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Actualizado: 21 jul 2022 / 10:47 h.
  • Cosas que, seguramente no sabías, del Castillo de la Inquisición en Sevilla

El “Castillo de la Inquisición” era una de las “sedes” que el Santo Oficio ocupó durante siglos en la capital hispalense. El Castillo de San Jorge data de una gran antigüedad, de época romana el asentamiento pero su construcción es musulmana, del siglo X.

Se eligió el lugar porque en Triana ya comenzaba a aumentar la población, era uno de los arrabales de la ciudad pero también un lugar estratégico por que dominaba aquella orilla del río que además guardaba las fértiles tierras sembradas de cereales, vides y olivos del Aljarafe -que significa «proveedor de agua» en árabe- y también era la vía de salida a Huelva, la sede del puerto comercial y también última defensa de la ciudad antes de alcanzar sus murallas.

Aquí estaba también el llamado Puente de Barcas en 1171, que mandó construir el califa Abu Yacub Yusuf, y conectó Sevilla y Triana, además había una rambla donde está hoy la calle Pagés del Corro.

Con Fernando III el Santo se tomó Sevilla y allí, en el castillo, se instaló la Orden de San Jorge y se construyó la primera parroquia de Triana.

Bajo el gobierno de la Inquisición

En el siglo XV, los Reyes Católicos cedieron el castillo –a través de Diego de Merlo, el asistente- a la Santa Inquisición que se les había quedado pequeña La Magdalena, la iglesia del Calvario hoy, y allí instauraron el siglo del horror en Sevilla que, realmente, duró trescientos años.

Allí se llevaba a los reos acusados de herejía que muchas veces no eran más que tontería o celos vecinales la Sevilla cainita, y allí dentro, bajo la acusación se sometía a mil torturas al reo...

Fuera culpable o no se prefería confesar en falso y que te liberaran del dolor de las torturas a resistir en honor a la verdad y muchos murieron de aquella forma.

Si sobrevivías te llevaban a un ”juicio” en la Plaza de San Francisco donde se desalaba culpable y de allí al quemadero del Prado de San Sebastián o al de San Agustín en Tablada para ser quemado en la hoguera. Con ramas verdes para sufrir más, aunque si confesabas el Tribunal tenía clemencia y te estrangulaban. Ante eso era mejor huir y muchos lo hicieron y aun así te juzgaban en efigie...

A veces se escapaba con vida o con unos latigazos pero a medida que el Tribunal se asentó en Sevilla las penas eran peores si bien no hubo tantos muertos por la Inquisición como se cree o la leyenda negra habla, aunque siempre –por pocos que fueran- eran demasiados.

En el Castillo de la Inquisición, lugar que fue muy temido en Triana y en Sevilla, aún quedan restos de la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del primer inquisidor o la de los familiares de los inquisidores. Hoy hay que entrar por el mercado de abastos de Triana pero sus ruinas son visitables.

Su ámbito de actuación fue desde 1481 a 1785, su interior albergaba 26 cárceles, que fueron calificadas como «antros de horror» por el Santo Oficio en el siglo XVII. Junto al Castillo de San Jorge se encuentra el Callejón de la Inquisición, el lugar de salida de los presos acusados de herejía camino de los autos de Fe o el cadalso...

Actualmente se puede disfrutar del Museo del Castillo de San Jorge, o “Museo de la Inquisición”, pero para no olvidar sus horrores. Tiene una serie de salas, comenzando por la primera que es la Sensorial, allí se explican conceptos como el juicio de valor, abuso de poder y el de la indefensión de las víctimas.

Luego está la Barbacana que a través de maquetas y paneles explica lo que allí existía. Tiene una la pasarela interpretativa y se recorren los restos (casa del inquisidor, muros de las cárceles, capilla) acabando el recorrido en un espacio de reflexión bajo el lucernario, en la Sala de Audiencia y en la de la Tolerancia.

En la Sala de las Audiencias se hace una recreación mediante una escenografía de mobiliario y esculturas de personajes sobre los que se proyecta una animación virtual de actores reales en movimiento. En la sala de la Tolerancia trata de combatir los procesos de injusticias. Aunque suene a ideal.

El Castillo tenía el defecto que se inundaba con frecuencia, estaba tan cerca del río que nada más había una crecida se anegaba, sobre todo en época de mucha lluvia como fueron los siglos XV y XVI. Lo que provocó alguna que otra epidemia menor en Sevilla.