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Actualizado: 05 jul 2021 / 23:06 h.
  • Sondra Radvanovsky y Carlos Álvarez. / Fotografías de Javier del Real
    Sondra Radvanovsky y Carlos Álvarez. / Fotografías de Javier del Real

El estreno de «Tosca» en el Teatro Real de Madrid no podía fallar. Espléndida tarde noche de ópera con un punto mágico que solo se produce en algunas ocasiones, en muy pocas.

Es casi obligado comenzar por la gran noticia del día haciendo una mínima reflexión sobre lo que ocurrió. Y es que conviene no confundir lo bueno o lo muy bueno con lo excepcional. Si se comete el error de elevar de categoría cualquier cosa sin tener la garantía de no estar cometiendo un error, la pena a pagar puede ser terrible. Generalmente, eso que era estupendo pasa a ser algo menor. Y eso es exactamente lo que pasó anoche en el Teatro Real de Madrid. Sondra Radvanovsky, la soprano que interpretaba el papel de Floria Tosca, estaba cantando muy, muy bien. Llegado el momento de cantar el aria ‘Vissi d’arte’ ya estaba más que asentada sobre las tablas, muy segura, desarrollando un arco dramático impecable y dejando claro que su voz es preciosa, bien trabajada y solvente, a más no poder, en los medios. Cantó el aria francamente bien. Precioso el timbre, preciosos los tránsitos. Y el público aplaudió con enorme generosidad, tanta que obligó a la cantante a conceder un bis (la segunda protagonizada por una mujer en este templo de la ópera madrileño). El resultado fue que el bis fue bueno, a secas. Adiós a la magia. En todo caso, la soprano encantó al público madrileño.

«Tosca» y la magia

Joseph Calleja es el cantante que encarna a Mario Cavaradossi. Comenzó dubitativo y con algunos problemas para lograr una afinación exacta. Escuchando su ‘Recondita armonía’ se podía uno esperar lo peor, pero el tenor logró remontar y fue de menos a más. Terminó firmando una actuación correcta. Los aplausos del público fueron mucho menos clamorosos que en el caso de la señora Radvanovsky.

Carlos Álvarez estuvo muy bien; muy, muy, bien. Ni una nota descolocada, voz robusta de extremo a extremo y una interpretación deliciosa. El público le reconoció el esfuerzo y el tránsito que se ha podido vivir en poco tiempo y que ha llevado al barítono de un papel cómico, exagerado y muy marcado en «Viva la mamma!» a este Barón Scarpia tan hondo que crearon Giuseppe Giacosa y Luigi Illica en el libreto de «Tosca».

El coro estuvo a la altura que necesitaba la representación, es decir, muy alto.

Nicola Luisotti, el director musical, logró sacar lo mejor de la Orquesta Titular del Teatro Real. Leyó la partitura aportando matices preciosos, intensidades que encontraban los perfiles que acompañan a los personajes de esta ópera y una solvencia que resultó maravillosa para el oído de todos. El éxito total ha de pasar por el peaje que se coloca cada día en los atriles de los músicos y del director musical. De otro modo, no puede llegar.

«Tosca» y la magia

En cuanto a la propuesta escénica, lo único que se puede resaltar es que es sencilla y eficaz; permite a cualquier espectador seguir la trama y fijar la atención en lo importante de lo que sucede sobre las tablas. Es muy meritorio lograr tanto con tan poco. Girando una estructura se dibuja otro espacio y la última parte se desarrolla con una sola idea que permite pensar en lo necesario para entender lo que dice el relato. Algunos defectos evidentes en el desarrollo no restan demasiado (escuchando a los cantantes y a los músicos, si lo hacen bien, tiendes a perdonar los detalles). Sí resulta muy interesante la introducción de la idea de revolución que encarna una actriz que se mueve sobre el escenario en los momentos más importantes de la ópera. No pierdan detalle y traten de entender que significa esa aparición porque tiene mucho sentido.

Magnífica forma de terminar la temporada.