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Actualizado: 20 sep 2020 / 04:30 h.
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Conspiración: “Acuerdo secreto contra algo o alguien, especialmente contra el estado o el soberano”. Según los partidarios del Covid-19 como conspiración, en este caso habría que añadir: y contra todos los habitantes del planeta Tierra.

Conviene que deje clara mi postura en relación con el asunto de la interpretación que sitúa a la pandemia Covid-19 como una presunta conspiración de una estructura de poder contra los ciudadanos. Próximamente aparecerá en la editorial Anthropos de Barcelona mi libro Evolución, Historia y Comunicación en la sociedad digital donde profundizo sobre lo que voy a indicar a continuación, desmarcándome esencialmente del significado catastrofista y deprimente, poco sustancial, aunque bien argumentado, que se le otorga a la presunta conspiración.

Las diez características que esconde el humano

Primero, el ser humano no es social como tópicamente se viene sosteniendo hasta ahora, en general, y desde Aristóteles, al menos, sino que es puramente individual. No es social porque se reúna con sus semejantes, quienes afirman eso indican también que ese acto lo lleva a cabo por necesidad, por tanto, es la necesidad del individuo como unicidad -al que lo primero que le importa es su propia supervivencia-, lo que lo convierte en aparentemente social. Si el individuo fuera social no tendríamos que luchar tanto para que se cumplieran los derechos humanos o no nos maltrataríamos entre nosotros de esa manera en que lo hacemos, dominados por nuestro individualismo y por nuestro cerebro primitivo más emocional.

Segundo, de lo anterior se desprende que cualquier intento de establecer un régimen solidario está condenado al fracaso antes o después. Eso ha ocurrido en la Historia y en filosofía práctica hay que guiarse por hechos, no por imaginarios ni deseos, algo que, por el momento, es ficción.

Tercero, si el individuo no se ha autodestruido aún como especie es por dos motivos: uno, a nivel cotidiano funciona gracias al equilibrio del temor y, dos, a nivel macrohistórico gracias al equilibrio del terror. En sociedad, el sujeto teme no ser aprobado por los demás o no lograr alimento, por ejemplo. En la Historia, se mantiene un equilibrio entre potencias debido a que todas esconden armas de destrucción masiva -incluyendo las biológicas y las informáticas-, algo que, por ahora, nos tiene a salvo, pero estamos jugando en el filo de un precipicio.

Cuarto, es una minoría de individuos la que conduce la Historia y, con todo, es una minoría en conflicto. Los públicos suelen “obedecer” y no son protagonistas sino seguidores divididos y cómplices. La democracia es el menos malo de los sistemas porque permite a todo sujeto sentirse libre en el contexto de su egoísmo. En el momento en que esa democracia no sea acorde con los intereses de la minoría hegemónica podría ser destruida.

Quinto, del poder que se ha ido constituyendo a lo largo de los siglos por una minoría de individuos se puede esperar cualquier cosa por cruel que sea o parezca, como por ejemplo la creación de una pandemia. Pero eso no significa que sea éste el caso ahora.

Sexto, lo que está sucediendo es que el avance del mercado y su ideología productiva chocan con una estancada estructura política y con el Estado; por consiguiente, no sería extraño que una organización de una estructura hegemónica de aquí y de allá -no necesariamente occidental completamente porque ahora sólo existe el mercado y la ideología mercantil- deseara el poder absoluto, como Lenin cuando exclamó “todo el poder para los soviets”. En efecto, estamos en plena revolución, pero no bolchevique sino de las grandes empresas agrupadas en holdings y trust.

Pero este hecho no tiene por qué ser negativo ni tomarse como que nos van a dominar y amordazar, es lo normal de una especie que funciona como he dicho antes. Si yo tengo mucho dinero, poder y sagacidad, es lógico que mi naturaleza me impulse a unirme con colegas semejantes a mí -con los que sin duda tendré roces- y luche para acaparar todo en mi beneficio y el de mi “tribu”. A su vez, otros grupos similares al mío, pero rivales, querrán hacer lo propio. En el fondo, a los grupos o “tribus” hegemónicos los separan factores culturales-emocionales pero eso puede superarse si se trata de aumentar el poder y las ganancias.

Séptimo, el resultado es muy interesante para la Humanidad en general si es consciente del proceso. Porque mientras que ahora no sabemos exactamente quién es el enemigo a batir, entonces -con un sólo gobierno en el mundo- lo podremos conocer mucho mejor. En teoría.

Octavo, el problema es que quien debe estudiar todo esto y exponerlo a los públicos para que lo sepan y lo asimilen o no existe o se encuentra atomizado, sin articular, y vive exclusivamente de decir que viene el lobo, sin tomar en sus manos el arma que pueda defenderlo de esa posible realidad.

Noveno, eso sucede porque quienes viven así son también seres humanos y por tanto yoístas, con la diferencia de que no poseen el poder ni el dinero ni la listeza necesaria para controlar ni luchar contra quienes pretenden dominar. Por otra parte, deberán librarse de los efectos mentales y psicológicos que les han inculcado las minorías hegemónicas.

Décimo, tampoco los públicos, en general, son capaces de comprometerse de verdad en toda esta dinámica ni de luchar contra ella; están adormecidos por la Inteligencia Artificial, por el desvalimiento o hastío vital, por el dinero del Estado y de los poderosos y el afán natural de imitarlos.

Conclusión

Podría venir un nuevo orden mundial basado en un único gobierno mundial mercantil como lógico resultado de un capitalismo tecnológico muy avanzado, más que los gobiernos y que los ciudadanos, eso se llama evolución natural de una especie de la que “tira” una minoría de la especie misma. Si se cambia ese hecho evolutivo sería igualmente una evolución porque entonces intervendría la cultura humana que podría influir en las pretensiones de la minoría. ¿Sucederá eso o la minoría dispuesta a gobernar tiene previsto que no sea así? Y aunque lo tenga, ¿se saldrá con la suya? Todo sería evolución, la síntesis de la antítesis o crisis actual, síntesis que contempla otro estadio histórico, de vida o de muerte física y/o psíquica.