Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 26 jul 2021 / 04:00 h.
  • Ni miento ni me arrepiento

“Ni miento ni me arrepiento” -la estrofa con que se abre uno de los poemas de JORGE MANRIQUE- tendrá sin duda muchas interpretaciones, pero sobre todo en arte, entiendo que es la que tiene que ver con la sinceridad del autor a la hora de realizar sus obras, pues de no ser así, siempre se notarán las trampas.

No obstante el título que ha escogido MARTÍN LAGARES para esta individual, no deja de parecer enigmático.

En el contexto de la sinceridad del artista, manifestada por sus ya más de veinte años de trabajo, nos habla directamente de sus intenciones sobre su coherencia en el arte y en la vida.

En el del arte, a la vez, nos abre las puertas a nuevas líneas que incorpora ahora dentro de la escultura, el relieve y la esculto-pintura.

Esto se ve en los relieves, por la aplicación de colores puros y “fosforitos” sobre ellas o mezclando sobre ellos, pintura pura.

Ni miento ni me arrepiento
El escritor y poeta David Eloy Rodríguez y la acordeoncista Virginia Moreno con obras de Martín Lagares detrás.

En lo referente a los relieves como a las obras exentas, aparece por primera vez al menos públicamente en su trayectoria, una serie de figuras total o parcialmente coloreadas integrando los pigmentos con la pasta, barro, escayola o fibra de vidrio o poliéster, sin dejar como ha venido haciendo hasta ahora el barro cocido en su color, ni aplicado en ellas ningún tipo de pátinas ni policromía.

Otra cosa que destaca, es que todas las que ahora expone están hechas al margen de los numerosos encargos que tiene.

En todo esto no debemos olvidar la fascinación que MARTÍN LAGARES siente por el modelado, una faceta muy importante para él y en la que no pierde ocasión de realizar la obra en vivo, en directo, ante el público en su estudio o en la sala.

No exagero si imagino que con esta muestra, MARTÍN LAGARES va a revolucionar el panorama de las artes plásticas y va a poner de moda su peculiar manera de proceder.

Primero por el impacto que produce el que se tinten los materiales originales para convertirse en verdes, amarillo limón, azul eléctrico o rosa fucsia. Colores procedentes del imaginario pop que él aplica no obstante a formas clasicicistas con un vocabulario no exento de humor como se ve en las “peinetas” o bastante más serio en los rostros emergentes: las dos partes de la exposición.

Ni miento ni me arrepiento
Otro momento de la actuación de David Eloy Rodríguez y Virginia Moreno con otras obras de Martín Lagares.

Segundo, por hacer emerger las formas de un fondo (sea de la pared o de un lienzo como son estas), o de cualquier superficie vertical u horizontal.

Tercero, por la aparente facilidad con que están hechas –que lo que pone de manifiesto es su destreza y experiencia, pues sinceramente pienso que después de verlas y conocer sus modus operandi, les garantizo que dan ganas de ponerse inmediatamente a modelar.

Por último, porque el proceso de creación es tan parte de la obra como su resultado y por eso cuando modela ante el público, lo hace con el mismo ímpetu y energía que si lo hiciera en su taller.

Habría más que decir al respecto a la manera de exhibirlas: aislados y formando una entidad autónoma o distribuirse en líneas, ángulos, colocarse verticales u horizontales en series distintas, de manera que desarrollen sutiles secuencias gracias a la repetición intencionada de una misma o parecida idea.

MARTÍN LAGARES parte de una tradición que puede remontarse al Barroco con BERNINI a la cabeza, a los escultores realistas, románticos, expresionistas, impresionistas franceses como RODIN, y a la de los sevillanos como SUSILLO.

Muchas veces me he preguntado dónde estaban los discípulos de SUSILLO aparte de los directos COULLAUT VALERA, JOAQUÍN BILBAO y CASTILLO LASTRUCI, y ha sido gracias a las conversaciones con la escultora MARGA GARCÍA PINTO, cómo he podido saber que desde pequeño MARTÍN LAGARES tenía en su casa una retrato de PINTO SALDÁN, otro escultor como él, natural de La Palma del Condado (Huelva), y uno de los discípulos menos conocido del maestro sevillano.

La presencia de esa obra que parece inacabada gracias al característico non finito, fue decisiva en la decisión de MARTÍN como en la de MARGA, quienes no pudieron resistirse no a la mirada que ellos hacían a la obra, sino la de la obra que les hacía a ellos.

Ni miento ni me arrepiento
El escultor modelando en directo.

Conocí también gracias a MARGA las obras que MARTÍN LAGARES expuso en la colectiva “Rostros” que se celebró en el ANTIQUARIUM y después le he ido siguiendo, consultado los comentarios que otros colegas le han dedicado en prensa, su página web, las noticias sobre él en internet, y me di cuenta de que tenía como poco dos lenguajes distintos: el que destinaba a encargos “oficiales” y el que hacía de manera libre, menos condicionada, una obra de autor como son las que presenta ahora.

Ni miento ni me arrepiento
Actuación del pianista Rafael Arregui y del guitarrista y cantante Daniel Mata, con otras obras de Martín Lagares.

En la “oficial”, ha tratado retratos, estatuaria religiosa, civil, monumental, de costumbres, funeraria, relieves y obras exentas –individuales o en grupos- ecuestres, sedentes, yacentes, de cuerpo entero, medio, de torso o cabeza; que los ha hecho para exteriores e interiores; a escala real o gigante; de personajes históricos o personas reales.

En estos, se ha ido expresando con un acento expresionista, quiero decir predominando la expresión y dejando en su color o policromándolo con pátinas superficiales y considerando que son obra única.

También teniendo en cuenta si iba a tratarse de una obra en madera de imaginería o si después iba a revertirla en bronce, materiales con los que ha trabajado desde sus comienzos.

En la “libre” ocurría lo contrario como puede comprobarse por las versiones que hace de una misma idea: besos, rostros que surgen como una aparición desde dentro de un cuadro, y en la utilización del color –monócromo- o bícromo- considerando el material de base.

Otra cuestión no menos curiosa de MARTÍN LAGARES, es que apenas si utiliza instrumentos salvo sus manos. Son ellas las que van definiendo la forma que está en el interior del bloque de barro. Sorprende en este orden de cosas cómo logra el parecido, el rictus que caracteriza al retratado esté posando para él o basado en estampas o fotografías en los Cristos, Vírgenes, santos, Papas, escritores o escenas que se atienen fielmente a su iconografía.

También, el virtuosismo que alcanza en la difícil técnica de los paños mojados, el patetismo con que capta todas las edades de la vida, el que se detiene en el momento justo de la forma porque sabe que es ella la que lucha por salir y tener vida.

Durante la muestra, se realizaron recitales de música y poesía, que estuvieron a cargo de JOSÉ Mª GÓMEZ VALERO, escritor, quien recitó su poema “Plegaria”; DANIEL MATA y RAFAEL ARREGUI, músicos, que interpretaron temas de su disco “Poesía cantada”; y DAVID ELOY RODRÍGUEZ y VIRGINIA MORENO, poeta y música respectivamente, interpretaron creaciones de su espectáculo “Animales Heridos”. Un lujo para la imaginación y los sentidos.

No dispongo de fotos de José Mª Gómez Valero, por lo que pido disculpas a los lectores y a él, esperando hayan nuevas ocasiones de hacerlo.

Y bien, concluyo con la recomendación que vayan a verla, y si no les da tiempo, que le sigan pues hasta el 30 de julio estará abierta en la Galería MAGASÉ de Sevilla (c/ Cardenal Spínola, 12).