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Actualizado: 10 abr 2020 / 12:28 h.
  • Estrella Morente.
    Estrella Morente.

Si se acaban suspendiendo los festivales de verano y la Bienal, y los flamencos no se pueden ir a Japón o Estados Unidos, será una catástrofe para el colectivo. El mundo de la Cultura está que trina por las escasas medidas que el Gobierno va a tomar para ayudar al sector. Y si el cine o el teatro saldrán mal parados, no queremos pensar en cómo afectará al arte flamenco, donde decenas y decenas de criaturas viven prácticamente al día saliendo cada noche a ganar 50 euros en un tablao o algo más en una peña, pero no mucho más. Hay flamencos que dicen ya que van a volver las fiestas de los señoritos, si es que quedan, que parece que el virus no es nada escrupuloso y lo mismo se lleva la vida de un mozalbete en paro agrícola, que la de un multimillonario.

Los flamencos, además, van un poco a su aire. No hace mucho tiempo hubo una reunión de artistas en La Casa de la Memoria, convocados por la EFA (Escuela Flamenca de Andalucía), con idea de que se asociaran y poder tener un carné de artista profesional. Fueron unos treinta artistas, pero el tema no interesó nada. Es decir, los flamencos quieren contratos de ayuntamientos, diputaciones y Junta de Andalucía; cobrar, si puede ser, en negro, y que no falte de nada. Si ahora todo esto se viene abajo, o sea, el flamenco subvencionado, se puede liar la marimonera porque hay mucha gente viviendo del arte andaluz y no todos son Miguel Poveda, Estrella Morente o Rosalía.

Los festivales de verano comienzan en junio y esos no se van a poder celebrar. Dependen del presupuesto de los ayuntamientos y por lo que sondeamos ayer la cosa no está nada clara. El verano salva todo el año. Luego, en otoño, algunos se buscan la vida en las peñas y otros se van a Japón, algo que por el momento no van a poder hacer. Las compañías no van a poder girar como mínimo hasta octubre y las casas de discos están cerradas. El panorama, pues, es desolador para un colectivo de cientos de personas. ¿Se reinventarán? Seguramente, porque aunque parezca que el flamenco es de ayer, en el XIX ya había compañías y los artistas iban por el mundo.

Estos días es una maravilla ver cómo decenas y decenas de artistas se han montado sus tabancos en casa y, como manejan las redes sociales como nadie, están regalando su arte al mundo. Aunque parezca, por su anarquía natural, que en el flamenco va cada artista a su aire, cuando hay problemas son los más solidarios del mundo y saben formar piña. Se pueden suspender los festivales del verano y hasta la Bienal, pero algo se inventarán para sobrevivir. ¿Cómo, si no, han resistido ante guerras, epidemias, hambrunas y terremotos?

Pero sería deseable que cuando haya ayudas para la Cultura, se acuerden de que el flamenco lo es.