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Actualizado: 02 sep 2022 / 16:58 h.
  • Plaza de España en Melilla. / Fotografías de Concha García
    Plaza de España en Melilla. / Fotografías de Concha García

La plaza de España melillense es una rotonda de ochenta metros de radio, da paso a la Melilla modernista gracias al arquitecto Enrique Nieto, discípulo de Gaudí del que se independizó quedándose a residir en Melilla. El barrio es esplendoroso. No había mucha gente paseando. El ensanche urbanístico comenzó a construirse en el siglo XX. Algunos edificios estaban bastante deteriorados; otros, como el Casino de la Plaza de España constituían una verdadera belleza. Allí estaba también la Iglesia Católica del Sagrado Corazón, con una bella cúpula reformada recientemente donde destacaba un color azul claro que alegraba el templo.

El edificio de la Sinagoga, situada en la calle López Moreno y orientada hacia el Noreste, supervisada por Enrique Nieto, consta de cuatro plantas. En la última del edificio está la sinagoga. En la primera planta, Yamin Benarroch, quien encargó construirla y finalizó en 1925, tenía un negocio de venta de ropa militar -en Melilla hay muchos militares, recordemos que la legión se fundó en dicha ciudad por Millán Astray, un hombre que carecía de escrúpulos-. También en Melilla se realizó el alzamiento nacional a manos del General Franco con ayuda de soldados del Rif. En Melilla comenzó la Guerra Civil española de 1936.

Melilla (II)

Actualmente, la planta baja de la sinagoga es un negocio ocupado por chinos. Su estilo de influencia árabe, con dinteles y arco de cerradura, la hace distinta a otras. Pudimos asistir a una visita guiada. De otra manera no me hubieran dejado entrar. El guía, llamado Salomón, era un empleado de mantenimiento de una escuela, de estatura mediana y con sobrepeso, muy irónico, tenía la kipá sobre la cabeza. El grupo se componía de más de treinta personas. La mezquita tiene el nombre de Or Zaruah, que quiere decir, Luz Sagrada. Las sinagogas se utilizan también para recordar a los difuntos.

La sala constaba de 12 ventanas. Era la primera vez que veía una mezquita con todo lujo de detalles. Cada una representaba una de las 12 tribus de Israel. Todo era simbólico. El armario sagrado, donde se guarda la Torah, se hallaba tras el altar y en éste lucía una gigantesca Menorah. Las mujeres se suelen colocar tras una celosía, en la parte opuesta al Altar, en un espacio más elevado, aunque no están obligadas a participar de los ritos. Las mujeres son tan importantes que para que se pueda rezar, con una es suficiente, son una esponja pura de sentimientos, nos decía Salomón. En cambio, se necesitan como mínimo diez varones para poder hacerlo. La Torah es una filosofía de la vida en cuyo libro hay 613 preceptos. Nos contaba curiosidades como que no se puede gritar a una mujer o está prohibido despertar de la siesta al padre. Me interesó una observación acerca de la escritura, carecen de vocales, se lee sin pensar. Hay judíos que se pasan la vida estudiando e interpretando el Talmud que contiene 24 tratados con un total de 603.000 palabras. Nos habló de un libro que le gustaba mucho titulado: Los códigos secretos de la Biblia.

El hombre parecía feliz, decía que su mujer estaba pendiente de él y de la familia siempre, obligación de esposa judía, y para corresponderle, él la agasajaba con piropos cuando llegaba por las tardes a casa después de terminar la jornada laboral. Los judíos de Melilla son sefarditas. Los askenazis provienen de Alemania y Europa del norte, y se distinguen porque llevan levita y tirabuzones. El techo de la sinagoga, poblado de lámparas de distintas épocas, regalo de diferentes familias, me llamó la atención. Significaba luz, la luz de la vida, la muerte es solo un tránsito. Los asientos tenían algunos biblias en hebreo, pero daba la sensación de que se celebraban pocas bodas. Solo quedan 700 judíos en Melilla. El tiempo de su esplendor pasó. La comunidad más abundante es la musulmana.

Melilla (II)

Mi amiga melillense nos llevó una tarde a merendar con la familia de la mujer que efectúa la limpieza de su casa, musulmanes. Las mujeres, en su mayoría, realizan esas tareas. Llegamos al barrio de la Cañada, en lo alto de la ciudad, enfrente de la casa de sus amigos se alzaba el fuerte de la Legión con los terrenos alambrados. En Melilla las vallas forman parte del entorno. La mesa estaba llena de alimentos, nos agasajaban con ellos, como bebida había te y jugos de frutas que acababa de hacer la mujer. Sentí mucha ternura. Eran muy amables y nos querían obsequiar de verdad. Ellas, vestidas con una chilaba son mujeres verdaderamente hermosas. La más joven, de 18 años, estaba embarazada. El padre trabajaba en el Ceti, Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, como guarda de seguridad. El noventa y cinco por cien de los muchachos y muchachas que albergan no se reinsertan en la sociedad. La situación es muy lamentable. Son muchos los jóvenes que una vez llegan a suelo español son acogidos, hay 480 plazas. Un trabajo muy duro, decía el marido.

Había una humedad todo el tiempo del noventa por ciento. Sudabas y sudabas noche y día. Sentada en la terraza de un café frente al puerto observaba que la gente pide churros a toda hora acompañados de café con leche, supuse que eran musulmanes porque los españoles prefieren las tapas. Hay muchos bares de tapas donde puedes escoger con cada caña, una tapa diferente, de tal manera que si tomas tres cañas, ya has cenado.

Conocí a Irene Flores. Ella se había casado con Fernando Miguel Belmonte, periodista de Melilla que murió súbitamente en su casa, según me cuenta Irene. Esta me regala unas fotocopias cuidadosamente encuadernadas : «La ley de extranjería de 1985 y la transformación del espacio público en la ciudad de Melilla». Se trata de una situación anómala que dejaba a un porcentaje muy amplio de musulmanes que habían nacido y vivido en Melilla como apátridas. Hubo grandes movilizaciones puesto que los musulmanes melillenses querían ser españoles. Fue el gobierno de Felipe González que amenazó con la deportación masiva de miles de personas nacidas o criadas en territorio español, escribe el autor, casi el 25% de la población.

Melilla (II)

En esos momentos, con las políticas que reducen a Melilla a un espacio cercado porque Marruecos no quiere abrir las otras fronteras, se respira un aire donde el conflicto no sería imposible. Las aguas territoriales las han reducido y ahora tienen que importar el pescado de la Península, cuando antes de la pandemia la pesca provenía de las aguas de Marruecos. Casi todo se tiene que importar, ya que en un territorio tan pequeño y con tanta presión a causa de la entrada de inmigrantes. Nadie vive mejor, aunque los funcionarios cobran un plus por desplazarse a Melilla y hay reducción de iva en algunos productos como el tabaco o el alcohol de alta graduación. También hay droga, como en todas partes, y una mayor presencia de fundamentalistas musulmanes, estos prohíben vender alcohol en barrios como La Cañada Hidum donde el noventa por ciento de la gente está en paro. Pasamos cerca de la cañada con el auto de mi amiga, decía que ni la policía entra. Se veían esqueletos de casas a medio terminar y trazados angostos y laberínticos de sus callejuelas, delimitadas por construcciones ilegales y desordenadas. Franco dio permiso para instalarse en el campamento de los regulares a marroquíes, a cambio de que «los moros invadieran la España republicana<. Algunas mujeres paseando por el centro modernista iban con el niqab, un velo para el rostro que deja despejada el área de los ojos, así como algunas barbas de hombres en lugares donde no hace tanto fumaban hachís y bebían cerveza.