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Actualizado: 12 ago 2020 / 17:16 h.
  • Teatros Romanos de Andalucía: Los pilares de lo que somos

Las legiones romanas añadían un grupo de actores entre sus filas para que amenizasen el viaje hasta las provincias, el antes y el después de la batalla o la estancia de los militares en tierras lejanas y hostiles. En el peor de los casos, eran los propios legionarios los que se subían a un escenario (seguramente tres o cuatro tablas) para interpretar comedias o tragedias que les hicieran olvidar las calamidades del camino o la espada enemiga al acecho.

Así de importante era el teatro en Roma. Incluso la grandeza de las ciudades se medía, entre otras cosas, por la construcción de un teatro o por la carencia del mismo. Los teatros romanos no eran un edificio más. En ellos se representaban comedias y tragedias, pero (lo más importante) se representaba la sociedad entera. Los estamentos sociales se retrataban uno por uno. Era tan importante que en la Lex Ursonensis se pueden encontrar tres capítulos dedicados al control de asientos. Estos se asignaban a decuriones, magistrados y ciudadanos con derecho adquirido. Las vestales se colocaban en la parte alta; la plebe llenaba la media cavea (esta es la estructura semicircular que tan acostumbrados estamos a ver en este tipo de construcciones y que, seguramente, muchos conocen como grada); tenían su lugar libertos, esclavos imperiales y collegia profesionales. El orden social se trazaba con exactitud.

No está mal conocer, aunque sea mínimamente (con este artículo no se pretende nada que esté más allá), algunos aspectos de esas construcciones tan extraordinarias. Es inevitable utilizar un lenguaje que resulta árido y excesivamente técnico al hablar de estos aspectos por lo que se pide el perdón por adelantado. Sin embargo, tener una referencia mínima sobre lo que se va a contemplar facilita la comprensión y puede ayudar a que la visita sea más fructífera.

Teatros Romanos de Andalucía: Los pilares de lo que somos

El teatro Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) se levantó próximo al lienzo oeste de la muralla de la ciudad quedando, así, integrado en el diseño urbanístico. Hay que decir que, por lo que parece, no había un patrón claro establecido para construir los teatros dentro (o fuera) de las ciudades y no debemos creer que la ubicación respecto a las poblaciones actuales en las que se encuentran tienen algo que ver con la idea original. El graderío de Baelo Claudia se construyó sobre piedra natural en su zona inferior; la media cavea sobre casetones en su zona central y sobre galería radiales en los extremos. Un pasillo anular abovedado, soportaba la summa cavea y unía la zona exterior con los nueve vomitoria. Con esta distribución era posible un cierto orden en la distribución de los espectadores del modo que ya se ha apuntado. En los teatros era habitual encontrarse con cierto desnivel de la orchestra y la escena que, en el caso de Baelo Claudia, se resolvieron al incluir exedras semicirculares y nichos rectangulares.

Teatros Romanos de Andalucía: Los pilares de lo que somos

El teatro ubicado en Santiponce (Sevilla), Itálica, parece que estuvo ubicado en la periferia de la ciudad tardorrepublicana. Comunicaba con la ciudad gracias a una enorme escalinata que, hoy, se pierde bajo las construcciones modernas. La renovación de la columnatio de la scanae frons hace que el área escénica esté muy bien definida. Destaca el área perimetral de la porticus post scaenam en la que se levantó un templo dedicado a Isis. Desde un punto de vista arqueológico, el enclave italicense ha sido una fuente inagotable de descubrimientos.

Teatros Romanos de Andalucía: Los pilares de lo que somos

El teatro romano de Malaca (Málaga) se levantó sobre lo que, actualmente, conocemos como colina de la Alcazaba. Mientras el graderío inferior se apoyó en la ladera natural, el superior lo hizo sobre el aterrazamiento artificial de la ladera. El acceso a la praecinctio intermedia de distribución se habilitaba desde tres vomitoria radiales. El edificio escénico se organizaba con una planta mixtilínea que incluía exedras semicirculares.

En todos los casos, los espectadores, cuando entraban en estos teatros, se encontraban con un espacio semicircular y un frontal, que cerraba la estructura, decorado con belleza, un lugar en el que la vida de la ciudad podía cambiar gracias a la popularidad que ganaba uno o perdía otro, gracias a la discusión entre los sujetos que formaban las distintas clases sociales. Los actores (sólo hombres que representaban distintos papeles, incluidos los femeninos), el texto interpretado y el público, hacían de la realidad algo que podía entenderse. Aunque fuera de forma efímera. Como ha seguido ocurriendo hasta nuestros días.