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Actualizado: 27 dic 2022 / 16:51 h.
  • Pasión por Lorca
    Pasión Vega. / Teatro Maestranza

Pasión Vega presentó ayer en el Teatro de la Maestranza su último disco, ‘Lorca sonoro’, junto a los músicos Jacob Sureda (arreglos y piano), José Vera (contrabajo) Manuel Masaedo percusiones) y el actor Víctor Clavijo, con una cuidada y elegante puesta en escena, a cargo de Ana López Segovia, responsable además de la dramaturgia y el guión, en el que han colaborado también Antonio Romera “Chipi” y Juan José Téllez.

Y es que, lejos de ofrecer un recital al uso, Pasión Vega ha optado por un espectáculo que alterna los números musicales con algunas escenas dramáticas en las que Víctor Clavijo, con encomiable maestría y versatilidad, además de recitar algunos versos junto a la cantante malagueña, asume el papel de narrador encarnando la figura del musicólogo Eduardo Martínez Torner, representa también a Miguel de Molina, en una escena bañada de comicidad, y se acaba metiendo en la piel del poeta.

El repertorio de las canciones lleva a cabo un recorrido poético que refleja distintas etapas de la obra del insigne poeta granadino -tanto de su poemario como de sus obras de teatro- en el que se vuelcan sus símbolos y temáticas más recurrentes. Así, para comenzar Pasión Vega eligió una de las canciones de Lorca más populares, el ‘Zorongo’ cuyo estribillo descansa en el imaginario colectivo (La luna es un pozo chico...), para continuar con ‘La Tarara’, que ella canta con aires jazísticos enfundada en un preciosista vestido rojo y mantón de manila, que en un momento determinado mueve al estilo de las bailaoras de flamenco.

Tras estos dos temas viajó al universo teatral del poeta con unos versos de la obra ‘Bodas de sangre’, que recitó al alimón con Víctor Clavijo y de ahí se adentró en el Romancero Gitano, con el ‘Romance de la Pena Negra’, ‘Baladilla de los tres ríos’ y ‘La canción del jinete’ al que puso música en su día Paco Ibañez.

Víctor sale de nuevo a escena para dar un cambio de giro que lleva el espectáculo a sumergirse en las procelosas aguas del Poeta en Nueva York. Primero recita el tema ‘La Aurora de Nueva York’ y a su término Pasión recoge el testigo para brindarnos una versión del ‘Pequeño vals vienés’ que, aunque al igual que Enrique Morente respeta el esquema musical de Leonard Cohen, ella interpreta a su manera, impregnándolo de una dulzura doliente que se ganó una larga ovación del respetable.

Y no fue la única, porque a partir de ahí, Pasión y Víctor nos emocionan y sorprenden con un número en el que la copla ‘Ojos Verdes’ se entrecruza con el ‘Romance del Sonámbulo (Verde que te quiero verde...), que resulta tan emotivo como evocador, y las nanas y canciones populares que identificamos directamente con García Lorca, como ‘Los cuatro muleros’, ‘Anda jaleo’ o ‘Las tres morillas de Jaén’, para terminar con ‘La Gacela de la muerte oscura’ y, cómo no, ‘La leyenda del tiempo’, ese poema de la obra de corte surrealista Así que pasen cinco años que popularizó Camarón de la Isla a compás de bulerías. Pasión canta este poema respetando la melodía y con el mismo compás, aunque con un tempo más lento y pausado, y no por ello menos deslumbrante.

Solo entonces, ya con el espectáculo terminado, Pasión Vega se permitió romper la cuarta pared para presentarnos a los músicos, a la directora y a todos cuantos habían intervenido en el espectáculo. En ese momento el público en pie aplaudía a rabiar a la artista y ella quiso brindarle un último regalo, un tema inédito: el réquiem que Rafael León escribió a la muerte de Federico.

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