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Actualizado: 28 ago 2022 / 15:01 h.
  • Lectura para lo que queda de verano

Soy de la opinión de que los ebooks se han hecho para poder leer a pie de costa, son ligeros, no abultan ni pesan y aguantan mejor inclemencias que la celuso. Tengo un kindell que incluso sobrevivió a que se me abriera una fantanaranjah dentro de la bolsa de playa, ahora tiene una especie de sombra en la pantalla pero tira.

Bien, tras estas cosas de costumbrismo propio y vital que os cuento, afirmo que hay cosas que merecen ser leídas en físico porque las ediciones son una chulada, quedan de muerte en la estantería pero es que, además, el arte de las láminas merece el noble soporte del papel.

Formatos de álbum muy grandes que casi necesitan de atril, que bien puede ser substituido este por el brazo del sofá o, como hace servidora, la cama.

Os hablo de dos tebeos muy majos, que no son baratos, pero que merecen la pena.

Lectura para lo que queda de verano

LEONARD2VINCI

Esto es una auténtica maravilla. Ya desde la misma edición con un tamaño de 25x35 centímetros, unas elegantísimas guardas en rojo inglés y la cuidada traducción de Francisco Pérez Navarro. Tapa dura para cien páginas a todo color.

El ojo acostumbrado a la viñeta salta por los paneles en busca de referentes, y ahí están Giger, Moebius, Corben, Gimenez, Mézières... hasta que una se percata de que está leyendo como una garrula ya que todos ellos son sombras de Leonardo, y lo que hace Levallois es recrear a Da Vinci de manera magistral.

Sublime, de verdad. Cada detalle, cada personaje, cada retrato son un homenaje a la obra del florentino inmortal. Qué inteligencia a la hora de abordar la obra, qué maestría en calcar el patrón. La capacidad de ese juego de “corta y pega” para contar la historia que se quiere me ha fascinado.

Incluso las reinterpretaciones futuristas de los bocetos de Da Vinci podrían haber sido firmadas por este. La lectura lineal no lleva más de media hora, pero una se puede tirar días observando las composiciones de página y el placer onanista que proporciona cada viñeta.

A nivel guión también sorprende y a mí me hace pensar el Scott Card y su «El juego de Ender». El argumento es atractivo: La Tierra ha sido destruida y los supervivientes, en órbita, están acosados por raza alienígena. Su solución es clonar al mayor genio del Renacimiento para que ingenie una armada con la que defenderse. Es una space opera sin más pretensión en la historia que servir de sostén a un arte de primerísimo nivel.

Los recuerdos o reminiscencias del clon se intercalan con la acción real de manera impecable gracias a la narrativa del color y la falta de texto no hace más que enfatizar la acción.

No es un diez por alguna secuencia algo confusa y porque hubiera merecido un extra con las docenas de referentes utilizados a modo de guía pictórica.

El conjunto crea la sensación de ver a Da Vinci en movimiento; la escena del hombre de Vitruvio es simplemente genial. No conocía yo a Stephane Levallois, quien se encarga del tomo en trabajo integral, ni tampoco esta iniciativa del Lovre para conmemorar los quinientos años de la muerte Leonardo, pero desde esta humilde sección doy un toque a Miguel Falomir para que El Prado haga algo así.

Está en el catálogo de Dolmen editorial y cuesta veinticinco lereles muy bien invertidos.

Lectura para lo que queda de verano

I.S.S. SNIPERS

Esto tiene un enfoque totalmente distinto sobre una ambientación similar. Se trata de soldados integrados en un ejército imperialista con la ocupación de sofocar rebeliones en distintos planetas. En sus ratos libres se dedican a modificar su cuerpo y reemplazar órganos con elementos tecnológicos (algunos alienígenas) o convertirse en licántropos mediante ingeniería celular o de adeenes o de transgénicos raros.

Vale, así contado suena un poco friki pero... pero nada: sí, es una frikada de tres pares.

Pero está muy bien.

Son ciento treinta y seis páginas que engloban los volúmenes primero y segundo, de la edición original de la francesa Solei,l con dos historias independientes.

Tiene un regustillo general a la hipertrófica criatura de Priestley y Chambers que es el «Warhammer 40K» y por tanto a las publicaciones de Black Library, (creo notar yo a McNeill en sus cosas para la saga «La herejía de Horus» ). Por supuesto también recuerda al «Mutant Chronicles» y no sólo por la ambientación y los diseños, es también por cierto tono adulto conseguido a base violencia cruda y exaltación de lo castrense. Todo esto nos llevaría a pensar en una modernización del «2000AD», pero me da a mí que Jean Luc Istin y Stéphane Louis tienen su propia historia que contar. Esto lo digo porque en estas primeras entregas no sólo logran explicar y asentar el escenario, es que también logran colar una crítica al militarismo, el colonialismo, los regímenes autoritarios, las complicadas relaciones fraternales con génesis de un vínculo irrompible en las vivencias compartidas de la infancia, y también que a los nenes les gustaría tener dos rabos. Todo esto sale, de verdad, el tono sarcástico es mío y lo pongo porque se supone que este «I.S.S. Snipers» también lo tiene, pero no sé si será cosa de la traducción, pero yo no se lo encuentro. A mí estos marines espaciales me parecen muy moderaditos tanto en los diálogos como cuando se ponen en plan narrador. Erwan Seure-Le Bihan se dibuja todo y más, pero a mí me ha gustado más el otro ilustrador participante, Stéphane Crêty, que me recuerda a Texeira con esas musculaturas inventadas, las deformaciones de las anatomías masculinas y las figuras terminadas simplemente con el color al prescindir del trazo.

En lo gráfico es una chulada y lo disfrutareis si os gustan las historias de acción, pero ya os digo que tiene un algo más que espero que se desarrolle a lo largo de la serie. Por otra parte, ambos arcos argumentales quedan bien cerrados y se pueden tomar como lecturas autoconclusivas.

Yermo ediciones pide treinta pavazos por el tomo y, además del contenido, lo justifica con una edición de lujo que dices “Aink, qué bonita”.

Y hasta aquí mi recomendaciones de lecturas de verano de álbumes grandes que sirven como bandeja para dos servicios de mesa.