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Actualizado: 06 oct 2020 / 10:21 h.
  • Desvelando los secretos del coronavirus

Han pasado meses desde que comenzó la pandemia y son muchos los interrogantes que se plantean en torno a la que es, sin dudas, la enfermedad del siglo XXI. Recuerdo como allá por el mes de diciembre de 2019 leía en una agencia china una noticia que pasaba prácticamente desapercibida y que luego, apenas horas después, fue borrada. Decía así: “Enfermedad desconocida afecta a ciudadanos de Wuhan”. En ese momento, tal vez por instinto, comencé a seguir todo lo que pudiera haber sobre ello.

El primer artículo en referencia a este tema, intrigante, lo escribí en el mes de enero de 2020, a principios del mismo, quizás de los primeros que daban cuenta sobre la enfermedad que, aún, no tenía un nombre y que pasará a denominarse como COVID-19, provocado por un coronavirus, el SARS CoV-2. Pero los datos seguían siendo insuficientes y, en muchos casos, casi rayando la ocultación sobre el mismo.

Desde una mente curiosa y periodística pensaba la razón por la que una noticia sobre este tema, en una agencia china, había sido publicada y luego borrada. Algo había máxime cuando en el seguimiento de la misma, por otros medios, descubría que el número de afectados en dicha ciudad, Wuhan, crecía alarmantemente.

Igualmente me preguntaba la razón por la que la OMS (Organización Mundial de la Salud) no lanzaba la alarma sobre la misma. Comprendía que era 8 de enero pero me daba la impresión que era algo descontrolado.

Hablaba con personas del gigante asiático y me contaban con la situación en los hospitales era un caos y como cada día se registraban miles de casos, pero a nivel informativo las cifras aparecían “maquilladas”, amortiguadas. No obstante era preocupante pues la enfermedad no sólo precisaba de la hospitalización sino que el número de víctimas, de muertos, iba en aumento pese a la escasa objetividad de los medios chinos –controlados por el gobierno-.

La celebración del "Año Chino"como propagador

Otros medios de comunicación, tipo La Vanguardia o RT, se hicieron eco de ello, incluso alguno colega de medios llegó a consultarme sobre la información que tenía al respecto sabiendo que desde diciembre seguía la misma. Pero había una pregunta en la que siempre me quedaba atrapado y en la que mis fuentes no sabían responderme: ¿Cuál era la naturaleza del coronavirus? ¿Cómo surge? De la noche al día no podía haberse originado tal problema que tildaban de “epidemia local”.

No era tal, estábamos en una época en la que el año chino se iba a celebrar, que se estaban registrando miles, cientos de miles de desplazamientos, internos y externos, desde China u otros países del mundo y, en este caso, películas como “Contagio” se me vinieron a la cabeza. “Si el coronavirus está descontrolado, estos desplazamientos van a hacer que se propague por todo el mundo y la situación será un caos” pensaba, y no me equivocaba, quizás dejándome llevar por el argumento de la película pero con la dosis de realidad que tiene la capacidad de contagio de un coronavirus como el que provoca el COVID-19.

Desvelando los secretos del coronavirus

Voces conspiranoicas y científicas

Entrado el mes de febrero la situación se comenzaba a poner complicada en diferentes puntos del mundo aunque el alarmismo aún o había saltado. No pocos medios se apuntaban el tanto, en febrero, de ser los primeros en hablar o informar de este tema, pero que más allá de los egos subyacía el profundo desconocimiento que todos tenían sobre la enfermedad.

Pronto surgieron explicaciones de profesionales en virología que hablaban sobre este tema, desde Anthony Fauci en Estados Unidos, Montagnier en Francia, la doctora Ya en China, unos a favor de la teoría de la zoonosis (el paso de un virus de animal a humano) o bien abogado por un experimento de laboratorio que salió del límite de las instalaciones. Curiosamente Wuhan tiene un laboratorio de cuarto nivel, P-4, donde se manipulan sustancias biológicas potencialmente peligrosas, entre ellas los coronavirus. Así se dividió la opinión pública mundial: los que pensaban que era algo que la naturaleza había provocado y pasado a los seres humanos o los que creían que era un “arma biológica” que, intencionadamente o no, salió del laboratorio, pasó a un mercado de productos de mar cercano y de ahí a la población.

Como origen del mismo se señaló al murciélago, todo un reservorio natural de coronavirus, señalado ya como origen del mortal virus el ébola o de este Covid-19 sin tener en cuenta que, realmente, es el ser humano el origen. ¿La razón? Desde malas prácticas gastronómicas –teniendo como alimento al mismo con todos sus riesgos- hasta experimental con simios o murciélagos mutaciones de laboratorio de coronavirus o cultivar los que crean estos animales de forma natural. Nuevamente recurrí al cine, a películas como “Estallido” donde un virus, localizado en un mono, creaba una epidemia mortal cuando una persona se contagia accidentalmente y de ahí pasa a otras muchas siendo incontrolable.

Teoría de la conspiración

Así seguía habiendo hipótesis variopintas sobre su origen. También pudo originarse en los “recolectores” del guano de los murciélagos, muy apreciado como abono, y que también –por las heces- tenía poder de contagio en otras especies y, en esta ocasión, en el ser humano.

Con la situación descontrolada los meses de febrero y marzo fueron especialmente duros donde la población no parecía darse cuenta de la extrema gravedad de lo que estaba sucediendo.

Ante los rumores y la teoría de la conspiración que estaba en redes sociales sobre el Covid-19 fue la Organización Mundial de la Salud la que desmintió que el coronavirus se originase en un laboratorio, siendo el abanderado de ello el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

La portavoz de la OMS Fadela Chaib dijo "que el virus tuvo un origen animal y no sufrió manipulaciones genéticas". El reservorio natural habrían sido los murciélagos y una especie "intermediaria" por la que pasó a los seres humanos. Era lo que se barajaba, de forma más racional, desde que se seguía, desde finales de diciembre el origen de la enfermedad.

Chaib avisó sobre el riesgo de "infodemia" generada a raíz de la crisis sanitaria "es habitual que ante un nuevo virus las teorías conspiracionistas sobre su origen se propaguen" y a la que muchos se agarraban.

El virólogo y Premio Nobel de Medicina Luc Montagnier llevó la contraria a la OMS y afirmó que el coronavirus no es natural y que surgió en un laboratorio de Wuhan extendiéndose por el mundo debido a "un error". Habrían sido investigadores chinos que investigaban una vacuna sobre el VIH pues "el genoma completo de este coronavirus tiene secuencias muy semejantes a las del virus del Sida". Aunque rápidamente el virólogo francés Etienne Simon-Lorière, del Instituto Pasteur, desautorizó a Montagnier diciendo que "no tiene sentido".

El coronavirus antes que el coronavirus

También es materia de espionaje pues el exjefe del MI6 británico, Richard Dearlove, afirmó que todo "empezó como un accidente" cuando el patógeno escapó de un laboratorio en China aliándose con el origen artificial del mismo. No es una voz desautorizada pues Dearlove fue jefe del servicio secreto del Reino Unido entre 1999 y 2004 "en gran medida China es responsable de la situación de la COVID-19. Creo que esto empezó como un accidente y no hubo nada deliberado en sus orígenes" dijo a The Telegraph.

Hay algo que es obvio: el coronavirus no tiene su origen en el mes de diciembre sino que es anterior, no es una situación que se origine de un día para otro sino que es más extenso, es una norma biológica que se vino a demostrar cuando se filtró que los participantes en las “olimpiadas” militares pasaron por una enfermedad similar al Covid-19 o que en ciudades como Barcelona se encontró, en las aguas residuales, trazas del coronavirus en el mes de marzo de 2019, venía desde más atrás.

"A la hora de investigar esta enfermedad en humanos hay que ir al epicentro, y los primeros casos se detectaron en Wuhan", afirmó el director OMS para Emergencias Sanitarias, Mike Ryan.

Se consideraba vital encontrar al “paciente cero” pero el hermetismo chino lo imposibilitó o, tal vez, ni ellos mismos pudieron encontrarlo. Igualmente Ryan explicó que la principal preocupación de los investigadores de la OMS era saber qué animal ejerció de "intermediario" entre la fuente primaria (el murciélago) y las primeras infecciones en humanos, tal vez un pangolín pero nada confirmado y aunque se investiga sobre ello el silencio se ha abatido sobre esta cuestión.

Pero hay más, en el año 2012 un equipo médico se desplazó a Mojiang, en la provincia de Yunnan, para tratar un riesgo biológico elevado que provocó la infección en seis recolectores de guano de murciélago en una cueva sufriendo una extraña afección respiratoria. De los seis murieron dos. ¡En 2012! El gobierno de China encontró particularmente “atractiva” esta enfermedad tan nociva.

Desvelando los secretos del coronavirus

El BSL-4

Se temía un nuevo brote del temido SARS CoV-1 pero no era lo mismo y se quiso achacar la enfermedad a unos hongos que crecían en la cueva. La doctora Shi penetró en aquella gruta recogiendo muestras fecales de murciélago que fueron remitidas, a 80 grados bajo cero hacia otra ciudad china a 1.000 kilómetros de distancia que poseía un laboratorio de cuarto nivel, la ciudad china era Wuhan. Había nacido el SARS-CoV-2.
El laboratorio es ahora el Instituto de Virología de Wuhan, reformado en 2018, con el BSL-4 en activo y que ya dio muestras de fragilidad, en cuanto a seguridad hace unos años pese al control extremo, en su interior se hacen estudios sobre el Ébola o el virus de Crimea-Congo.

Pero el origen del coronavirus sigue siendo un misterio, un enigma de la Ciencia y que la Ciencia debe desvelar, el resto es pura especulación, que podrá ser o no, pero sólo entra del capítulo especulativo hasta que los científicos no logren desvelarlo que, quizás, sean tanto o más difícil que obtener una vacuna eficaz.