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Actualizado: 29 jul 2021 / 13:55 h.
  • Francisco José Fernández Ramírez, de 21 años, reside en Triana, y compagina sus trabajos y estudios con organizar el Council Meeting 2021, el mayor congreso de Estiem, la asociación europea de estudiantes de ingeniería de organización industrial. / El Correo
    Francisco José Fernández Ramírez, de 21 años, reside en Triana, y compagina sus trabajos y estudios con organizar el Council Meeting 2021, el mayor congreso de Estiem, la asociación europea de estudiantes de ingeniería de organización industrial. / El Correo

“Me dejo barba para parecer mayor, porque desde que empecé a trabajar con 18 años no había forma de conseguir mejores clientes que pareciendo mayor”. Francisco José Fernández Ramírez está terminando Ingeniería Electrónica, Robótica y Mecatrónica, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la Universidad de Sevilla, en Cartuja. Estudia, trabaja por cuenta propia y por cuenta ajena, emprende con vocación social, le duelen el paro juvenil y la formación insuficiente, y es el principal artífice y organizador del congreso que en noviembre de este año celebrarán en Sevilla 250 estudiantes de toda Europa, y de nacionalidades no europeas, que forman parte de la European Students of Industrial Engineering and Management (Estiem), la asociación de estudiantes de ingeniería de organización industrial. Joven es la mejor palabra que define a Francisco José. Joven.

¿Dónde están sus raíces biográficas?

Nací en Sevilla hace 21 años. Mi madre es consultora de gestión documental en una empresa pública y mi padre es graduado social. Tengo dos hermanos mayores, uno de 36 y otro de 33 años. Los tres somos varones. Estudié Primaria y ESO en el Colegio Luisa de Marillac, en el centro de Sevilla. El Bachillerato lo hice en el Colegio Aljarafe, en Mairena del Aljarafe, el municipio donde pasé buena parte de mi infancia y adolescencia. Cuando a los 17 años entro en la universidad es cuando me mudo a Triana, donde resido. Elegí ingeniería porque siempre me ha gustado entender cómo funciona la tecnología, y cómo resolver problemas.

¿Cuáles fueron sus primeras experiencias laborales?

He sido autónomo desde que cursaba primero de carrera hasta hace un mes. He estado haciendo consultoría tecnológica, transformación digital, desarrollo de aplicaciones, páginas web, ese tipo de cosas. Y dejé de ser autónomo para centrarme en terminar la carrera, que tampoco me queda tanto. Además de mi trabajo en Amalgama Desarrollo, hace una semana me contrataron en una startup de Sevilla, se llama Zinkee, y ha sido elegida por Lanzadera, la aceleradora de startups impulsada desde Valencia por Juan Roig, presidente de Mercadona. Llevo una semana becado como parte del equipo y estoy disfrutando muchísimo. Un equipazo y mentes muy abiertas, y enorme transparencia.

Para las personas o empresas a las que les has trabajado, ¿les inspiraba más confianza que fueras un joven de 18 o 19 años muy puesto al día, o les generaba dudas?

Creo que debería ser al revés, pero, efectivamente, intento que no se enteren de mi edad, porque cuando se han enterado les ha causado un poco de desconfianza. Es verdad que después lo puedes compensar entregando un buen trabajo. Pero causa ese rechazo cuando ven que eres una persona joven. Por eso me dejo barba, para aparentar más edad.

En tu entorno personal, ya sea en el barrio de Triana, o en Mairena del Aljarafe, o en otros lugares de Sevilla donde tienes amistades, cuando les cuentas todo lo que haces, ¿qué te comentan? ¿Les sirve de inspiración o te ven como un 'bicho raro'?

Ojalá les sirviera de inspiración, pero la realidad es que la mayoría te ve como un bicho raro. Y lo que más escucho es: “¿De dónde sacas el tiempo?”, o “Pues yo no tengo tiempo para esas cosas”. En mi opinión, quien dice no tener tiempo es que no le pone ganas. El tiempo lo sacas para lo que de verdad deseas. Por eso a determinadas personas, incluso a algunos estudiantes de ingeniería, trato de no contarles todo lo que hago, porque si lo hago me ha sucedido que reaccionan como si yo les estuviera chuleando. Y ni soy más listo, ni más inteligente, ni tengo más tiempo que ellos. Tengo el mismo tiempo, la misma carrera, sacamos las mismas notas pero tenemos dos curriculums totalmente diferentes.

Sí habrá otros ambientes donde hallas complicidad.

De ahí surge el comienzo de mi vinculación a Estiem, por ejemplo. Entré en la asociación en primero de carrera, es algo inhabitual, la gente suele entrar un poco más adelante en la carrera. Pero yo lo hice pronto porque Estiem te ofrece miras internacionales, formas parte de un grupo, de una red internacional europea, y además, te ofrecía la oportunidad de realizar proyectos u organizar eventos que se te ocurrieran, sin filtros, con vía libre. En Estiem empecé a sentir ese apoyo que hacía falta de jóvenes que de verdad quieren salir de la zona de confort. Y quiero resaltar 'zona de confort' como la diferencia entre los ambientes de la pregunta anterior y ésta.

¿Y otros que descubriera?

Fui en Sevilla a Espacio Res, y en una pequeña jornada de emprendimiento conocí a gente como yo.

Me dije: “No soy tan raro”. También descubrí en Sevilla los Startup Weekend, participé en uno, y buscando becas logré una de la Universidad de Sevilla para acudir a Londres al TrepCamp, campamento de verano que durante tres semanas organiza una incubadora de México en las principales capitales mundiales del emprendimiento. En esa experiencia en Londres descubrí a jóvenes de muchos países que compartían mi mentalidad, y sentí que no solo podía hallar apoyo local. A mi regreso, decidí rebelarme y explotar esa mentalidad.

¿Qué se hace en la asociación de estudiantes Estiem?

Es una asociación europea de estudiantes de ingeniería de organización industrial, compuesta por 79 grupos locales, Sevilla es uno de ellos. Hay apuntados en Sevilla unos 150 estudiantes, los activos son unos 50. Básicamente, el objetivo es unir a los estudiantes europeos para formar una gran red de colaboración, y apoyarnos en complementar la formación que se recibe en la universidad, como pueden ser las habilidades y capacidades que en el argot profesional se denominan 'soft skills' o 'hard skills'. Lo hacemos a través de cursos, de formaciones, de eventos, de viajes ligados a esos objetivos. No solo se puede participar en lo que quieras, sino también organizar lo que quieras con esa finalidad.

Explícalo.

Hace dos años, organizamos un evento sobre emprendimiento, en el que los participantes recibían a la vez un curso sobre cómo hablar en público para comunicar una idea o un proyecto ante un jurado, ante inversores, ante el público. Y ellos eran quienes tenían que presentarlo aprovechando esa formación. Cualquier estudiante europeo podía apuntarse y viajar para ello.

¿Quién lo paga?

El estudiante se paga el viaje. Suelen ser eventos que duran una semana, el grupo local que lo organiza suele conseguir apoyos y patrocinios, y el promedio de precio para estas actividades ronda entre los 70 y 90 euros, que cubren toda la semana de alojamiento, comidas y actividades. Los ponentes que buscamos para impartir formación suelen ser profesionales que trabajan en empresas. Necesitamos eso para completar lo que enseñan los profesores universitarios.

Durante la pandemia, ¿habéis evolucionado hacia las actividades a través de internet?

Sí. Se ha paralizado el objetivo de unir físicamente en los eventos a los participantes, pero se ha mantenido con total normalidad. De hecho, se han organizado más eventos. Es menos costoso y se han apuntado muchos más estudiantes. Lástima que se pierde la relación presencial, que es importante. No cabe duda de que van a potenciarse las tres opciones: todo online, o todo presencial, o una mezcla de ambas. Nuestro objetivo es llegar al mayor número posible de personas interesadas.

¿Cómo habéis conseguido ser elegidos para organizar la convención mundial de Estiem?

Habíamos logrado crecer mucho en actividades y en participación, con presencia de estudiantes sevillanos en muchos eventos en otros países. Nos sugirieron en 2019 desde la asociación europea presentar una candidatura para organizar la del segundo semestre de 2020, porque hay dos cada año. Hicimos el esfuerzo, nos presentamos, y fue un orgullo que se aprobara por unanimidad de todos los grupos locales en Europa. Llegó la pandemia y hubo que cancelar su celebración presencial. Se mantuvo online, y el año pasado nos presentamos para organizar la primera que fuera presencial en 2021, y de nuevo nos dieron la aprobación.

¿Cuál será su contenido?

Tendrá lugar en la primera semana de noviembre de 2021. Durante seis o siete días, participarán unos 250 estudiantes procedentes de toda Europa, más los que se apunten de Sevilla. Los de fuera se alojarán en el albergue de Inturjoven que está al lado del campus de Reina Mercedes. Además de la asamblea, en la que se decidirá el rumbo de la asociación durante los siguientes seis meses, sobre todo habrá muchos talleres formativos organizados por los propios participantes para compartir conocimientos, mejorar su capacidad de negociación, sus habilidades creativas y comunicativas,... En Estiem hay bastantes miembros que se han especializado mucho en un campo tecnológico y gustan de compartirlo. Queremos vincularlos a la sostenibilidad. Ya va siendo hora de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible forman parte de nuestro día a día. También organizaremos actividades para que se vayan de Sevilla conociendo que también somos una capital de ingeniería, de emprendimiento, de innovación. Como lo son ciudades de otros países donde se suelen hacer estas reuniones. Hasta ahora ha costado mucho poner Sevilla ahí.

Un ejemplo de lo que queréis realizar.

Fomentar desde la ingeniería de organización un certamen de ideas de emprendimiento ligadas a energías renovables, y trabajarlas durante un plazo de tiempo para presentarlas a los compañeros y a las empresas patrocinadoras que consigamos. También habrá formación sobre cómo hacer sostenibles los procesos de funcionamiento de una empresa.

¿Hay pleno empleo en la especialidad de ingeniería de organización?

Sí. No conozco a ningún compañero de la asociación que haya querido trabajar antes de concluir la carrera y no lo haya conseguido. Y la empleabilidad es altísima en toda la ingeniería sea cual sea su rama. Hay mucha más demanda que personas formadas.

¿Qué recomiendas hacer para incorporar a muchos más jóvenes de los ciclos de FP y que sean la cantera de esa demanda?

Como estudiante universitario, lo primero es compartir en la sociedad que no todo el empleo juvenil se resuelve pasando por la universidad. La realidad es que nosotros tenemos máxima empleabilidad porque algunos nos acabamos dedicando a puestos de trabajo que los podrían ocupar perfectamente jóvenes que han cursado Formación Profesional. El problema es que durante muchos momentos de la etapa educativa básica se menosprecia al que no sigue el itinerario clásico ESO-Bachillerato-Universidad. Incluso con un añadido: hazlo, y oposita para buscar un empleo fijo. Y todo el que se salga de ahí, ya eres un arriesgado. Te consideran arriesgado si has acabado una carrera universitaria y no opositas. Y si no vas al Bachillerato tras la ESO te dicen que no vales. No se transmite a los niños y a los adolescentes que igual de válido es el Bachillerato que la Formación Profesional.

Comparta uno de sus argumentos.

Como estudiante de ingeniería, cuando veo ofertas de empleo para desarrolladores web, me da pena que los ocupen licenciados de ingeniería. Por supuesto, me alegro por esos ingenieros que consiguen ese trabajo. Pero para eso no tenían que haberse esforzando tanto durante cuatro años de carrera. Si esa es su pasión, la podían haber alcanzado con dos años de ciclo formativo. Y el tiempo es importante en la vida.

¿Cuál es el origen de Amalgama Desarrollo?

En el evento formativo Wanted, organizado por Espacio Res para estudiantes universitarios, conocí a Francisco Rodríguez Tamayo, y me ofreció participar en darle soporte tecnológico a una idea que tenía para fomentar el empleo juvenil. Vimos que merecía la pena intentarlo. Coincidimos varias personas que nos conocíamos previamente a través de redes de contactos, y coincidíamos en que es un desastre cómo se encauza el empleo juvenil. Y además, compartíamos que los Objetivos de Desarrollo Sostenible están ahí para luchar por conseguirlos, y que los jóvenes deben ayudar a las empresas a ese cambio cuando sean incorporados a sus plantillas. Por eso Amalgama se va consolidando como una consultora de talento humano concienciado y comprometido.

Es amplísimo el número de compañías que se dedican a buscar talento para las necesidades de selección de personal de las empresas. ¿Por qué necesitarían tener en consideración a Amalgama?

Todos los jóvenes que están en nuestra red reciben dos formaciones mensuales sobre temas vinculados al desarrollo personal, a las habilidades 'duras' y 'blandas', y a la sostenibilidad. Cuando una empresa busca candidatos y se selecciona, se le aporta una formación complementaria antes de su incorporación, vinculada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y al puesto que va a ocupar.

¿Los jóvenes pagan por afiliarse a su red?

Sí, solo una cuota de 50 euros al año, que es simbólica, solo cubre gastos del mantenimiento de la plataforma web. En la que no solo obtienen acceso a formaciones, sino que además pertenecen a foros, se comunican entre ellos, y permite crear comunidad.

¿Cuál es su procedencia mayoritaria?

La mayoría son de Andalucía, también hay muchos de Latinoamérica, y algunos de países de otros continentes.

¿Abundan los jóvenes interesados en esta opción de conectar con el mercado laboral?

Hay más de los que pensábamos inicialmente y menos de los que debería haber. No es una mentalidad que abunde. Nuestra mayor barrera es toparnos con jóvenes que consideran su zona de confort hacer una carrera, y creen que todo lo van a conseguir por inercia, simplemente con hacer la carrera.

¿Qué objetivos os marcáis a dos o tres años vista?

Nos gustaría establecernos como la mayor comunidad de jóvenes comprometidos con el desarrollo sostenible.

En tu pasión por la ingeniería, la mecatrónica, la robótica,... ¿en qué reto te gustaría estar metido?

Mi vocación está orientada a la ayuda. Siempre me ha gustado mucho la formación, y seguro que en algún momento de mi carrera profesional estaré vinculado a la formación. Pero creo que donde voy a ser feliz en los próximos años de mi carrera profesional va a ser ayudando, ya sea a mi propia empresa, o si trabajo como consultor para otras empresas, a cumplir sus objetivos de transformación tecnológica de la forma más cómoda posible para ellos. A eso me quiero orientar.

Los jóvenes también están ahora en el centro del debate social por el exponencial aumento de contagios por covid, y también han crecido los ingresos en hospitales, cuando, a priori, al estar la mitad de la población ya vacunada, debería haber menos riesgo de contagios. Y se debate si son o no una minoría los jóvenes que incumplen las normas y recomendaciones de prevención. ¿Qué ves a tu alrededor?

Las etiquetas nunca son buenas. Y etiquetar como 'joven' a veces sale bien y a veces mal. Hay jóvenes como yo que salimos poco y lo hacemos con prudencia, y nos vemos afectados por las miradas de quienes se cruzan contigo por la calle y ponen cara de “este es uno de los que provoca esta situación”. Irresponsables hay en todas las edades. Ojalá todo el mundo cumpliera individualmente tanto las medidas obligadas como las recomendadas.

La mayor parte de los jóvenes aún no vacunados conocerán en su entorno familiar o social, sin contar lo que hayan visto en noticias, a personas que han estado enfermas o que han fallecido. Y solo les resta aguardar algunas semanas para formar parte de la población vacunada. ¿Por qué los hay que celebran arremolinarse sin mascarillas? ¿Tan urgente era divertirse así?

Para nada, no hay ninguna urgencia. También lo digo como persona que ha dependido económicamente de trabajos que he realizado como autónomo. ¡Si de verdad supieran también el daño que se le hace con la ola de contagios a tantísimas empresas, y que yo también lo sufrí en la pandemia! Les falta empatizar con otras personas. Por lo que he vivido directamente, por lo que he visto y escuchado, la mayor parte de los que salen para hacer 'botellona' sin voluntad alguna de cumplir normas, son jóvenes que no han tenido en su entorno un caso grave de coronavirus. Y todo su argumentario se basa en 'me han dicho que...'. Pero cuando les toca un caso de cerca, real, grave, o incluso si ellos mismos desarrollan la enfermedad, entonces sí cambian, y entonces sí dicen: “Oye, que esto no era una broma”. He conocido gente que no quería usar las mascarillas con la homologación FFPII. No empatizaban con la gravedad de la situación. Y cuando han pasado unos días enfermos con la covid, ya no hacen botellona, y ahora son los primeros que aconsejan: “Ten cuidado, esto es más serio de lo que parecía”.

¿No serán las adicciones a las drogas la causa de lo que hacen minorías cuya actitud alarma a la opinión pública durante la pandemia, como cuando agentes policiales llegan a un local y se topan con una multitud de juerga y sin mascarilla?

En mi opinión, con total sinceridad, creo que en ámbitos de la juventud española hay un grave problema de adicción al alcohol. Estoy convencido de que una parte significativa de las personas que están congregadas en esas situaciones son adictas al alcohol. Pone los vellos de punta descubrir que incluso hay chicos y chicas de 14 y 15 años con esta adicción. Y tanto de esas edades como ya con más de 18, no solo necesitan consumir ese tipo de sustancias, sino que también necesitan la aceptación social por parte de un grupo. Porque durante el confinamiento procuraban tomar alcohol a solas en su habitación y así quedar contentos para quitarse el 'mono'. Pero están muy conectados a través de redes digitales y necesiten que otros les acepten. Por eso hay más casos de 'bullying', de ciberacoso. Por eso hay dinámicas grupales que son aún más alarmantes durante la pandemia.