La tierra tolteca que es la Nicaragua de hoy; los hombres y mujeres que siguen sufriendo la pérdida de Quetzatcóatl desde que el dios los hizo a su imagen y semejanza; la historia escrita por muchos que la interpretaron para fabricar un futuro inesperado por el propio Quetzatcóatl que, seguramente, no regrese jamás a poner orden, o la explicación de la materia prima generadora de vida que sigue siéndolo (ese maíz del que habla el autor y que el dios puso en los labios del primer hombre); son algunos de los materiales con los que el poeta busca explicaciones arrasadas en las viejas conquistas de pueblos extraños. Cada elemento con el que nos encontramos durante nuestra existencia se convierte en motivo de observación.
Fue a finales de los años 80 cuando se editó este poemario como homenaje al autor que cumplía sesenta años. Pero la poesía tiene ese carácter eterno que nos hace volver a ella sea cuando sea.
«Quetzatcóatl» es un poemario que se aleja de la métrica ortodoxa, de las formas clásicas del poema. Pero no por ello deja de ser un magnífico libro en busca de respuestas que el poeta ya había realizado anteriormente. Cardenal sabe que si la poesía está ligada a lo más esencial del hombre debe comenzar su búsqueda en ese entramado que teje lo mítico. Ni en la periferia ni en lugares cercanos. No, la poesía reposa en lo profundo que nos hace ser personas. Todo el que se acerca a lo sagrado lo sabe. En el caso de Cardenal, eso es algo evidente.