre esta importante figura del siglo XVII: «John Dowland. La música inglesa en tiempos de melancolía» (Fórcola, 2022).

Tras investigar y publicar sobre estilos, periodos y figuras españolas de la música como Fernando Valero, fray Gerónimo González, fray Francisco de Santiago o Manuel de Falla, ahora se sumerge en la vida y obra de un compositor británico. ¿Cómo surge su interés por John Dowland?

Este es uno de los personajes que más me ha atraído desde que estudiaba en el conservatorio. Su música me acompaña toda mi vida. Fue hace casi dos décadas cuando empecé a esbozar este libro. Sin embargo lo aparqué, al ir surgiéndome otros proyectos. Fue hace unos tres años cuando decidí retomar y concluir esta monografía. Me atraían dos cosas para ello. Una es la peculiar vida de John Dowland dentro de un contexto histórico convulso y apasionante. Pienso que de su biografía se podría sacar un magnífico guion para una serie o una película. Por otro lado, no había hasta ahora ningún libro sobre John Dowland en español. De hecho, el principal libro de referencia sobre este compositor, escrito en inglés, es de hace ya 50 años, de Diana Poulton. Tuve la suerte de ponerme en contacto con la Editorial Fórcola, que le pareció interesante el proyecto. Considero que Fórcola ha hecho una magnífica edición, incluyendo más de 30 ilustraciones a color que contextualizan bien la época y acompañan la lectura.

Una de las aportaciones islámicas a la cultura europea —y muy concretamente a la de la península ibérica— fue el laúd. ¿En qué medida contribuyó Dowland al desarrollo de este instrumento?

Efectivamente, los orígenes del laúd estaban en el “ud” o laúd árabe (“al ud” se traducía como “La madera”). De todas formas, este instrumento primitivo es algo diferente al laúd que se desarrolló en la Europa renacentista, con trastes. En este momento el laúd estaba muy de moda en las cortes o casas nobiliarias europeas. No solo lo tocaban los hombres, sino también las mujeres. De hecho, la reina Isabel I de Inglaterra era una gran tañedora de ese instrumento, como consta en algunos cuadros. En España, sin embargo, el laúd fue desplazado a partir del Renacimiento por la vihuela (quizás precisamente como prejuicio a la tradición musulmana que tenía el laúd). John Dowland era el principal compositor para laúd en Inglaterra a finales del s. XVI. Con todo, en su país la literatura para este instrumento llevaba cierto retraso con respecto a lo que se hacía en Italia o Francia. Con la publicación de los 4 libros para canciones de John Dowland (entre 1597 y 1612), que incluyen el acompañamiento del laúd, el compositor inglés empezó a ser uno de los más conocidos en Centroeuropa. Las obras solo para laúd, sin embargo, eran menos habituales que se publicaran en esa época. Pero se hacían muchas copias manuscritas que se compartían entre los laudistas mediante sus lutebooks.

Para entender a este genio de la música, hemos de contextualizarlo en su tiempo, la Inglaterra de Isabel I. ¿Cómo era el entorno musical y cortesano donde vivió y se desarrolló?

El gusto de la reina por la música reflejaba al exterior la idea de una monarca moderna y preocupada por tener una formación humanista. Eso se trasladaba a su vez a la aristocracia británica. La Royal Chapel la formaban 32 gentlemen y 12 children. Además estaba la capilla privada de la reina, en la que había un grupo reducido de músicos. Ahí es donde intentó alcanzar una plaza John Dowland, sin conseguirlo. O al menos durante el mandato de la reina “virgen”. A diferencia de las grandes capillas musicales europeas, en la corte inglesa no se permitía que vinieran músicos extranjeros. Se podría entender esto en un contexto de guerras religiosas cada vez más intensas y duras.

«De la biografía de John Dowland se podría sacar un magnífico guion para una serie o una película»
‘John Dowland’ Biblioteca Conservatorio Rimsky-Korsakov de San Petersburgo.

Poco antes de cumplir los dieciocho años, Dowland se convirtió al catolicismo, algo difícil de aceptar en la corte inglesa, mayoritariamente protestante. ¿Hasta qué punto afectó esta decisión a su carrera?

Sin duda, esa decisión condicionó su futuro. Se convirtió al catolicismo más bien por inercia, al estar en París a las órdenes del embajador inglés, que era católico. Eso le hizo tener las puertas cerradas a la hora de intentar entrar después en la corte de Isabel I de Inglaterra. Resignado, hizo un largo viaje por Alemania, para finalmente ir a Italia para pretender encontrarse en Roma con el famoso madrigalista Luca Marenzio. Pero en Florencia se cruzó con un grupo de espías católicos compatriotas, jesuitas más concretamente. Estos pensaban hacer un complot internacional contra la reina inglesa. Ahí, John Dowland tuvo que tomar otra decisión: o bien seguir con esos ingleses disidentes, que le ofrecieron un buen puesto en Roma, o bien dar marcha atrás. Finalmente, temió no poder entrar más en su país y perder contacto con su familia, que se mantuvo en Londres. En su camino de vuelta, ya en territorio de nuevo alemán, mandó una amarga carta al secretario de la corte inglesa, Robert Celil, contándole todo lo ocurrido.

A partir de 1598, Dowland trabajó en la corte de Christian IV de Dinamarca. ¿Qué razones le llevaron a abandonar Londres y ponerse al servicio de este monarca?

Volvió a irse de nuevo al extranjero debido a las mismas razones que anteriormente sucedieron: él se consideraba uno de los principales músicos ingleses, pero no tenía hueco en la corte de Isabel I. En la corte danesa estuvo 6 años. Buscaba siempre excusas para pasar largas temporadas en Londres para ver a su mujer e hijos o publicar sus libros. Al final, Christian IV acabó despidiendo a John Dowland, harto de las ligerezas que se tomaba el músico cada vez más.

Resulta paradójico que uno de los mayores representantes de la música melancólica haya sido definido como «una persona alegre» por expertos como Thomas Fuller. ¿Cómo se explica esto?

Por una parte, John Dowland quiso mostrar bien su imagen de persona melancólica. Él mismo llegaba a abanderar su lema “Semper Dowland semper dolens”, a partir del título de una de sus piezas instrumentales. También en sus cartas e incluso en los prólogos de sus libros mostraba la imagen de una persona amargada, al no poder conseguir sus objetivos en un principio. Además, cada vez estaba más al margen de las nuevas tendencias. Pero por otra parte, la melancolía era una estética dentro de la era isabelina inglesa. Estaba de moda, en una etapa histórica muy incierta. Pero no es incompatible esto con que en su vida privada John Dowland pudiera tener sus momentos de distensión.

«De la biografía de John Dowland se podría sacar un magnífico guion para una serie o una película»
Portada del libro.

Más allá de su faceta de laudista, John Dowland es considerado como uno de los mejores creadores de canciones de todos los tiempos. Siendo así, ¿a qué se debe que su nombre sea tan poco conocido entre el gran público?

John Dowland está dentro de la llamada música antigua, y por tanto está algo más al margen del gran público. Pero afortunadamente, la música antigua está cada vez más cercana a todo el mundo. Como muestra de ello están los Festivales de Música Antigua, como el Femàs de Sevilla, que se llena de un público cada vez más diverso y receptivo. Por otra parte, hace unos años el famoso cantante pop Sting hizo un CD sobre canciones de John Dowland (“Songs from the Labyrinth”, 2006). Sin duda ayudó a la difusión de este brillante compositor de finales del Renacimiento. Las canciones de Dowland son de las mejores escritas en su idioma de todos los tiempos.

«John Dowland. La música inglesa en tiempos de melancolía», además de ser un excelente ensayo sobre un músico irrepetible es un compendio de curiosidades sobre un periodo fascinante. Una de las que más sorprenden es la del espionaje...

Fue de hecho lo que más me atrajo a indagar desde el principio. Cuando John Dowland estuvo en Dinamarca, a veces obtenía mucha información de Estado que podría beneficiar a su país. Seguro que de eso esperaba a cambio obtener algún beneficio de Inglaterra, pues nunca olvidaba su papel de exiliado. Había muchos conflictos entre Dinamarca e Inglaterra por el dominio del Mar del Norte. Cada vez que había una reunión entre ambas comisiones estatales, unos días antes Dowland le contaba en secreto a un intermediario inglés las decisiones políticas que los daneses iban a tomar al respecto. Al final, los daneses sospecharon cada vez más de Dowland. Llegaron a interceptar cartas suyas muy delicadas. Pero la figura del músico-espía no era algo nuevo en esa época, pues ya desde la Edad Media había casos similares, como los trovadores: actuaban como informadores confidenciales entre una corte y otra. Al moverse los músicos en un círculo muy cercano a los reyes o nobles, era difícil que se mantuvieran al margen de lo que se estaba gestando en política en todo momento. En la época isabelina, la corte inglesa se destacaba por la amplia red de espías que tenía desplegada por toda Europa; entre ellos John Dowland.

Dado que fueron contemporáneos y que ambos frecuentaron los mismos círculos, ¿cree que Dowland y Shakespeare llegaron a conocerse?

La figura de Dowland deja muchas hipótesis abiertas, así como la de Shakespeare. Una de ellas es si ambos artistas llegaron a conocerse. Quizás no trabajarían juntos, pues los dramaturgos solían usar canciones populares que el público manejara bien, para así participar en ese momento en la representación. Con todo, en mi libro especulo con un par de canciones de Dowland que podrían haber estado relacionadas con Shakespeare. Sea como sea, el músico y el escritor llegaron a tener el mismo mecenas, George Carey, por lo que se podría suponer que se conocieron. Hay otra cosa curiosa: el castillo de Kronborg, en Elsinor, es donde estuvo trabajando John Dowland mientras residió en Dinamarca. Es el mismo lugar donde se desarrolla precisamente la trama de Hamlet. Era habitual que las compañías inglesas actuaran en la corte danesa.

Por último, de todas las obras de Dowland, ¿con cuál se queda y por qué?

Es difícil escoger una sola. “Lachrimae Antiquae” es una de las que mejor representa a John Dowland. Fue además una de las más conocidas en su momento por toda Europa. Está su versión para consort, como también la versión para laúd.

Y por otro lado quería incluir su canción “Can she excuse my wrongs?”, que tenía un doble sentido. Por un lado, el texto estaría referido a Robert Devereux, segundo conde de Essex, amante de la reina, y a la que él le pidió una disculpa por un asunto político. De paso, el músico quería reconciliarse también con la reina, aunque en este caso por otras razones, por las que ya contamos cuando se fue a Italia, pasando al territorio católico.