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Actualizado: 03 may 2023 / 11:00 h.
  • La Centuria, un clásico de la Sevilla más añeja

Si les digo “centuria”, su mente puede tirar por el lado matemático de su cerebro y decirme que una centuria es un periodo de cien años, lo cual es correcto. También podrían discurrir por el lado histórico y decirme que una centuria es una compañía del ejército de la antigua Roma compuesta por cien soldados, y también estarían en lo cierto. Si son de Sevilla, lo primero que le vendrá a la cabeza serán los soldados romanos con frondosas plumas blancas que acompañan a la Hermandad de la Macarena cada Madrugá, y volverían a tener razón. Sin embargo, de La Centuria que les hablo hoy no tiene nada que ver con ninguno de los términos anteriores, o al menos no directamente.

La Centuria, un clásico de la Sevilla más añeja

Hace años, muchos años, por lo menos treinta, antes de que Jürgen Mayer hubiera ni siquiera pensado construir Las Setas de la Encarnación, esa zona de Sevilla ya existía. La confluencia de la calle Laraña con Imagen era una zona por donde pasaban los autobuses y tenían sus paradas de cabecera. Aquella plaza tenía vida. Lógicamente no la que tiene ahora, pero incluso estaba ubicado en una esquina el “Mercado Provisional de la Encarnación”. Recuerdo que muy provisional no debió ser cuando el cartel estaba puesto en letras de cerámica. Pues justo al lado de este mercado había, y sigue habiendo, un bar cuyo nombre es La Centuria. Yo lo recuerdo desde tiempos inmemoriales, cuando me llevaba mi padre a comer calentitos, que no churros, antes de hacer la compra. Ya, de mayorcito, se convirtió en un recurso para mis desayunos, más allá de los calentitos y, recientemente, para un picoteo de camino a donde vayas. Me recuerda a La Abundancia, que seguro muchos de ustedes conocieron, en la Puerta Osario. Gran menudo el que ponía Antonio, sí señor.

La Centuria, un clásico de la Sevilla más añeja

Un rótulo enorme, que abarca todo el ancho de la fachada, y unos veladores en la puerta te indican dónde se encuentran ubicados. Exactamente detrás de Las Setas, antes de adentrarnos en la calle Regina. Es el típico bar de barrio, pero en el centro de la ciudad. Una vez dentro, sus paredes, alicatadas hasta media altura, rebosan cuadros de Semana Santa como si de un museo se tratase. La barra de acero inoxidable, como las de toda la vida, y un saloncito dentro con capacidad para unas veinte personas hacen las delicias de los parroquianos que se dan cita a diario allí para su desayuno. Fernando, uno de sus camareros es el encargado de controlar al sector más veterano de clientes, mayoritariamente féminas, que acuden para empezar el día con fuerzas renovadas esperando, además de su porción de pan y su cafelito, las bromas de este simpático profesional. No es extraño tener que esperar un poco hasta tener silla disponible, pero créanme que merece la pena. “Patientia prima virtus est”.

La Centuria, un clásico de la Sevilla más añeja

Además de las tostadas, La Centuria cuenta con un amplio repertorio de tapas clásicas como la ensaladilla, guisos de carnes, pescados y, como no podía ser de otra forma en esta época del año, aparecen los caracoles.

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