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Actualizado: 12 ene 2021 / 15:35 h.
  • Ernesto Cardenal. / © De la imagen: Óscar Gómez
    Ernesto Cardenal. / © De la imagen: Óscar Gómez

La tierra tolteca que es la Nicaragua de hoy; los hombres y mujeres que siguen sufriendo la pérdida de Quetzatcóatl desde que el dios los hizo a su imagen y semejanza; la historia escrita por muchos que la interpretaron para fabricar un futuro inesperado por el propio Quetzatcóatl que, seguramente, no regrese jamás a poner orden, o la explicación de la materia prima generadora de vida que sigue siéndolo (ese maíz del que habla el autor y que el dios puso en los labios del primer hombre); son algunos de los materiales con los que el poeta busca explicaciones arrasadas en las viejas conquistas de pueblos extraños. Cada elemento con el que nos encontramos durante nuestra existencia se convierte en motivo de observación.

Fue a finales de los años 80 cuando se editó este poemario como homenaje al autor que cumplía sesenta años. Pero la poesía tiene ese carácter eterno que nos hace volver a ella sea cuando sea.

«Quetzatcóatl» es un poemario que se aleja de la métrica ortodoxa, de las formas clásicas del poema. Pero no por ello deja de ser un magnífico libro en busca de respuestas que el poeta ya había realizado anteriormente. Cardenal sabe que si la poesía está ligada a lo más esencial del hombre debe comenzar su búsqueda en ese entramado que teje lo mítico. Ni en la periferia ni en lugares cercanos. No, la poesía reposa en lo profundo que nos hace ser personas. Todo el que se acerca a lo sagrado lo sabe. En el caso de Cardenal, eso es algo evidente.

«Quetzatcóatl»: Todas las versiones de Dios

Quetzatcóatl es el dios que fabricó el mundo, pero también el avión presidencial que inaugura con su llegada una nueva era. Quetzatcóatl es el pasado, el presente y el futuro. Quetzatcóatl es el pueblo primitivo y la Nicaragua moderna. Porque el hombre es su propia mitología. Porque el mismísimo Dios vive su múltiples versiones. Todo esto lo dice Ernesto Cardenal en una obra de aplastante belleza en la que no se escatima con la información objetiva que se empareja con una lírica potente y evocadora. Todo esto lo dibuja el poeta con trazo fino en cada verso. «La sonrisa saliente de la piedra»; «El barroco maya ya rococó»; «Estelas estereotipadas». Cardenal hace de poeta, pero, al mismo tiempo, de arqueólogo, de historiador, de observador de la historia entera que lleva dentro.

Ernesto Cardenal es un autor más aplaudido que leído. Al menos en España. Y es una pena porque sus libros son un magnífico puente que une las dos culturas, la suya y la nuestra; culturas que se unieron para siempre de la forma más violenta y traumática que alguien puede llegar a imaginar.

Nos quedamos con unos versos hermosísimos que dejan abierta una ventana al fututo de un pueblo castigado por la historia: El libro de las pinturas toltecas llegó a su fin./O está sin acabar en el Museo Británico:/La última página del Códice Nuttall apenas coloreada/donde el pintor sólo había empezado con el color amarillo/y las siguientes en blanco...