«Si yo fuera rico» (2019) es una película tan mediocre como irregular. Llena de tópicos, de chistes gruesos, de tics machistas y vacía de diálogos de los que dan profundidad al personaje (mínima porque tampoco hay que pedir peras al olmo), de motivaciones que nos hagan comprender que está pasando más allá de lo predecible y del encefalograma plano de un personaje cualquiera.
«Si yo fuera rico» está rodada en Asturias y eso es lo único atractivo de la película. La fotografía de Aitor Mantxola nos presenta los emplazamientos con delicadeza. El resto ni fu ni fa. Porque ya nos sabemos lo que va a pasar desde el minuto dos o tres (o uno), porque nada nos sorprende desde el punto de vista técnico, porque las interpretaciones son planas y se hacen casi de memoria. Alex García es el único que se esfuerza para no parecer un marmolillo aunque sin éxito. Parece un marmolillo. Alexandra Jiménez es una actriz que está en todas las comedias españolas de este último periodo y siempre hace un papel similar. Resultado: parece un marmolillo. Paula Echevarría echa el resto y descubrimos la actriz que lleva dentro, es decir, parece un marmolillo. La dirección actoral es justita. Y es que Álvaro Fernández Armero (el realizador) se deja llevar por un éxito seguro dada la promoción del canal de televisión que está detrás de la producción y parece trabajar con desgana, pensando en esa película que alguna vez terminará haciendo si le dan la oportunidad.