El pasado domingo 10 de febrero, se llevó a cabo por primera vez la celebración a nivel mundial del día de las legumbres. En años anteriores, la Confederación Global de las legumbres (Global Pulse Confederation), ya había intentado suscitar la creación de un día de honor para dicho alimento, pero no ha sido posible, hasta que, la Organización para las Naciones Unidas (ONU), declarara oficialmente el 10 de febrero de cada año, como Día Mundial de las Legumbres en la Asamblea General celebrada en Nueva York el 20 de diciembre y enmarcada dentro de los “Objetivos 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible y el Hambre Cero”.
El objetivo principal de conmemorar una vez al año las legumbres, reside en la promoción a nivel global del desarrollo de este cultivo vital para la seguridad alimentaria, la sostenibilidad del planeta y la economía de las zonas rurales, así como, potenciar su consumo al menos tres veces por semana, tal y como recomienda la Organización Mundial de la salud.
Durante siglos, las legumbres han sido cultivadas por una gran variedad de culturas, como en el Antiguo Egipto, donde enterraban a sus faraones con garbanzos para que los acompañaran en su largo viaje. En la actualidad, se han convertido en parte de la gastronomía de casi todos los países del mundo y son consideradas esenciales en la dieta mediterránea.
Desgraciadamente, el nivel de consumo ha ido decreciendo, llegando a consumirse en España casi 10 kg menos de legumbres por persona y año que hace 50 años. Según la Asociación de Legumbristas de España, hemos pasado de consumir 13kg por persona y año en 1960, a consumir únicamente 7,4 kg. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estas tendencias no solo “reflejan el cambio de los hábitos alimentarios y preferencias de los consumidores, sino también, la incapacidad de la producción nacional para mantener el ritmo del crecimiento demográfico en muchos países”.
Las legumbres son alimentos muy completos, con grandes beneficios y nutricionalmente recomendables para la alimentación de las personas a cualquier edad, debido a su alta composición en proteínas de origen vegetal, hidratos de carbono, lípidos, fibra, minerales (como el calcio, hierro, magnesio y zinc), vitaminas (niacina y acido fólico, especialmente en garbanzos y vitamina B6 en lentejas, alubias o judías) y ácido fólico. Un ejemplo de esto, es que pueden aportar el doble de proteína vegetal que la quinoa, cuatro veces más fibra que el arroz integral, más antioxidantes que los arándanos, tanto hierro como la carne de vaca y la misma cantidad de potasio que un plátano. Como ventaja adicional, no contienen gluten, colesterol ni sodio, y nos ayudan a prevenir multitud de enfermedades.
Su consumo habitual, sobre todo combinadas con verduras, hacen de las legumbres el plato perfecto para mantener un control de peso y cuidar de nuestra salud.Su alto contenido en fibra favorece el funcionamiento del organismo, aumenta la sensación de saciedad y reduce la acumulación de grasa. Asimismo, las legumbres consumidas verdes, contienen caroteno y ácido ascórbico.
Se denomina legumbre a la semilla contenida en las plantas de la familia de las Leguminosas. La producción de estos tipos de plantas son 100% sostenibles, ya que consumen poca agua y son resistentes a sequías y heladas, generando importantes beneficios en el terreno donde se cultivan.
Una de las características que destacan desde la Asociación de Legumbristas de España, es la capacidad de las legumbres detransformar el nitrógeno atmosférico en compuestos de nitrógeno, que son utilizados por las plantas en crecimiento, mejorando la fertilidad del suelo. La FAO estima, que las leguminosas pueden fijar entre 72 y 350 kg de nitrógeno por hectárea y año. Además, algunas especies de legumbres son capaces de liberar fósforo en el suelo, lo que beneficia igualmente a la nutrición de las plantas. Estas dos propiedades son especialmente importantes para la sostenibilidad, ya que permiten reducir sustancialmente el uso de fertilizantes químicos.
Por otro lado, las legumbres también forman parte de los cultivos de rotación destinados a mantener la fertilidad del suelo, ya que contribuye a aumentar la materia orgánica, la biomasa y la actividad microbiana en este. De igual forma, mejoran la estructura del terreno y la capacidad de retención de agua, ayudando a reducir la erosión eólica e hídrica. Además, las legumbres tienen una huella reducida de desperdicio alimentario, lo que las convierte en una fuente ecológica de nutrientes.
No existe excusa alguna para no consumir legumbres, ya que además de mejorar nuestra salud, también reducen el gasto en nuestro bolsillo, pues se trata de un alimento muy barato y con muchas posibilidades de elaboración, ya sea invierno o verano, convirtiéndose así, en un alimento clave a nivel mundial para conseguir asegurar la seguridad alimentaria. Al ser semillas secas, se pueden almacenar durante largos períodos de tiempo sin perder su valor nutritivo, otorgando flexibilidad y una mayor disponibilidad de alimentos entre cosechas. A su vez, la ONU resalta su papel socioeconómico, ya que "en muchos países las mujeres son las principales responsables del cultivo de legumbres, fortaleciendo su papel dentro de las economías rurales".