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Actualizado: 25 ene 2021 / 11:16 h.
  • Chloë Grace Moretz en un momento de la película. / El Correo
    Chloë Grace Moretz en un momento de la película. / El Correo

Llega el día en la vida de toda fémina que se pregunta: «¿He visto yo alguna película neozelandesa?» Esto es una verdad evidente, creo que incluso para las propias neozelandesas.

Así que en el continuo análisis personal, y su reconstrucción pertinente, dice: «Vamos a echarla».

Así llegamos a esta «Shadow in the Cloud» (2020) de la que desconozco si alguna distribuidora española ha renombrado como «Nube Mortal», «Terror en el aire» o algo al uso castizo.

Vale; esto lo dirige Roseanne Liang de quien no tenía yo referencias, pero que voy a seguir con fervor desde ya. También mete mano en el guion junto a Max Landis, escritor hijo de John Landis, cineasta recordado por el largo de culto «Un hombre lobo americano en Londres» (esta vez no tiene la culpa del título la distribuidora española).

El duo pergeña una película muy bien producida y editada que tiene el problemilla de tomarse demasiado en serio a sí misma. Existe dentro del cine un infragénero per se que es el de la exageración, la hipérbole, el exceso, la demasía. Si se sabe hacer, se suspende la incredulidad del espectador y se pueden lograr productos muy interesantes, véase las producciones de John Woo y su herencia en las consecutivas entregas de «Misión Imposible». Con maña se consigue que la fantasmada que se está viendo no degrade en bufonada, pero esto hay que saber hacerlo y, casi siempre, tener presupuesto para pagar actores que resulten medio creíbles.

Hay otro tipo de largos que, en cambio, utilizan los desmanes y abuso de clichés que desarrollan para parir el siempre complicado arte de la comedia; pero la comedia conlleva un acuerdo previo entre emisor y receptor para que se comprenda y no se tenga que rubricar con un: «Eh, que es una broma», así nadie se siente ofendido y además la historia (y el chiste) se comprenden. «Machete» o «Planet Terror» de Robert Rodriguez son dos buenos ejemplos de esto a lo que me refiero.

«Shadow in the Cloud»: Ser una broma y no reírse de sí mismo
El problema de la película es que se toma en serio a sí misma sin muchas razones para hacerlo. / El Correo

«Shadow in the clouds» se compone de dos actos muy bien diferenciados. El primero induce a pensar que nos adentramos en la adaptación cinematográfica de una radio novela (algo ya hecho en la serie «Homecoming»), o una de esas cintas cuasi experimentales de cámara fija, acción nula y con motor único del texto (aquí consta la magistral «Buried» de Rodrigo Cortés). La situación que se propone es la del personaje interpretado por Chloë Grace Moretz encerrada en la torreta inferior de un B-17 en pleno vuelo. El encuadre se mantiene clavado en ella, en el estrecho, aunque agorafóbico reducto que ocupa, y con la única comunicación con el resto de la tripulación que la que permite el canal interno de radio.

Aquí nos encontramos con dos recursos argumentales muy correctos: Uno es el de el clásico y siempre efectivo «misterio de la caja cerrada». El segundo es el de la introducción de un elemento fantástico dentro de una situación, a priori, realista. A esto se le suma el complemento de ambiente hostil mediante la mecánica del descrédito hacia la protagonista con base a una discriminación sexual que no se me antoja exagerada en absoluto.

Hasta el momento la cosa va bien, el ritmo fluye, ya te han sorprendido con un giro, empatizas con la oficial de vuelo Garret y estás deseando que salga de la cabina, llame por radio a sus superiores y que estos pongan firmes a toda la soldadesca machista y asquerosa del bombardero.

Entonces metes otra amenaza externa, al tiempo que los aviadores se convierten en una nueva amenaza interna, la tensión dramática crece... y aquí es dónde comienza la debacle y no por lo que se nos cuenta; es que el tono con el que se hace sigue intentando ser serio. Que va Grace Moretz y, con los ojos muy amusgados y rictus muy sentido, suelta: «No sabes hasta dónde estoy dispuesta a llegar».

Que la que suscribe estas líneas disfruta como una enana borracha de tequila de cualquier mamonada de catástrofes, bichos gigantes y marcianos genocidas, pero sabiendo lo que hay, no así.

«Shadow in the Cloud»: Ser una broma y no reírse de sí mismo
Chloë Grace Moretz. / El Correo

En resumen, que la oficial de vuelo Garret se revela como 1- Mujer víctima de maltrato por parte de su marido, 2- Mujer abandonada por su amante (ante el que cae subyugada a causa de su desgracia marital, claro), 3- Heroína de acción a niveles asombrosos (sin justificación ninguna, ella es así y punto, que además podría haber hostiado al marido sin problemas), y 4- Paradigma de la feminidad más orgánica (ojo, que no sexualizada) y que hace más increíble el punto 3 y de lo cual no digo nada más para no destripar escenas.

Hay dos secuencias que me han enamorado y que insto a disfrutar: la del duelo final con el grinch (a estas alturas yo ya estaba a carcajada limpia ante la actitud de la pobre bestezuela y la de los personajes secundarios), y la que contiene el plano final de cierre ante la que una sólo puede exclamar: «Güooooh, ¡claro, porque es mujell!».

Y para rubricar todo esto, los créditos de clausura comparten la pantalla con imágenes de archivo de mujeres reales de las fuerzas aéreas de Nueva Zelanda, para dejar claro el objetivo de homenaje de la producción.

Para que nadie piense que esto es una broma.

Que esto no era comedia pulp cuando se pusieron a ello por mucho que luego lo intentaran vender como tal.

Que no, que va en serio.

Por favor, no os riáis, nenes y nenas.

Nota: Max Landis fue apartado de la producción tras ser acusado, por varias mujeres, de agresión sexual; algo que no deja de ser una guinda cuando el guionista vendió el proyecto como una historia de marcado mensaje feminista.

«Shadow in the Cloud»: Ser una broma y no reírse de sí mismo
Cartel de la película. / El Correo