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Actualizado: 03 oct 2021 / 08:49 h.
  • Lola FerDel. / Fotografía cortesía de la señora Fernández Delgado
    Lola FerDel. / Fotografía cortesía de la señora Fernández Delgado

Sandra Fernández Delgado es Lola FerDel. Lola es una mujer dedicada, en cuerpo y alma, a intentar cambiar la sociedad haciendo arte. Es escultora especialista en piedra dura (mármol y ese tipo de materiales) aunque pinta y escribe. En definitiva, Lola FerDel es artista de los pies a la cabeza. Lola es, además, gitana (ella dice que pertenece a una minoría étnica porque es más políticamente correcto aunque complejos no tiene ni se siente mejor o peor por ser gitana) y simpática a más no poder.

Sandra Fernández Delgado nació en Sevilla hace cuarenta años. Padece rotacismo; es decir, pronuncia regular las erres y llamarse Sandra Fernández tiene miga para alguien así. Por eso y, fundamentalmente, para hacer un homenaje a su abuela, eligió el nombre artístico de Lola Ferdel. Su abuela gitana se llamaba Dolores y nunca puso su nombre a las hijas; ni sus hijas se lo pusieron a las suyas. A Sandra le encanta el nombre de Lola y se lo plantó junto a un ship formado por las primeras sílabas de sus apellidos.

Lola Ferdel ha escrito un libro titulado «Males de muchos, Consuelo de tontas». El libro se queda a medio camino entre los libros de autoayuda y el diario personal de alguien que vive experiencias comunes. Sin embargo, la vocación del libro no es la autoayuda ni el inventario de experiencias en forma de diario. Es un libro divertido, cercano, que no pretende nada que vaya más allá que compartir experiencias siendo, en ese sentido, una obra muy honesta. Lola FerDel utiliza un tono medio bajo al escribir (el lenguaje que utiliza es muy coloquial y la autora no rebusca en el diccionario para elevar falsamente el discurso) y un aliento medio bajo (las frases se construyen de forma simple y asequible); por ello, el libro puede leerlo cualquier tipo de persona.

Cada cuadro literario (ilustrado por la propia autora de forma amable y con un acierto considerable) expone una experiencia, un mal y un consuelo. El relato de la experiencia es, posiblemente, muy personal y muy cercano a la experiencia personal de Lola FerDel. Digamos que es un diario con moraleja y herramienta incluidas.

Hablando con Lola FerDel me entero de que comenzó a escribir porque no podía pintar por cuestiones personales. Presentó su relato en un premio (ese texto era «Nadie lloró mi muerte») y ganó el certamen. La gracia es que Lola es disléxica y eso de escribir nunca lo había llevado del todo bien. Me confesó, también, que escribió y publicó el libro sin pensar en que alguien lo pudiera leer, que lo que deseaba era ver el libro convertido en un producto final, que lo demás ni se lo planteó. Le llevó a escribir comprobar que el mundo parecía hundirse a su alrededor. Se separó y sus amigas se separaban; el mundo se desmoronaba y no entendía gran cosa de lo que sucedía a su alrededor; era preciso contar la experiencia propia como si fuera la experiencia del grupo para poder asimilar y ordenar la realidad.

«Males de muchos, Consuelo de tonta» es un libro autoeditado en una plataforma digital. Eso significa (como en el 90 por ciento de los casos) que la edición es claramente mejorable. Las erratas no son pocas y la calidad de, por ejemplo, las ilustraciones es, evidentemente, menor de lo deseada. Por otra, la maquetación arrastra al conjunto al territorio del libro de autoayuda sin serlo. En definitiva, la edición es un punto flojo de la obra.

El libro se lee con facilidad puesto que la exigencia es bastante llevadera. Y se podría leer eligiendo capítulos al azar. ¿Merece la pena? Pues el texto hace sonreír y habla del universo femenino desde un prisma bastante feminista (la propia autora reconoce serlo aunque rechaza la idea de feminismo capitalista, esa idea de feminismo que se maneja en la actualidad y que deja demasiadas lagunas en el camino; Lola FerDel cree que eso de nosotros, nosotras y nosotres no es más que una cortina de humo sin valor con la que se tapa el problema real que se vive en la sociedad actual. El problema real es que, por ejemplo, una mujer víctima de violencia de género cobra 426 euros y con eso no puede comenzar una nueva vida).

Sandra Fernández Delgado es una mujer simpática, le gusta mucho charlar y es una artista gitana. Según dice ella misma, «ser gitana y artista lleva a pensar a los que no te conocen que cantas o bailas. Y en mi caso no es así porque si, por ejemplo, canto puede caer el diluvio universal. Se tiene una imagen de la comunidad gitana muy determinada: lugares de residencia marginales, unas características físicas de los gitanos muy concretas... Sin embargo, eso es un error. Por ejemplo, tengo una hermana periodista y otra trabaja en un hospital. Somos muchos y muy diversos, pero la realidad es que se nos coloca dentro de un estereotipo del que no nos permiten salir con facilidad. A los gitanos se les hace más fácil entender que una gitana como yo pinta y escribe que a los que no los son. A veces, me dicen que no soy gitana si pinto y cosas así de extrañas».

Lola Ferdel, además, dice amar a los hombres y negarse a construir una realidad en la que se enfrenten hombres y mujeres. Lola Ferdel pinta paraguas y zapatillas de deportes para venderlas en puestos de artesanía. Lola Ferdel escribe y ha publicado «Males de muchos, Consuelo de tontas», un libro que podría ser el diario de muchas mujeres de cuarenta años a las que les ocurren cosas similares. Y con el que disfrutarán.